Fue por medio del filósofo naturalista Eduardo Zugasti como llegué hasta la obra de Daniel Kahneman (1934), y no hace mucho de mi mención en una entrada anterior al psicólogo
norteamericano-israelí, en la actualidad profesor
emérito en Princeton y hace poco
incluido en la lista de los 100 pensadores globales más influyentes por
la publicación Foreign Policy. Aunque es cierto que Kahneman recibió su Nobel
en 2002 (con Amos Tversky) por sus contribuciones a la teoría económica, las
repercusiones de su trabajo son tan extensas que prácticamente no existe área
de las ciencias humanas en la que no haya influido. Recientemente ha publicado Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2012) una de
las obras más comentadas (y vendidas) del año, orientada al público general, en
la que repasa toda su carrera como psicólogo experimental.
Réplica en bronce de The Thinker, de Rodin, ubicada en el Changchun World Sculpture Park (China).
Utilicemos, por ejemplo, nuestra intuición para resolver
este sencillo acertijo:
Una camisa y una corbata cuestan 55 euros
La camisa cuesta 50 euros más que la corbata.
¿Cuánto cuesta la corbata?
La rapidez, la fortaleza y el agrado de la intuición llevan
a responder 5 euros de forma incorrecta. Para llegar a la solución correcta, 2,5 euros, la mayoría tendrán que
recurrir al lápiz y al papel y resolver una sencilla ecuación matemática,
ejercitando así la forma más lenta y laboriosa de pensar permitida por
nuestro cerebro. Ya son algunos los psicólogos que consideran este tipo de test
o acertijos como un análisis más válido de la inteligencia de una persona que
los habituales test de cociente intelectual. El ejemplo propuesto ilustra que
las intuiciones son frecuentemente erróneas por muy poderosas que estas
parezcan.
El ser humano posee una sola mente, aunque varios son los
mecanismos de decisión. Kahneman entiende esta toma de decisiones como dos
sistemas principales. El Sistema 1 está vinculado a las emociones y actúa
“de forma rápida y automática, con pequeño o ningún esfuerzo y sin
sensación de control voluntario.” El Sistema 2, por su parte, actúa a modo de
agente racional que “concentrando la atención en las actividades mentales que
así lo demandan, incluyendo los cálculos complejos.”
La mayor parte de nuestros juicios diarios son fruto del Sistema
1, y suceden de forma automática, intuitiva y emocional, aunque normalmente nos
permiten desenvolvernos razonablemente en la vida práctica. Sin embargo, el Sistema
1 también genera gran número de intuiciones erróneas con consecuencias
triviales o, en ocasiones, catastróficas. Únicamente al entrar en juego el Sistema
2, discriminando las gratificantes sugerencias de nuestro sistema emocional, y
sólo tras un gran esfuerzo cognitivo, se pueden intentar resolver los problemas
contra intuitivos o difíciles. Kahneman propone que se analice la naturaleza de
nuestra racionalidad más a través de los errores que de los aciertos.
Paradójicamente, estos errores o sesgos cognitivos aparecen inconscientemente
en nuestra mente consciente, además de que poseen cierta irresistibilidad en
las personas psicológicamente sanas sucediendo sistemáticamente bajo las
circunstancias adecuadas.
He aquí algunos ejemplos (véase aquí lo numeroso de los errores cognitivos). La ilusión de causalidad ocurre de
forma natural cuando se infiere, de forma errónea, que dos sucesos naturales
están relacionados entre sí de manera intencionada. El efecto Halo sucede
cuando se atribuyen en exceso características positivas o negativas a
determinada persona basándonos en pistas vagas pero emocionalmente atractivas
(el culto a los futbolistas es un ejemplo de actualidad). La ilusión de validez
afecta en particular a los expertos en campos difícilmente predecibles, como la
política o la bolsa, generando un exceso de confianza en predicciones
infundadas y comprometiendo la validez de los juicios de los supuestos
especialistas.
El Sistema 1, diseñado para creer pero no para dudar, es
temeroso con la incertidumbre y el azar, de modo que lleva a conclusiones
precipitadas aunque capaces de convertirse en historias bonitas. Esta situación
psicológica explica por qué el fanatismo, los dogmas y, por qué no, las
convicciones, frecuentemente se sustentan en la ignorancia, o en pruebas
insuficientes, y por qué el escepticismo (laboriosa operación del Sistema 2)
continúa siendo tan impopular y costoso.
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