martes, 30 de octubre de 2012

Releyendo a Ernesto Sábato mientras cruzo el túnel...


La formidable crisis del hombre, esta crisis total, está sirviendo al menos para reconsiderar los modelos. Y no es casualidad que en diferentes partes del mundo empiece a reivindicarse otro tipo de socialismo, más cercano a aquel que preconizaba Proudhon, o al que en nuestros tiempos han sostenido espíritus nobles y lúcidos como Mounier, entre los cristianos y Bertrand Russell, entre los agnósticos. [...] Un socialismo que respete la persona, que termine con la alienación y la sociedad de consumo, que termine con la miseria física pero también con la espiritual, que ponga la técnica y la ciencia al servicio del hombre y no, como está sucediendo, el hombre al servicio de aquellas. Un socialismo descentralizado que evite los pavorosos males del superestado, de la policía secreta y de los campos de concentración.

Ernesto Sábato (1911-2011), entrevistado por Eduardo Gudiño Kiefer en 1976.



 

sábado, 27 de octubre de 2012

Si dices que fae un bon día, pégote un tiru...

             
          Un John Wayne resacoso en el porche de su casa desayuna con vino dos huevos fritos que le acaba de preparar Maureen O’Hara. El ínclito personaje interpretado por Wayne, George Washington McLintock, es un terrateniente ganadero en Arizona, practicante habitual de caducos principios de rudeza y machismo propios de la época y del lugar. Aunque El gran McLintock fue rodada ya hace casi cincuenta años, en 1963, estos días me viene a la cabeza por doble razón. Una es el reciente doblaje al asturiano de la película por la gente amiga de Gonzali Producciones, que no puedo menos que recomendar, y otra es la controversia suscitada a cuenta de quien esto suscribe en un grupo de Facebook con cuyo administrador, paciente pastor en la red social, acordé amablemente mi salida, de igual modo que amable fue su propia invitación a mi participación no más de dos o tres meses atrás. 






            El grupo en cuestión se creó para dar cabida a todos aquellos vecinos de los concejos de Caso y Sobrescobio disconformes con algo, "reivindicamos todo", con la administración de ambos ayuntamientos, especialmente si cabe con la gestión del Parque Natural de Redes e incluso con la propia existencia de la figura legal de protección. El espíritu tal cual de la cuestión, así en primera instancia, no se antoja ni quimérico ni fuera de contexto, ambiguo en todo caso. Quizá, y perfectamente disculpable por lo prematuro del grupo, la posición ideológica (no necesariamente política) está por definir y aquellas líneas de acción que parecen querer emprender aun no disponen de la base argumental necesaria. Carencias que, en todo caso, bien podrían ir subsanándose en el tiempo de no ser porque finalmente se observa que al pastor mayor y pseudoideólogo se le acumula el trabajo (y, hasta ahora, no ha querido profundizar en cuestiones de calado, limitándose a lanzar brindis al aire en forma de recomendaciones (?) a la administración pública), pero fundamentalmente, y esta es la condena grupal, porque la mayoría de sus miembros actuan a modo de observadores pasivos ante una caterva de media docena de estultos indocumentados que anotan sin reparos sus exabruptos en el muro del grupo.

          Cuando ya hace cuatro años fui afortunado de llegar a Bezanes, pequeña aldea perteneciente al Ayuntamiento de Caso para el que desde entonces pago los impuestos locales, pronto tomé conciencia del conflicto entre vecinos y territorio administrado, contrario sin duda a los principios de la conservación promovidos por la Ley 4/1989 y al principio, más importante, de conciliación social, económica y política. Por ello, puede resultar paradójico que algunos pretendidos “defensores” del territorio y de sus costumbres hayan cargado vía red social contra un servidor cuando de la forma más cortés posible se interesó en la citada red por conocer las líneas argumentales del grupo así como por algunas cuestiones concretas tales que la propuesta de un considerable número de vecinos de Caleao para crear una reserva de bisontes europeos o, sin alejarnos de este valle, la aun no descartada posibilidad de crear un tercer pantano que otro también considerable grupo de vecinos del mismo pueblo defendió con algunos argumentos que, aunque debatibles, son perfectamente defendibles.

            Las redes sociales en general, y este grupo en particular, suelen ser un barullo, permítaseme la expresión. Sin tiempo me quedé para conocer la posición del grupo respecto a la central de biomasa propuesta por la languideciente HUNOSA, ya que donde pregunté por el pantano se me acusó de ser partidario de este (cuando mi rechazo razonado fue publicado en su momento por la prensa regional); donde consulté por la reserva de bisontes europeos se me tildó de querer importar bisontes americanos y hasta ¡búfalos africanos!; donde postulé por lo relativamente reciente de la tradición, las costumbres y la cultura locales (milenio y medio, a lo más dos milenios) se me tachó de tergiversador de la historia afirmando mi interlocutor que la agricultura y la ganadería ya se practicaban en Redes miles y miles de años atrás (diríamos pues que antes de la romanización y su arado, e incluso antes de la revolución neolítica del Creciente Fértil) añadiendo, sin apenas sonrojo, que la ausencia de pruebas arqueológicas o documentales de las prácticas ganadera y agrícola en Redes era debida a que “estas tierras siempre fueron feudales y por ello no quedó nada” (sic), lo cual viene a significar, además de la evidente carencia de conocimiento histórico, que los neandertales, agricultores y ganaderos que ya entonces andaban en madreñas, eran los vasallos de un feudalismo paleolítico, que no medieval, ejercido por, en ausencia de otros señores, los homo sapiens. Churras, merinas y xaldas, todas juntas. Histeria versus historia. Vamos, que cuando el grupúsculo reclute otros dos o tres histeriadores habremos de reescribir esta última. Si en el muro todo devino en una antología del disparate, mediante correo interno fui atacado de forma soez y amenazado por una escopeta que "igual tira contra un llobu, contra un osu, que contra un subnormal". Como diría el personaje de José Mota… ¡ay como están las cabezas!…El colmo del absurdo es la colección de "me gusta" (esa herramienta también social de nula utilidad, valga la redundancia, social) que se regalan entre sí la media docena de sicofantes alborotadores del grupo, más el de algún otro tisanuro guarecido en la oscuridad cibernética.... Asinus asinum fricat.

          Seamos algo más serios y considérese, aunque sea brevemente, cómo pueden afectar al comportamiento ecológico aquellos problemas que tiene nuestra mente para procesar información, sesgos y distorsiones que contribuyen a explicar el sorprendente hecho de que la magnitud de la crisis socioecológica no haya tenido la respuesta ciudadana que parecería merecer a los ojos de un observador imparcial. Parte de la respuesta podría estar en los sesgos de procesamiento cognitivo que son esperables, sobradamente conocidos por los psicólogos, y que empezaron a conocerse cuando se aplicaron a la ciencia económica a partir de la obra de Amos Tsverky, psicólogo cognitivo y matemático, y del premio Nobel Daniel Kahneman. Sí, el mismo que acertadamente sostiene que la gente vota sobre cosas de las que no tiene ni idea. Otro pensador contemporáneo, el creador de la negociación racional en un mundo irracional, el norteamericano Max H. Bazerman, jugando con esta idea definía, por ejemplo, el cambio climático como una “sorpresa tristemente predecible”, y señaló cinco sesgos cognitivos o heurísticos, que no dejan de ser procesamientos simplificados de la información que sistemáticamente pueden llevarnos en la dirección menos adecuada a la hora de comprender y actuar en relación con los problemas socioecológicos.

          El primero de ellos es nuestra predilección por los esquemas de “causa única”, una tendencia que nos conduce a intentar identificar y tratar una raíz  única de los problemas frente a lo que son, con toda certeza, problemas multicausales. El segundo son nuestras “ilusiones positivas”, que nos llevan a infraestimar la gravedad de los problemas en general. En tercer lugar sitúa nuestro “egocentrismo cognitivo”, el mismo que nos hace interpretar lo que sucede del modo que nos favorezca y que tiende a reforzar el status quo, es decir, las cosas como están. Nuestra tendencia a responder sólo a  los problemas que experimentamos directamente o a través de percepciones claras es el cuarto de los sesgos. Por último, Bazerman destaca que operamos con “tasas de descuento” excesivamente altas hacia los problemas futuros.

            Probablemente estos sesgos tengan raíces evolutivas. Considérese, a modo de ejemplo, el tipo de amenazas a las que nos hemos enfrentado a lo largo de cientos de miles de años y ante las que, por lo tanto, estamos mejor preparados para responder. Se trata de amenazas que son visibles, con precedentes históricos o biográficos, inmediatas, con causas simples, causadas por otros, humanos o no humanos, y con impactos personales directos. Piénsese en una escaramuza entre tribus, una hambruna o un incendio… y ahora piénsese en los rasgos que definen un problema socioecológico como la interrupción del ciclo del nitrógeno o la acidificación de los océanos: invisible, sin precedentes en nuestras vidas ni en la historia, de muy largo recorrido, resultado de causas complejas, causados por todos y por ninguno, impredecibles y con impactos personales indirectos.

            No quiero concluir sin considerar un sexto sesgo que, si bien no está en la lista de Bazerman, es uno de los más importantes en nuestro procesamiento informativo: el sesgo de la confirmación. Este sesgo hace que las personas busquemos información coherente con lo que previamente pensamos, sentimos o queremos,  y nos conduce a descartar, evitar u olvidar otra información que nos pudiera hacer cambiar de opinión y/o comportamiento. Este sesgo se constata cuando las personas muestran una fuerte preferencia por sus modelos previos, por ejemplo, del calentamiento global, haciéndoles susceptibles de sesgos confirmatorios que llevan a interpretar erróneamente datos y tendencias, como cuando se confunde de forma constante tiempo (fenómeno meteorológico, corto plazo) y clima (datos estadísticos, largo plazo).

          Acertaba Nietzsche cuando afirmó que las convicciones son más firmes enemigos de la verdad que la propia mentira. "Si dices que fae un bon día, pégote un tiru", bramaba John Wayne a Maureen O’Hara mientras esta le servía los huevos fritos… Después, arrogante e inevitablemente antropocéntrico, bien podría irse a pegar tiros a lobos, osos, bisontes o diplodocus...

domingo, 21 de octubre de 2012

Cuando Robert Crumb encontró a Charles Bukowski...

"Justo en ese momento el teléfono sonó otra vez. Estaba en el suelo, en el centro de la habitación, donde Harry lo había dejado. Los dos saltaron de la cama hacia el teléfono. Al segundo timbrazo los dos estaban en el suelo, agarrando una parte del auricular cada uno. Giraron una y otra vez sobre la alfombra, respirando pesadamente, con las piernas y los brazos y los cuerpos en una desesperada yuxtaposición. Y así se reflejaban en el espejo que había en el techo de pared a pared".

(Charles Bukowski; Traéme tu amor y otros relatos, 2011)




 

“Para mí —opinó Crumb sobre Bukowski— dice las cosas como hay que decirlas. Creo que para ser artista o escritor en el mundo moderno hace falta una fuerte dosis de alienación. Si eres muy equilibrado, no tienes nada interesante que decir”.

”En la gente que él dibuja —dijo Bukowski sobre Crumb— hay energía y resplandor. Una de las personas más verdaderas que he conocido. Sería para mí un mágico honor que ilustrara algunos de mis ruinosos personajes”.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Sobre Poe, Maclaurin y las celdillas de las abejas...

          Es casi seguro que en alguna ocasión los lectores de Edgar Allan Poe (1809-1849) hayan tenido entre manos El Cuento Mil y dos de Sherezade. La historia es una escalofriante versión del destino final de la famosa narradora de Las Noches árabes. El cuento en sí se lee con mucho deleite por el enorme despliegue de conocimientos de los que se vale Poe para crear un argumento alucinante. Habla, por ejemplo, de bosques petrificados en Texas, el daguerrotipo, la pila voltaica, el jugador autómata de ajedrez de Maelzel, la máquina calculadora de Babbage, el electrotipo, el león-hormiga y las abejas. Esto último resulta lo más sorprendente. En una de las páginas de dicho cuento se lee lo siguiente (véase Aventuras de Arthur Gordon Pym y otros relatos, editorial Optima, Barcelona, 2da edición, 1999, p. 295):

          "Abandonando aquella tierra, llegamos en seguida a otra, en la que las abejas y los pájaros son matemáticos de tanto genio y erudición que diariamente dan lecciones científicas de geometría a los sabios del imperio. El rey de aquel lugar ofreció una recompensa por la solución de dos problemas muy difíciles; problemas que fueron resueltos al momento: uno por las abejas y otro por los pájaros; pero el rey guarda su solución en secreto y, sólo tras muchas discusiones y trabajo y la escritura de voluminosos libros durante una serie de años, llegaron los hombres matemáticos finalmente a soluciones idénticas a las dadas por las abejas y por los pájaros."

          Como se observa, Poe hace clara alusión a dos ancestrales problemas de las matemáticas. El primero, el de los pájaros, fue estudiado y analizado por el genio renacentista Leonardo da Vinci en El Códice de los pájaros (Biblioteca Real de Turín), que, dicho sea de paso, fue elemental para propiciar la invención de los molinos de viento y los aeroplanos. El segundo, igualmente interesante, es el problema de las abejas, del cual quiero detallar algunas cosas, que si bien no son nuevas, resulta interesante recordar desde el punto de vista matemático.

          Es popularmente conocido que las abejas son insectos sociales que se esfuerzan denodadamente en las colmenas (no tanto si consideramos los últimos estudios científicos), pero ¿cuántas personas saben que la construcción de la estructura interna de una celdilla del panal esconde un maravilloso y peculiar proceso matemático? ¿Quién podría sospechar que almacenar miel en un panal es un problema de máximos y mínimos? ¿A qué se debe la forma hexagonal de las celdas que forman el panal? ¿A qué se debe la elegante simetría de dichas celdas? Aunque ya anoté algunos descubrimientos matemáticos en una entrada anterior, añadiré ahora otra cuestión de interés en relación a la forma geométrica del fondo de las celdas.

          Las abejas construyen las celdillas de forma que sus paredes forman ángulos tan exactos que pueden almacenar en su interior la misma cantidad de miel empleando la mínima cantidad de cera en su construcción y lograr así la mayor estabilidad de la estructura, lo cual sucede cuando cada celda dispone de un fondo piramidal constituido por tres planos que se encuentran en un punto formando tres rombos idénticos. Para entender esto véase la figura siguiente:







          El ángulo JKL y el perímetro hexagonal determinan la forma final de la estructura más adecuada de la celda para almacenar la miel. ¿Cuánto mide dicho ángulo? ¿Qué tiene que ver con la forma hexagonal de la celda? Pues fueron grandes interrogantes, hasta que genios como Johanes Kepler, Charles Darwin, Giaccomo Maraldi, Lord Kelvin, Samuel Koenig, Gabriel Cramer y Colin Maclaurin los estudiaron a fondo. De entre las soluciones al problema de las abejas Maurice Maeterlinck (autor belga y premio Nobel de literatura en 1911) destaca, en su magnífica obra La vida de las abejas (léase capítulo 4), la de Maclaurin (el autor del famoso desarrollo en serie), cuyo trabajo al respecto puede encontrarse en los anales de la Sociedad Real de Londres. El ángulo agudo JKL resulta tener un valor aproximado de 70° 31'. 

          Algunos, como D'Arcy Thompson en su célebre On Growth and Form (Sobre el crecimiento y la forma), sugieren que la forma hexagonal es producto de la tensión superficial; otros, como Darwin, especulaban con que las celdas se acomodaban de tal forma que los espacios vecinos se redistribuyen partiendo de una forma cilíndrica hasta adoptar la inevitable forma hexagonal.

          Para Keith Devlin en El lenguaje de las matematicas "... no son las leyes de la naturaleza inanimada las que dan a los panales su elegante forma simétrica; son mas bien las propias abejas las que construyen sus panales de esa manera. Secretan la cera en forma de copos sólidos, y construyen el panal celda por celda y cara por cara. La humilde abeja es en algunos aspectos, por lo que se ve, un geómetra altamente consumado, al que la evolución ha equipado para la tarea de construir su panal de la forma matemática óptima."

          Aunque se trate de una licencia literaria, resulta muy sorprendente lo leído en el best seller de Dan Brown, El Codigo da Vinci (Doubleday, traducción española de Juanjo Estrella, Barcelona, Umbriel, 2003, Cap. 20, p. 121), sobre que la proporción aurea esté bastante relacionada con el mundo de las abejas, pues según dicho libro al dividir el número de hembras por el número de machos de cualquier colonia siempre se obtendrá como resultado el increíble número áureo: 1,618... Dejo la validez del dato como ejercicio para los lectores ¿Será este un dato empírico o se deducirá de la forma en que se reproducen las abejas?

          Finalmente, imaginemos que hace mucho tiempo existían diversas especies de abeja, que paralelamente construían celdillas de diferentes geometrías. Aquellas que gastaban menos recursos tenían una clara ventaja sobre las demás. ¿Se trata de una ventaja evolutiva según el concepto darwiniano?


miércoles, 10 de octubre de 2012

Sobre africanos, J.J. Rousseau y Michel de Montaigne...

            Popularmente se supone que los africanos rebosan sabiduría indígena y conocimientos ancestrales sobre plantas y animales. Son expertos en su identificación por el rastro, el olor o las señales que dejan en los árboles y se embarcan en meticulosos análisis encaminados a determinar a que planta pertenece una hoja, fruto o corteza. Para infortunio suyo, los occidentales suelen actuar de una manera interesada en sus interpretaciones.



Estatua en honor de Michel de Mointaigne (1533-1592), levantada en 1930.
Se encuentra en la Square Paul Painlevé, en el céntrico Barrio Latino de París. Situada delante de la Universidad
de La Sorbonne, sirve de amuleto para los estudiantes, quienes antes de los exámenes le tocan el pie derecho.



En la época en que se daba por sentada la superioridad cultural de Occidente, era intuitivamente evidente para todos que los africanos se equivocaban en la mayoría de las cosas y que simplemente no eran muy listos. Por lo tanto,  no era de extrañar que sus mentes no fueran nunca más allá de sus estómagos. El antropólogo se encontraba de forma inevitable en el papel de refutador de esta concepción del hombre primitivo. A él le tocaba demostrar que cierta lógica guiaba su comportamiento y que seguramente su sabiduría escapaba al observador occidental.

En esta época de neorromanticismo, el antropólogo ético se sorprende al encontrarse de repente en el otro extremo. Actualmente, el hombre primitivo es utilizado por los occidentales, igual que lo fue por Rousseau o por Montaigne, para demostrar algo referente a su propia sociedad  y reprobar los aspectos de la misma que les parecen poco atractivos. Como apuntaba este último, todo lo que no sean nuestras costumbres pertenece a la barbarie.