miércoles, 24 de agosto de 2011

Sobre Ocypode quadrata, cangrejo fantasma y primo de los violinistas...

Apurando mis últimas semanas en Venezuela, aproveché unos días libres para conocer la playa de Caracolito, en Higuerote, donde, debido a lo frondoso e inescrutable de la vegetación, el acceso se realiza únicamente por mar en algunas lanchas propiedad de los lugareños.

La plácida ensenada de Caracolito goza de unas aguas cálidas y transparentes, perfectas para el buceo, pero lo que más sorprende cuando estás en tierra es la presencia multitudinaria de unos cangrejitos blanquecinos que horadan desesperadamente la arena y que corren y saltan como demonios. Como la curiosidad pudo más que el asueto, envié unas fotografías al profesor Juan Armando Sánchez, Ph.D., perteneciente al Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias, en la Universidad de Los Andes, Bogotá, el cual, y con la colaboración de Dave M. Hudson, Ph.D., oceanógrafo experto en biología y ecosistemas marinos de la Universidad de Connecticut, me ayudó en la identificación de tan veloz crustáceo: Ocypode quadratta.




Fotografía de Marcos A. Castro



La especie Ocypode quadrata, descrita por J.C. Fabricius en 1787 a partir de especimenes recogidos en Jamaica, pertenece a la familia Ocypodidae (que también incluye los cangrejos violinistas) y dentro de esta, los Ocypode constituyen un género de crustáceos decápodos conocidos vulgarmente como cangrejos fantasma por su comportamiento nocturno y su coloración pálida. Las características del género incluyen una pinza mayor que la otra.

Su nombre científico deriva de la raíz griega Ocy ("rápido") y ποδός (podos, "pie"), en referencia a la velocidad del animal, sin parangón entre los crustáceos, que cuando escapa de sus depredadores alcanza, según los autores más optimistas, hasta 20 km/h. Mientras que a marchas normales utiliza los cuatro pares de patas caminadoras, el cuarto par se levanta del suelo cuando acelera y en situaciones de emergencia utiliza únicamente los dos primeros pares.

Posee dos protuberantes ojos negros, con visión de 360°, que usa para apreciar el vuelo de insectos y su posterior captura en el aire. Sin embargo, no puede ver directamente hacia adelante, por lo que es fácil presa de las aves y ha esconderse en la arena de forma reiterada, donde excava túneles de profundidad superior a 1 m, en ángulo de 45°, con amplios pasadizos interiores de anchura acorde a su cuerpo -de hasta 50 mm de ancho de caparazón-, los cuales cierra con arena durante las horas más calurosas del día. Los ejemplares adultos cavan más alejados de la orilla que los subadultos, hasta 400 m desde la orilla y cerca de las dunas.





Fotografías de Marcos A. Castro


Aunque de costumbres más terrestres que marinas, al atardecer se sumerge en el agua para humedecer sus branquias, y su vínculo con el mar es vital pues en junio las hembras han de poner sus huevos en el océano donde se desarrollarán las larvas.

Tiene pocos depredadores terrestres y también pocos competidores, lo que le permite una conducta trófica flexible y omnívora, alimentándose de insectos, plantas, detritus, e incluso otros cangrejos, aunque en épocas de escasez puede soportar el hambre durante largos períodos de tiempo.

O. quadrata puede producir hasta tres sonidos distintos (con las pinzas, con las patas y un tercero desde la cámara branquial) que emplean en el enfrentamiento entre machos, altamente ritualizado pero que rara vez alcanza el contacto físico.

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