domingo, 30 de octubre de 2011

Cuantas más crisis, mejor... por Felipe Fernández-Armesto

Descubrí la obra del profesor Fernández-Armesto volando hacia Venezuela. Si bien la noche anterior me encargué de preparar meticulosamente la maleta, check-list al uso, cuando salía por la puerta de mi casa, aún sin amanecer, recordé que no había metido algunos libros, siempre imprescindibles para las diez horas de avión, doce sumando la escala en Madrid. En menos de un minuto me aprovisioné de media docena de los últimos volúmenes llegados a mi biblioteca, entre ellos Civilizaciones: La lucha del hombre por controlar la naturaleza (Taurus, 2002). A 35.000 pies de altitud el prefacio no me resultó interesante. En cambio, la introducción acerca del afán civilizador, del proceso y del progreso, logró soslayar a Morfeo durante todo el vuelo. Las casi setecientas páginas de Civilizaciones fueron cayendo una tras otra antes de dos semanas. Posteriormente tuve contacto con el profesor Fernández-Armesto vía correo electrónico, cuando le planteé algunas posibles correcciones, menores, sobre el texto original, con alguna de las cuales se mostró de acuerdo. 

Esta semana leo, publicado en Orbyt (la web de pago de El Mundo, híbrido entre lo digital y lo tradicional), un artículo del profesor Fernández-Armesto del que no puedo menos que recomendar su lectura. Puesto que esta sólo se puede realizar previo pago, me permito la licencia de publicarlo aquí en acceso libre y gratuito.



"Buques ingleses frente a la Armada Invencible", de autor desconocido perteneciente a la Escuela Inglesa del siglo XVI,
en el National Maritime Museum (Greenwich, London), reproduciendo la batalla del 2 de agosto de 1588 frente a Gravelinas,
entre la flota española, bajo el mando del duque de Medina-Sidonia, y la inglesa, dirigida por Francis Drake.




"¡Vivan las crisis! A menudo, y cada vez con más frecuencia, amigos y colegas en EEUU me preguntan -con cierta tendencia a disfrutar de la Schadenfreude que es normal en una cultura donde todo el mundo se esfuerza en sonreír- si los europeos podemos sobrevivir entre los problemas que nos rodean. Les contesto que cuantas más crisis, mejor.

No se lo digo sólo porque me gusten las provocaciones. Ni quiero insinuar que estemos ya a salvo: el euro podría todavía hundirse y es posible que nuestras economías se desplomen hacia el fondo del abismo. La misma Unión Europea podría saltar en pedazos. Las crisis son así. Son, literalmente y según la etimología de la palabra, momentos decisivos que pueden salir bien o mal, acabando en triunfo o tragedia, éxito o éxodo, para víctima o triunfador.

Pero si atendemos a los precedentes históricos, observaremos que mientras las crisis afectan adversamente a las sociedades maduras, suelen tener efectos positivos para entidades políticas que, como la Unión Europea, se encuentran en una etapa primitiva de formación. Es casi una ley de la ciencia política, que se demuestra echando una ojeada sobre las historias de las tres formaciones políticas que han logrado erigirse como las grandes superpotencias sucesivas del mundo moderno: la monarquía española, el Reino Unido y EEUU.

Las tres nacieron, o por lo menos impulsaron su trayectoria, en plenas guerras civiles. En el caso español, la contienda entre los seguidores de Juana la Beltraneja e Isabel la Católica dio lugar (aunque no logró determinar definitivamente el futuro de la Península) a que se uniesen las coronas de Castilla y Aragón.

En Gran Bretaña, las dinastías reinantes de Inglaterra y Escocia convergieron pacíficamente, pero la oportunidad de edificar un Gobierno común surgió de la guerra de 1638 y de una larga serie de campañas, interrumpidas pero frecuentes, que siguieron hasta 1690 y aplastaron a los escoceses.

En el caso estadounidense, las 13 colonias que se independizaron en la guerra de 1776-84 se hallaban violentamente hendidas entre realistas y republicanos, quienes lucharon a ultranza entre sí, mientras los ejércitos de Inglaterra, Francia y España y el Congreso liderado por George Washington seguían de maniobras por el país, como corps de ballet danzando elegantemente entre desastres.

La Unión Europea nació de forma semejante, tras la Bürgerkrieg europea de 1914 a 1945, en un continente ansioso en búsqueda de la paz.

A tales momentos de emergencia nacional suceden, por regla general, largas etapas formativas, durante las cuales las nuevas combinaciones políticas se moldean y, poco a poco, se unifican. Las crisis, que exigen un esfuerzo común o animan el intento de colaborar en lugar de mantener actitudes conflictivas, suelen nutrir el proceso. Llama la atención, por ejemplo, el hecho de que la pérdida de la Armada Invencible en 1588 reforzara a España, permitiendo la construcción de nuevos buques e inspirando el emplazamiento de una serie de fortificaciones nuevas en todo el Imperio español, de manera que nuestro país no sufrió otra derrota naval hasta 1628, y mantuvo su supremacía en los mares atlánticos hasta mediados de los años 30 del siglo XVII.

Luego intervino la serie de tremendas crisis de mediados de siglo, que duraron en ciertos aspectos hasta el final de la Guerra de Sucesión en 1716. Mucho se perdió en aquellos momentos: Portugal se escindió de la monarquía en los años 40; Gibraltar fue ocupado por los ingleses en 1702; las provincias norteñas de los Países Bajos formaron una nueva república, cuya independencia España reconoció definitivamente en 1650…

Pero España salió con su imperio mundial íntegro e incluso aumentado, y con el país unido por la Nueva Planta, que estableció instituciones superiores para Castilla y Cataluña. La Corona superó la siguiente crisis, la de las guerras de 1739 a 1763, y logró entonces su mayor extensión, recuperando varios enclaves perdidos como Menorca y Nápoles e incorporando vastos territorios americanos. En este sentido, el apogeo de la monarquía española se alcanzó en 1792, cuando un agente de la Corona alzó la bandera en la tierra de los Mandanes de Dakota del Norte. Parece que el sentimiento de pertenecer todos a una misma nación nunca fue tan profundo en España como en las primeras dos décadas del siglo XIX.

Gran Bretaña, mientras tanto, se convirtió en el Reino Unido en 1707, como respuesta a las nuevas guerras civiles en Escocia provocadas por la gran revolución de 1688, que destituyó al último monarca católico y coronó al caudillo holandés Guillermo III. Otra vez más, una crisis había promovido un proceso de unificación. El nuevo Estado resultó mucho más eficaz que el anterior, derrotando a la Francia de Luis XIV. Otra rebelión de malcontentos del norte de Escocia en 1745 amenazó al país entero, pero las autoridades la suprimieron cruelmente, aprovechando la ocasión para mejorar su control. El concepto de ser British en lugar de inglés o escocés iba recomendándose poco a poco, gracias a la prosperidad de la segunda mitad del siglo. Luego intervino la crisis prolongada y espantosa de la guerra de separación norteamericana -la mayor derrota sufrida por armas inglesas en el siglo XVIII-, pero el ascenso del Reino Unido hacia el rango de mayor potencia del mundo ni siquiera se interrumpió. Una serie de conquistas infinitamente más provechosas en la India compensó con creces a la pérdida de las colonias del Nuevo Mundo. Después de la crisis siguiente -la de la lucha contra Napoleón- el Reino Unido salió de nuevo más fuerte que nunca, con más colonias y más riqueza, para acumular a lo largo del siglo XIX el imperio más extenso que nunca se había visto en el mundo.

En cuanto a EEUU, la república recién creada pudo haberse disuelto hacia fines del siglo XVIII o a principios del XIX -como ocurrió luego a las repúblicas hispanoamericanas que se mostraron incapaces de sobrevivir a su propia independencia sin fragmentarse-. Pero centralistas y autonomistas dejaron de lado sus luchas para afrontar a los ingleses en la primera gran crisis de la historia poscolonial estadounidense: la guerra de 1812. La úlcera, empero, no se curó por completo y seguía supurando hasta que por fin, en 1860, el país se quebrantó en dos estados rivales y hostiles. Tras una guerra civil sangrienta -indudablemente la mayor crisis de la historia norteamericana- el Estado central salió más fuerte que nunca, desvirtuando a los separatistas y reduciendo a los disidentes a una existencia sumisa e impotente. Si las guerras suelen ser las crisis más graves para los estados que las experimentan, es notable que EEUU ha librado más guerras provechosas que cualquier otro país.

Así que en la historia de España, Reino Unido y EEUU, las crisis contribuyeron a consolidar los países y convertirlos en superpotencias. Fue al alcanzar alturas insuperables cuando empezaron a sufrir los efectos negativos de sus crisis: España con la guerra de independencia napoleónica, Reino Unido con las guerras mundiales, y EEUU con la guerra de Irak y el colapso financiero de 2008.

En Europa no hemos llegado a un punto semejante. Hemos superado nuestras grandes crisis: las pérdidas de los imperios europeos en el mundo, la revolución social y moral que se echó a la calle en 1968, la crisis mundial del suministro de petróleo con la inflación de los años 70, la incorporación de varios estados democratizantes, la reunificación de Alemania… A cada paso hemos salido más unidos, con más instituciones comunes y más naciones y comunidades históricas reunidas, más encaminadas hacia esa unión progresivamente más estrecha que suponen los tratados constituyentes de nuestro protoestado. Hemos creado un Parlamento común, un sistema compartido de reglamentación sanitaria, laboral y medioambiental, un marco de colaboración estratégica dentro de la OTAN, un sistema paneuropeo de justicia y de defensa de los derechos humanos, un banco central y un dinero único entre 17 estados. Tenemos las bases de una ciudadanía única, con el derecho de vivir, trabajar y estudiar en toda la unión.

Cuando acabemos de construir un Estado único europeo, si logramos hacerlo, a juzgar por los precedentes históricos seremos vulnerables no por las crisis sino por los delirios de grandeza. Mientras tanto, los europeos seguimos los pasos de España en los siglos XVII y XVIII, o Reino Unido en el XVIII y XIX, o EEUU en el XIX y XX. Lo peor será lograr el grado de gran superpotencia mundial. Cuando esto suceda, sí empezaré a tener miedo de que una crisis acabe con nosotros".


Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950), es historiador. Desde 1983 es miembro de la facultad de Historia Moderna de la Universidad de Oxford; fue Fellow del Instituto de Estudios Avanzados de los Países Bajos entre 1999 y 2000 y posteriormente fue profesor en la Universidad de Minnessota. Desde septiembre de 2005 a 2009 ejerció la cátedra Príncipe de Asturias de la Tufts University en Boston (Massachusetts). Fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Los Andes (Colombia) y también por la Universidad de La Trobe (Australia). Desde 2009 es titular de la cátedra William P. Reynolds de Artes y Letras de la Universidad de Notre Dame. Ha publicado más de dieciocho obras y entre otros galardones ha obtenido la Cairo Medal del Nacional Maritime Museum, en 1997, y la John Carter Brown Medal, en 1999.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Del'osu pardu (Ursus arctos) qu'anda per Redes...

          Van ya cinco díis, fue l’últimu sábadu, que Luisón Lobeto, el fíu de Vidal, atopó estes huelles d’osu pardu nel puente L’Ablanosa, de llau la carretera subiendo pal puertu, asina que cualquier díi preséntase per Tarna, per Pendones, per La Fó o per Bezanes. N’esti tiempu de seronda l’osu tien que fartucase abondo pa’podese encuevar pa’finales d’añu y aguantar ivernau hasta casi marzu o abril, d’ende que s’atope agora enrededor de los pueblos atracándose de miel de les colmenes, escarbando per los huertos y tamién per los conteneores.




En les dos asemeyes vese una huella muy perfecha de les manes, pates delanteres, de planta ancha y con los
cinco deos y les garres muy marcaos. Asemeyes de José Luis Lobeto Fernández (Bezanes, Casu).



La población de osu pardu ya cuenta con doscientos exemplares nel Cordal Cantábricu, según sacose de los estudios fechos pola Universidá d'Uviéu y el Centru Superior d'Investigaciones Científiques (CSIC), a petición del anterior Gobiernu asturianu. Estos trabayos recoyíen información de la situación demográfica del osu pardu, sobre'l so hábitat, y les sos característiques xenétiques. Amás, analizaben el comportamientu individual de los osos pardos cantábricos e identificaben corredores ente la población occidental y oriental.

Otra de les conclusiones más destacaes de los estudios ye l'aumentu del tránsitu d'exemplares ente la población occidental y oriental, y l'aparición d'híbridos al cruciase exemplares procedentes de les dos poblaciones. Ye de resaltar la importancia de los resultaos algamaos hasta agora, que son un llogru colectivu, frutu del trabayu fechu dende l'añu 1991, cuando s'aprobó'l primer Plan de Recuperación pal Osu Pardu n'Asturies.

Nun se sabe bien si queremos qu’el osu pardu ande per’ende, o qu’acabe onde los demonios, pero si tá protexíu ye porque los qu’entienden d’esti telar (nun falo d’ecoloxistes, falo de biólogos, ecólogos y ambientólogos, d'esos que nun sabéis muy bien lo que fecemos) tan d’acuerdu en que nun se pué acabar con él ni per caprichu ni per refalfiu. Yé agora que’mos acordamos del cazaorín de Caliao, José González, que llevó per delanti casi cien exemplares n'el sieglu XVIII (y del que falaremos n'otra entrá más alante), de Xuanón el de Cabañaquinta, qu’echó en baxu trentaiún más n’el sieglu XIX, o d’Angelón el de Cerreu, que pa'nun quedase curtiu n’el sieglu pasau metióis cartuchu a otros cincuentaiún.

Les asemeyes de Luis tan feches con un teléfonu móvil pero salieroni perfeches y operatives, namás que-i-faltó mediles pa saber si el osu era vieyu o xoven. Luis, gracies per fecénosles llegar y compartíles con la xente qu'asoma per esti blogue.

domingo, 23 de octubre de 2011

Sobre la pretendida nueva isla canaria: ¿Ínsula In Flúmine Nata?

Leí con atención el pasado domingo que, según el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Geográfico Nacional (IGN), la erupción volcánica de tipo surtseyana iniciada a partir del lunes 10 de octubre de 2011, aguas al sur de la isla de El Hierro, la más occidental y meridional de las Islas Canarias, podría tener un total de cuatro fases y resultar en la formación de una nueva y pequeña isla.

Una erupción surtseyana, en referencia a la isla Surtsey en la costa sur islandesa y de la que se hablará en una entrada posterior, es un tipo de erupción volcánica que tiene lugar en mares o lagos. Se caracterizan por las erupciones freatomagmáticas, en forma de violentas explosiones causadas por el aumento de magma basáltico que entra en contacto con agua, subterránea o superficial. Cuando el magma expulsado enfría de forma brusca en forma de conos, se forman flujos piroclásticos constituidos por gases y sólidos volcánicos calientes, junto con aire atrapado, que se mueven en el nivel del suelo a altas velocidades.

          A la primera fase, consistente en la expulsión de burbujas de lava que llevan gas y que una vez que lo pierden se hunden, le sigue una segunda etapa en la que se observaría una columna de color blanco de vapor. A continuación, en la tercera fase se producirían explosiones de color negro conocidas como colas de gallo. La fase cuarta, y última, consistiría en el crecimiento de una pequeña isla en la que habría de fluir una fuente de lava tipo surtidor, siempre que la cantidad de magma expulsada por el volcán fuese la necesaria.


Imagen de la mancha volcánica generada por la erupción submarina en la isla de El Hierro durante los últimos días, captada
por el satélite de observación de la Tierra Deimos-1, lanzado al espacio en julio de 2009 por la empresa española Elecnor.


Según se observa en la imagen del satélite Deimos-1 captada el domingo 23 de octubre, la mancha volcánica producida por la erupción submarina, superior en superficie a la de la propia isla, se proyecta hacia el sur, desde El Hierro hacia el océano Atlántico.

Deimos-1 es el primer satélite europeo de observación de la Tierra de capital íntegramente privado, desarrollado por Elecnor Deimos, división tecnológica de Elecnor, y concebido para obtener imágenes terrestres de alta resolución para su posterior procesamiento y utilización en diversas aplicaciones (agricultura, gestión ambiental, defensa, cambio climático, deforestación, lucha contra desastres naturales o control de recursos hídricos).

          En el caso de El Hierro, la primera fase eruptiva en La Restinga ha ido perdiendo fuerza durante esta última semana y las deformaciones han remitido, lo que interrumpió toda suerte de especulaciones que durante estos días han venido siendo publicadas al respecto de la propiedad sobre la  nueva isla potencial. Al objeto de aclarar algunas notas de prensa ciertamente confusas y/o de cierto tinte nacionalista (recuérdese el conflicto al respecto de esas aguas con Marruecos), se presentan las siguientes líneas.

          En nuestro ordenamiento jurídico, Ínsula In Flúmine Nata (isla nacida en el río) es la figura jurídica que ampararía la titularidad de una hipotética nueva isla surgida en la costa de El Hierro. Esta figura, procedente del Derecho Romano, sirve para determinar "de quién es la propiedad en el improbable caso de que surja una isla en un río", aplicable por tatnto al caso de El Hierro por tratarse de aguas interiores, aquellas más cercanas a tierra y sometidas a la soberanía plena del Estado ribereño. De otra parte, todo archipiélago está delimitado por un perímetro y las aguas que están dentro se consideran mar territorial nacional.

En el caso de que surgiera a mayor distancia de la costa, se aplicaría el concepto de aguas territoriales. La propiedad de esta eventual nueva isla en El Hierro sería, en cualquier caso, del Estado español, dado que estaría dentro de las aguas nacionales.

Por último, surgida una nueva isla en medio del océano, el territorio no estaría sometido a ninguna jurisdicción por lo que sería "Patrimonio Común de la Humanidad" como, por ejemplo, el Polo Norte.

No obstante de lo anterior, todo podría ser más sencillo considerando que no se tratase de una nueva isla sino de un crecimiento de la ya existente sobre su propia base, como así sostienen geólogos y vulcanólogos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Sobre leer a Darwin y leer sobre Darwin...

Un paseo por las librerías nos puede dar la impresión de que hay una industria editorial muy activa, a pesar de la crisis, en cuanto a publicar libros sobre evolución, sobre Darwin o sus obras antes no traducidas. Un clamor mundial recordó en 2009 los 200 años de Darwin y los 150 de El origen de las especies. Y los lectores están de enhorabuena porque hay una buena cosecha donde escoger: por un lado, los libros que analizan el impacto de las ideas de Darwin y, por otro, las biografías. Este caballero victoriano protagonizó una vida dramática. De hecho, existen varias novelas inspiradas en sus andanzas, en especial su viaje a bordo del Beagle. Y también en 2009 se estrenó el largometraje Creation dirigido por Jon Amiel. El guión de John Collee se basa en Annie’s Box, una biografía intimista escrita por Randal Keynes, tataranieto de Darwin.


Montaje original en la exposición bibliográfica Darwin: d’on venim? (2009), organizada por la Biblioteca Montilvi,
perteneciente a la Universitat de Girona. Edición digital posterior por Marcos A. Castro.



Sobre Darwin…

De las biografías publicadas en castellano recientemente se puede escoger desde la escrita por los tres principales biógrafos de Darwin (Desmond, Moore y Browne) hasta la monumental (literalmente) obra de Browne en dos volúmenes de más de 700 páginas cada uno. La ventaja de la primera es que no se puede escribir más y mejor sobre Darwin en menos páginas. La de Janet Browne, historiadora de la ciencia en Harvard, es, a juicio de José Manuel Sánchez Ron, «no una de las mejores biografías de científicos que existen, sino una de las mejores biografías jamás escritas». La revisión científica de la espléndida traducción de Julio Hermoso, a cargo del historiador de la biología Jesús Català, es sin duda un valor añadido de esta obra historiográficamente impecable que se lee como una novela. Browne es autora además de un librito dedicado en exclusiva a la gestación, publicación e impacto de El origen de las especies.

Otras biografías muy recomendables son la de David Quammen, tan documentada como agradable de leer, y una aproximación, eficaz y breve, a la vida y obra de Darwin escrita por el historiador Francisco Pelayo. Para aquellos interesados en los contextos de largo alcance, lo ideal es el libro del veterano historiador José María López Piñero, que se recrea en los estudios naturalistas antes de Darwin y en las repercusiones posteriores de sus ideas. Sin embargo, el libro de Tim Berra es un relato epidérmico totalmente prescindible.

La industria Darwin se completa con los estudios sobre su obra. El ecólogo Juan Moreno ofrece un amplio panorama actual de la teoría evolutiva mientras que los filósofos Michael Ruse y Chris Buskes ofrecen sendos ensayos sobre el impacto de las ideas evolucionistas en todos los terrenos, más allá de las ciencias de la vida. Por su parte, el paleontólogo Niles Eldredge planteó una obra de acompañamiento a la gran exposición sobre Darwin que empezó su andadura en el Museo de Historia Natural de Nueva York, en 2007, y finalizó en el de Londres, en abril de 2009. Una versión de esta exposición, adaptada por la Fundación Gulbenkian, se apreció en julio de 2009 en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Carlos López Fanjul ha coordinado, para el Colegio Libre de Eméritos, una obra colectiva sobre los impactos científicos y sociales del darwinismo, disponible en la red. Finalmente, los bibliópatas se pueden deleitar con la detallista obra de Alberto Gomis y Jaume Josa que repasa la historia de las ediciones de Darwin en España. Llama poderosamente la atención no sólo el abandono de la cultura en español por la obra del naturalista inglés sino la interminable picaresca de las reediciones que se han sucedido a lo largo del siglo XX y que todavía siguen.


Darwin traducido…

Precisamente, la pormenorizada erudición de Gomis y Josa viene a demostrar la pobreza del panorama de la obra traducida de Darwin. Los únicos libros en castellano reeditados recientemente son El origen de las especies, el Viaje del Beagle y la Autobiografía. Las traducciones más asequibles de los dos primeros son, respectivamente, las de Antonio de Zulueta y la de Juan Mateos, ambas de 1921. Teniendo en cuenta la senescencia de cualquier traducción, hubiese sido lógico hacer un esfuerzo de actualización por parte de empresas editoriales potentes, como son Espasa-Calpe o Alianza, que están reimprimiendo estas versiones de hace casi noventa años con reclamos confusos como «edición conmemorativa» o consignando que se trata de primeras ediciones, que lo serán en el formato pero no en el contenido.

 Paradójicamente, después de tanto abandono y descuido, existen hoy en día dos proyectos ambiciosos de traducción al español de la obra completa de Darwin. Por un lado, el consorcio CSIC-UNAM-Academia Mexicana de Ciencias, en colaboración con la editorial Los Libros de la Catarata, lleva publicados cuatro títulos. La editorial navarra Laetoli inició en 2007 la Biblioteca Darwin dirigida por el profesor de periodismo científico y escritor Martí Domínguez, que ofrece de momento tres títulos, de los cuales destacaré la Autobiografía de Darwin. Conviene avisar que de dicha autobiografía se publicaron dos versiones. La inicial, a cargo de su hijo Francis y bajo el férreo control de su viuda Emma Wedgwood, apareció mutilada en todo aquello que hacía referencia a opiniones sarcásticas sobre personas y, sobre todo, acerca de la religión. No fue sino hasta 1958 que su nieta Nora Barlow restituyó todos los pasajes censurados. La edición que publica Laetoli sigue esta versión y destaca en negrita aquellos pasajes que, hijo y viuda, habían omitido.


Juli Peretó es Doctor en Ciencias Químicas, en la especialidad de Bioquímica, por la Universidad de Valencia. Actualmente desarrolla su labor en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, perteneciente a la Universidad de Valencia. En los últimos años ha impartido docencia y realizado investigaciones en el campo del origen de la vida, la evolución del metabolismo y la historia de las ideas sobre el origen de la vida. Autor de numerosos libros y artículos, publica además El Buit del Temps, un interesante blog de divulgación científica, aunque en catalán.

jueves, 13 de octubre de 2011

Sobre la conjetura del panal: Thomas C. Hales, Pappus de Alejandría, Teeteto y las abejas...

            Muchos de nosotros, quizá los más observadores, nos hemos fijado en la cantidad de simetrías existentes en la naturaleza, lo cual no es, con certeza, una simple cuestión de estética. Como en las matemáticas, para la naturaleza la simetría tiene que ver con el lenguaje, proporcionando a los animales y a las plantas un medio para transmitir gran cantidad de mensajes, que van desde la superioridad genética hasta la información de tipo alimenticio. Frecuentemente la simetría es un signo con significado y puede, en consecuencia, interpretarse como una forma de comunicación muy básica, casi virgen. Para un insecto como la abeja la simetría es fundamental para la supervivencia.






            La visión del ojo de la abeja es muy limitada. Mientras vuela explorando el mundo, su cerebro recibe imágenes que están tan distorsionadas como lo estarían para nosotros si observásemos a través de una gruesa plancha de cristal. La abeja mide con dificultad las distancias y por eso choca con los objetos constantemente. La abeja padece una especie de daltonismo. El fondo verde de los prados parece gris y el rojo se limita a destacar algo más claramente como una mancha negra sobre fondo gris. Pero incluso a pesar de esta deficiente visión, existe algo que arde intensamente en los ojos de la abeja: la simetría.

            A la abeja le gustan las simetrías pentagonales, las hexagonales y las marcadamente radiales como las de la margarita o el girasol. La visión del ojo de la abeja ha evolucionado lo suficiente como para percibir estas formas significativas, porque en la simetría está el sustento. Las abejas que son atraídas por las formas con un cierto diseño son las que no pasarán hambre. Para la abeja, la supervivencia del mejor adaptado significa hacerse una experta en simetría. La abeja que no sepa leer los signos y las señales de sustento volará azarosamente por los campos, incapaz de situarse al nivel de sus competidores superiores que sí supieron localizar los diseños.

            Paralelamente, como la planta necesita asimismo atraer a la abeja hacia la flor para que la polinice y así perpetuar su herencia genética, también ella interviene en este diálogo natural. La flor que consigue una perfecta simetría atrae a más abejas y sobrevive más tiempo en la batalla evolutiva. La simetría es, por tanto, el lenguaje que utilizan la flor y la abeja para comunicarse entre sí.

            La flor o el animal con simetría están enviando una señal muy clara de la superioridad genética que tiene sobre sus vecinos. Por eso el mundo animal está poblado de formas que compiten por un equilibrio perfecto. Pero la simetría no es sólo un lenguaje genético que proclama a los compañeros potenciales las bondades del ADN que uno tiene. Concluida la búsqueda de néctar en flores simétricas, la simetría también impregna la vida doméstica de la abeja. Las abejas jóvenes, al mismo tiempo que se sacian con la miel recogida, van segregando trocitos de cera. La concentración de abejas hace que la temperatura de la colmena se mantenga aproximadamente a 35 ºC, lo que hace la cera suficientemente maleable como para que pueda ser modelada por las abejas obreras, que recogen las secreciones de cera y moldean las celdillas que las que se almacenará la miel. El retículo hexagonal que las abejas usan para ello explota otra de las facetas de la simetría.

            La simetría no sólo es una precursora del significado y del lenguaje, sino que es además el camino que sigue la naturaleza para resultar más eficaz y económica. Para la abeja, el retículo de hexágonos permite a la colonia maximizar su capacidad de almacenamiento de miel sin dejar de minimizar el consumo de cera en la construcción de las paredes de las celdillas.



Thomas C. Hales, de la Universidad de Pittsburgh, que en 1999 demostró la Conjetura del Panal.



Aunque las abejas han sabido durante millones de años que los hexágonos son las formas más eficaces para desarrollar los panales de miel, sólo muy recientemente los matemáticos han aclarado por completo la Conjetura del Panal: entre las infinitas elecciones de diferentes estructuras que las abejas podrán haber construido, los hexágonos son los que usan la cantidad mínima de cera para crear el máximo numero de celdas. Esta conjetura, que ha sido objeto de una profunda curiosidad por parte de los matemáticos y permanecía sin demostrar desde la fecha de su planteamiento por Pappus de Alejandría (c. 290 - c. 350), fue finalmente resuelta en 1999 por el matemático Thomas C. Hales (1958), de la Universidad de Pittsburg.

            Teeteto, compañero de Platón durante las discusiones en la Academia, fue precursor en la comprensión del principio que unía a los sólidos preferidos por los pitagóricos, a saber: el cubo, la pirámide y la esfera de doce pentágonos. Teeteto, que será recordado en última instancia por haber captado las matemáticas abstractas de la simetría, vislumbró que si se pretende una figura tridimensional con muchas simetrías es básico construirla a partir de polígonos bidimensionales simétricos. Y que si todas las caras tienen la misma forma se incrementa potencialmente la simetría del sólido resultante. Pero también reconoció que había límites para el tipo de polígonos que se pueden utilizar. Tal y como descubrió la abeja, los hexágonos pueden unirse únicamente para crear una superficie plana. Un dado de caras hexagonales es imposible. Las formas con más lados que el hexágono no son compatibles. Sencillamente, si se ponen dos juntas no hay espacio para insertar una tercera de la misma forma entre ellas. Así es que las caras tienen que construirse con formas de menos de seis lados.


Información más completa se puede encontrar aquí:

lunes, 10 de octubre de 2011

Del tiempu de seronda nel Parque Natural de Redes...

          Tiempu de seronda, del tardíu. N'ochobre xibla l'airón de les castañes y los llagares son arume de mazana mayao y frescor de sidra del duernu, dulce y denso. Presta pisar la viesca, sentir el ruxir de la xamasca qu'esborra los carreros, y plasmar col cuadru impresionista de la fueya de castañales, fayes, abedurios..., pincelaes rellumantes d'encarnáu encesu, verdes o amarielles. Pa Los Santos, la lluz amortez y el sol, más que calecer, caricia cuando ye a trespasar les ñubes de plombu qu'aportes les primeres ñeves. Entrando n'Avientu, la mar ye un coral de galerna qu'españa nos cantiles espluma turbio y crespo.


Otoño en Redes, fotografía de Félix González Muñiz.



          Nela xenética sentimental de los asturianos qu'algamaron a conocer la cultura campesina tradicional, inda alita esti tiempu de magüestos, esbilles y esfoyaces, de samartinos y filandones. N'aquelles reuniones sociales trabayábase n'andecha, al empar que se remembraben hestories y socedíos célebres, baillábase, cantábase y avezaben a terminar en xuegos picardiosos y folixa. Yeren l'antoxana de les que vendríen nes tardes abisies de la ivernada cuando, alrodiu'l llar, la casa yera l'abellugu de la pallabra vieya, el templu de la tresmisión oral de la tradición, del saber colectivu pasando de güelos a nietos. Güey son memoria d'otra dómina, magar que milagrosamente queden resclavos d'aquelles tradiciones al pie de reproducciones etnográfiques urbanes.  

jueves, 6 de octubre de 2011

Sobre Nauru: globalización, dispendio, obesidad y colapso...

            Nauru: latitud 0º 31’ 59’’ S, longitud 166º 55’ 0’’ E. Más o menos al Nordeste de Australia, aunque es exagerado decir “nordeste” en la superficie del Pacífico. Nauru se encuentra a 3500 km de Brisbane, a otros 2000 de las costas de Papúa Nueva Guinea, rodeada por una constelación de islas: Kiribati, Marshall, Salomón, Tuvalu, etc, todas ellas a una distancia de cuatro días de navegación.

            Nauru es uno de los islotes de Oceanía cuya existencia se materializa en un planisferio por un nombre pegado en el azul del océano. En los bordes de los mapas. 22 kilómetros cuadrados de roca extraviada en pleno Océano Pacífico. No demasiado grande para ser representado y dibujado a escala en un globo terrestre escolar. Un territorio al extremo del extremo. En el límite del mundo.



 Imagen aérea de Nauru en 2002 en la que se observa que la vegetación regenerada
cubre el 63 % de la superficie de tierra extraída durante la explotación del fosfato.



            Nauru es la república más pequeña del planeta. Poco más de catorcemil habitantes. Su historia podría ser la de un país sin historia, lejos de todo y sobre todo de Occidente. Sin embargo, este estado independiente tiene un pasado pesado como el plomo.

            Durante miles de años Nauru fue una tierra colonizada por las aves durante las migraciones que marcan el ritmo estacional entre hemisferios. La bird shit (mierda de pájaro), como la llaman los naruanos, ha hecho famoso al país. Quizás estuvo en el origen del fosfato: el guano –mezcla de los excrementos y esqueletos de aves- se habría mezclado en la tierra tanto como en el coral de la isla. La verdad es que con el tiempo se formaron inmensas reservas de fosfato en el subsuelo de Nauru. Una vez un abogado australiano describió el país de esta forma: “Nauru es una isla hecha de mierda, que se parece a una mierda y huele a mierda, pero si eres bueno en los negocios entonces seguro que harás un buen capital en este país.”






          Antes de que llegaran los europeos, en la isla de Nauru la gente vivía tranquila. El 8 de noviembre de 1798 fue descubierta por el capitán y explorador ingles John Fearn (1768-1837), cuando navegaba entre Nueva Zelanda y los mares de China a bordo del Hunter, y la llamó Pleasant Island, la isla placentera, donde los nativos se alimentaban de pescado, cocos y una fruta llamada pandano. En 1888 Nauru pasó a formar parte de Alemania y a comienzos del siglo XX los ingleses, atraidos por las ingentes cantidades de fosfato de la isla, comenzaron a repartir ganancias con los alemanes. Puesto que Alemania sucumbió en la Primera Guerra Mundial, Nauru fue controlada por Australia, Nueva Zelanda e Inglaterra. Fueron los japoneses los que tomaron el turno durante la Segunda Guerra Mundial y tras su derrota de nuevo Australia ejerció el control.

         Hasta 1968 Nauru no fue independiente para poder entonces administrar sus ganancias sobre el fosfato. Durante los años setenta cualquier naruano disponía de un vehículo a motor, de una lujosa casa y no tenía necesidad de trabajar, gracias a la aportación que el gobierno entregaba mensualmente a cada ciudadano. De forma paralela, ese mismo malgobierno invertía alegremente en propiedades inmobiliarias en Australia y Estados Unidos, con resultados catastróficos a corto y medio plazo. La suerte estaba echada, y Nauru comenzaba a asomarse al precipicio. La sucesión de presidentes, todos ellos sin bagage político e inexpertos, se encargó de dilapidar lo poco que quedaba en las arcas de la república.



Evolución de la extracción de fosfato en Nauru vs. precio al contado.


La alimentación occidental supuso en Nauru una amenaza para la que no estaban preparados, y así el 90% de los naruanos padece sobrepeso u obesidad, dato que le convierte en el país con mayor proporción de obesos del mundo.

Nauru a la cabeza, las pequeñas islas estado del océano Pacífico baten todos los récords de problemas de peso entre la población, con unos porcentajes que se mueven entre el 78% y el 94% de habitantes con un índice de masa corporal (IMC) superior a 25. Es decir, tienen sobrepeso (de 25 a 30) u obesidad (por encima de 30).

Hablar de este país es hablar de un gran problema de salud pública de enormes dimensiones: 9 de cada 10 habitantes tiene sobrepeso u obesidad. De media, los hombres adultos ingieren 7500 kcal diarias y las mujeres adultas 5000 kcal. En consecuencia, el 30% de la población de Nauru sufre diabetes tipo II y otro tanto de hipertensión y arteriosclerosis. Las muertes asociadas a la obesidad (de causa cardiovascular principalmente) son la norma, con unas cifras de infartos cardíacos increíblemente elevadas. Los estragos que el sobrepeso y la obesidad causan en la población provocan que la esperanza de vida sea de 58 años en hombres y de 65 en mujeres.

Si los datos sobre los problemas de peso de Nauru llaman la atención por batir todos los récords, aún resulta más sorprendente, si cabe, la evolución que ha tenido el peso de sus habitantes en menos de un siglo. De ser una tribu con su cultura tradicional y un peso normal, o incluso más bajo de lo recomendable, han pasado a ser una población ampliamente occidentalizada con unas cifras de peso alarmantes. 

La situación de Nauru ha sido extensamente estudiada por numerosos investigadores y, aún hoy, sigue siendo centro de atención en el estudio de la obesidad. Se trata del ejemplo más paradigmático de la enorme influencia que puede tener la sociedad (predominantemente los hábitos alimenticios) en las cifras de obesidad de una población pero también de la vulnerabilidad de ciertos grupos humanos frente a este problema.

Durante casi cuarenta mil años los habitantes de la isla de Nauru estuvieron aislados del mundo, apañándoselas como podían para llevarse algo a la boca. No habían desarrollado la agricultura, por lo que su alimentación consistía en lo que podían pescar, cazar y recolectar de la isla. Así pues, su alimentación era rica en carbohidratos complejos y fibra, y escasa en grasas y proteínas. De cuando en cuando, la isla se veía azotada por los ciclones, lo que ocasionaba épocas de hambruna entre la población. Debido a la dificultad para acceder a la comida y a estos frecuentes periodos de hambruna, se debió potenciar la capacidad de los nauruanos para sobrevivir en estas condiciones. Es decir, en época de abundancia, cuando podían comer más de lo que necesitaban, acumulaban el exceso de calorías en forma de grasa con facilidad, para resistir posteriormente a las constantes hambrunas. Aquellos que no desarrollaron estos mecanismos murieron como consecuencia de las presiones de la selección natural. De otro modo, se potenció el genotipo ahorrador (mayor facilidad para acumular grasa) entre los habitantes de la isla, también en otras muchas islas del Pacífico, como mecanismo de supervivencia.

Esa adaptación dejó de ser tan ventajosa cuando en el siglo XX empezaron a tomar contacto con la sociedad occidental y, principalmente, con su dieta. De la variada y escasa dieta de la isla, anteriormente señalada, pasaron a tener una dieta abundante en grasas y azúcares simples aunque pobre en fibra. Adaptados a vivir con escasez de alimentos y con ejercicio físico frecuente, los nauruanos se enfrentaron a finales del siglo pasado a comida en abundancia y nulo ejercicio físico. Si anteriormente la facilidad para acumular grasa era una cuestión de supervivencia, hoy en día es una cuestión de enfermedad.

Además, con el 90% de la isla cubierto por depósitos de fosfato se dificulta la implantación de la agricultura. En su lugar, acaban obteniendo la mayor parte de la comida vía importación de Australia y Nueva Zelanda. La mayoría de estos alimentos importados son carnes y dulces ricos en grasas y azúcares simples. De hecho, el "spam" o carne enlatada es uno de los "manjares" más populares en la isla, mientras que sólo un 3% de los habitantes de Nauru come fruta o verduras con frecuencia.

Pero no sólo la inexorable occidentalización de la población de Nauru ha sido la desencadenante de los problemas: entre los habitantes de las islas del pacífico existe todavía la percepción generalizada de que un exceso de peso es signo de riqueza y poder, lo que motiva poco o nada a sus habitantes para que intenten frenar el sobrepeso.



 La otra cara de Nauru, formaciones coralinas sobre la playa.



            En la década de los 70, con la llegada de los medios de comunicación cada vez más perfeccionados, el filósofo canadiense Herbert McLuhan definía el mundo como una “aldea global”. En un sentido más literal, Nauru podría ser esta aldea. Un roquedal, apenas mayor que el más pequeño de los barrios de cualquier capital europea, donde la globalización ha marcado su huella de forma indeleble. En la otra punta del globo terrestre, Nauru es la encrucijada del mundo donde se acumulan en un mismo impulso las riquezas, pero también los desastres. Un pequeño estado donde la mano invisible del mercado mundial habría depositado todos los males de nuestras sociedades. Un laboratorio a cielo abierto.

La historia de Nauru podría haber sido una ficción, una parábola, una fábula. Pues no, no es nada de eso.


Algunas lecturas para introducirse en el asunto pueden ser: