En razón a que en los últimos años
se vienen descubriendo y publicando nuevos fósiles humanos, toda la comunidad científica acepta la
existencia de formas múltiples de homínidos (homininos, técnicamente hablando) en
un pasado relativamente remoto. Paradójicamente, se advierten reticencias a
reconocer la homodiversidad de épocas
recientes y puede que ser la especie elegida, como apunta Juan Luis Arsuaga, nos
dificulte un asumir lo incontrovertible de la enorme diversidad de poblaciones, de
especies y de linajes humanos que vienen evolucionando en los últimos cien mil
años. No se olvide que, por ejemplo,
hace 60.000 años coexistían varias especies humanas.
Homo floresiensis (Brown et al, 2004), réplica en el Senckenberg Museum, Frankfurt am Main,Alemania.
Con la publicación de los hallazgos de la isla de Flores (Indonesia, 2004), a
los que se añaden los aun recientes de Denisova (Siberia, 2010), Zhirendong (China, 2010), Maludong y Longlin (China, 2012) la comunidad científica plantea una vez más una vieja e
interesante cuestión: ¿Cual ha de ser la clasificación de restos cuya anatomía supera los
límites de lo conocido anteriormente? ¿Son una población desconocida? ¿Pertenecen
a una nueva especie? ¿O quizá un nuevo linaje? De forma más concreta, ¿cuál es
su posición taxonómica? Para este tipo de preguntas complejas y técnicas no
siempre la respuesta es satisfactoria.toria y por ello se aprecian en algunos artículos de divulgación las dificultades
propias de distinción entre los conceptos de población, especie y linaje.
Población es aquella comunidad reproductiva de organismos que viven en
un mismo espacio, durante un tiempo breve medible en número de generaciones, dando forma así a entidades relativamente aisladas de otras similares, con
cuyos individuos no se reproducen habitualmente, aunque sí de forma ocasional.
En el registro estrictamente humano el concepto de población se presenta en ejemplos tan variopintos como las poblaciones paleolíticas de
cazadores-recolectores o las poblaciones actuales de yanomamos en la selva frontera entre Venezuela y Brasil.
Paradójicamente, la noción de especie,
considerada por muchos autores como la unidad básica de la biología, es una de
las más complicadas en su definición. La discusión de lo que es (y de lo que no
es) una especie humana ha pasado de forma reciente a un primer plano en las
dudas del no especialista. Por ejemplo, los resultados del “genoma neandertal”
ha puesto de manifiesto intercambio genético entre Homo sapiens y Homo
neandertalensis, considerados por muchos como especies distintas. Cabe la
pregunta de si verdaderamente neandertales y humanos modernos pertenecemos a
dos especies distintas. La existencia de cruces genéticos entre ambos grupos
humanos parece invalidar el mismo concepto biológico de especie, ya que este establece
la barrera reproductiva (la posibilidad de descendencia fértil) como el límite
para caracterizar especies a través de sus individuos. Sin embargo, parece que
una estricta definición en términos de interfecundidad es insuficiente. Momentaneamente
podría decirse que algunas especies animales de divergencia reciente en su
evolución -especies genéticamente próximas- ocasionalmente pueden producir
híbridos fértiles. Y en este marco se acepta como un buen ejemplo de este
fenómeno la hibridación ocasional entre neandertales y sapiens en el Oriente
Próximo, hace unos 70.000 años, como así demuestran los resultados del proyecto
“genoma neandertal”.
El concepto linaje
expresa mayor extensión temporal y se refiere a la secuencia de ascendencia y
descendencia de una determinada entidad biológica con características
heredables propias. Por ejemplo, el linaje neandertal alude a la secuencia
evolutiva de poblaciones y/o especies desde la aparición de los caracteres
distintivos neandertales hasta su extinción hace unos 25.000 años. Reconocer un
linaje entraña algo más que la definición de una especie ya que es necesaria la
divergencia de ramales evolutivos de un mismo grupo biológico desde un antepasado.
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