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martes, 24 de septiembre de 2013

Sobre la la caza, la extinción y la reintroducción del venado (Cervus elaphus) en Redes...


Por antonomasia, los principales mamíferos cinegéticos son los artiodáctilos, tanto por su aprovechamiento ancestral como fuente de carne para los pueblos primitivos de cazadores, como por su papel posterior de complemento nutricional para las sociedades agrícolas. Miles de años después, al final de la dominación romana, el derecho germánico introducido en la Península por los pueblos nórdicos ocupantes consideraba la caza como potestad del rey, privilegio que se perdió en el tiempo diluido en concesiones a los nobles o a las órdenes religiosas. La pretendida restricción se prolongó hasta 1837, aunque su reforma definitiva devino en la Ley de Caza de 10 de enero de 1897, fundamentándose el derecho de caza en atributo de la propiedad.

            Aun a pesar de las leyes destinadas a la protección de la caza desde los fueros y pragmáticas medievales, en los que se establecen zonas restringidas a la práctica cinegética, periodos de veda, días de fortuna y prohibición de determinadas técnicas venatorias, el detrimento de éstas en la Cordillera Cantábrica debió ser moneda común, ya que en la Junta General del Principado de 3 de septiembre de 1623 se señala que “hay muchas personas que caçan y pescan libremente y en esto a habido y ay mucha desorden, a cuya causa se halla muy poco caza y pesca y se espera abra menos”. Esa situación desembocó en la desaparición en el área cantábrica de dos especies de gran interés cinegético: el venado y la cabra montés.

            El venado fue muy perseguido en Asturias en los últimos siglos, como importante fuente de carne en tiempos de agricultura de subsistencia y por la utilidad de sus cuernas en la manufactura de utensilios de uso diario, como mangos de herramientas, piezas para los carros, etc. Tal fue así que acabó por desaparecer en las montañas al del Norte peninsular en la transición del siglo XIX al XX. En Asturias, donde ya era escaso a lo largo del XIX, su menguada población se escindió en dos grupos, uno en la zona oriental (Cabrales y Peñamellera), que posiblemente desapareció el primero al quedar completamente aislado al Norte de los Picos de Europa, y otro al sudoeste (Cangas del Narcea, Somiedo y Degaña), el más importante por su continuidad con los montes del Bierzo y adentrándose en las provincias de Lugo, Orense, León y Zamora. A este núcleo pertenecían los últimos “venados caballares”, mayores que los actuales según el recuerdo de la tradición. Los últimos ejemplares aborígenes fueron cazados en Degaña en la primera década del siglo XX.

            Si bien la reintroducción, a mediados del pasado siglo, de la cabra montés resultó un rotundo fracaso y la del gamo sólo prosperó en la Sierra del Sueve,  la suelta de venados en distintos puntos de la geografía asturiana obtuvo mejores resultados de los esperados, ya que de un centenar escaso de ejemplares liberados se ha llegado a la población actual. Según los datos de la Sociedad Astur de Caza y de la Consejería, en su momento, de Agricultura y Pesca, el primer enclave de suelta en nuestra región fueron los montes de Caleao (Caso), donde en 1952 se liberaron 17 ejemplares traídos Quintos de Mora (Toledo). Ese mismo año se hizo lo propio con idéntico número de animales en el bosque de Peloño (Ponga). Ocho años después, en 1960, se produjo una nueva suelta de 3 ejemplares en los montes de Redes. Se pudo constatar que los individuos reintroducidos en Ponga se expandieron hacia los montes de Caso, así como los liberados en Caleao colonizaron los montes del vecino concejo de Aller. En años posteriores, hasta comienzos de los setenta, otra docena de reintroducciones se llevaron a cabo en distintos puntos de la geografía asturiana (Nava, Piloña, Proaza, Somiedo, Parque Nacional de Covadonga, Colunga, Ibias) con mayor o menor éxito.

            Hoy, desde la administración autonómica, se propone una densidad umbral óptima de ciervos de 5-6 individuos por cada 100 Ha. Apunto también el dato de que a la fecha, en el Parque Natural de Redes, formado por los concejos de Caso y Sobrescobio, se estiman densidades de entre 3,1 y 4,1 individuos por cada 100 Ha, pero esas cifras se elevan hasta los 27 en el Parque Nacional de Picos de Europa.


Sobre la berrea y la reproducción del venado (pinchar aquí).
Sobre la cuerna del venado: descorreo, escoda y desmogue (pinchar aquí).


Deer and Deer Hounds in a Mountain Torrent (1832), por Sir Edwin Henry Landseer. Óleo sobre lienzo, 40.5x90.8 cm, en la Tate Gallery de Londres.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sobre lobos, fantasmas y agitadores sociales...

Según una encuesta internacional, una de cada cinco personas cree en la existencia de extraterrestres. Una proporción similar de españoles (21%) cree en platillos volantes y paisanos verdes. Quizá se encuentren entre ellos los avezados diputados asturianos que dicen que en Asturias hay más de 500 lobos, que justifican el uso del veneno en “legítima defensa” (es ilegal, por supuesto) y que, en su apogeo de ignorancia, sensacionalismo y alarmismo, consideran peligroso llevar a los niños a la parada del autobús. Sí, todo muy “alucinante”. Si usted quiere constatarlo, lea el diario de sesiones del parlamento asturiano del 9 de noviembre o vea el debate de la televisión autonómica del 29 de octubre. Pero recuerde que, como en una novela o en una película de ciencia ficción, todo parecido con la realidad es pura coincidencia.



Cabeza de lobo de El Pajarillo, en piedra caliza., 96 x 54 x 54 cm, en el Museo de Jaén.
Pieza integrante del conjunto escultórico de "El Pajarillo" cortijo en Huelma, Jaén.
Esta pieza, de la primera mitad del s. IV a.C., representa a un lobo en actitud amenazante, a juzgar
por la posición de las orejas -inclinadas hacia atrás-, el hocico -arrugado- y la boca entreabierta. 



Qué tal si, basados en este porcentaje de creyentes en extraterrestres, se propusieran “medidas preventivas” para que en tiempos de crisis no nos invadan las pateras voladoras. El restante 79% de ciudadanos reclamaría pruebas concluyentes para confirmar su existencia y, mientras tanto, se preocuparía de los fantasmas de carne y hueso que malgastan fondos públicos, ¿no creen? Con la misma falta de rigor, de manera populista y con el agravante de que sí hay datos reales que utilizar, la administración asturiana, la del “paraíso natural”, habla de “superpoblación” de lobos y plantea la “medida preventiva” (= matanza), de 66 lobos y 4 camadas, unos 90 lobos por tanto en un año. Una medida que no corresponde en absoluto con la tendencia de la población de lobos.

En Asturias, sólo el 1.4% de la población cotiza oficialmente en el sector agro-ganadero, lo cual supone el 3.6% de la población activa, como se desprende de los datos públicos del Instituto Asturiano de Estadística (2011). A pesar de la conocida disminución de población dedicada a la ganadería y agricultura en los últimos lustros por razones socioeconómicas, pasta en Asturias casi medio millón de vacas; es decir, más que nunca. En vez de utilizar las subvenciones europeas para mejorar la producción de los escasos ganaderos a título principal y para buscar alternativas, se ha venido dilapidando dinero entre quienes sí podrían merecerlo y quienes se han convertido en ganaderos oportunistas. Por tener una vaca, que no implica necesariamente que su dueño sea un ganadero profesional, se han podido llegar a cobrar más de 1000 euros anualmente en subvenciones, algunas con compromiso de conservación ambiental. Entretanto, en 2002 se promulgaba el Plan de Gestión del lobo en Asturias. Su aprobación fue una buena noticia para la gestión de la especie. El plan evaluaba el impacto que los daños tenían sobre la cabaña ganadera y los ganaderos anualmente: las indemnizaciones pagadas por daños de lobo no llegaban a suponer el 1% de las subvenciones recibidas y los animales afectados, aún asumiendo que todos los daños tramitados fueran causados por lobos, que es otro cantar, no llegaban tampoco al 1%. Si el político que acusa a los lobos de “comerse la nómina” de los ganaderos conoce (como es su obligación) estos datos, su bravuconería es especialmente grave.

Desafortunadamente, el plan de gestión del lobo no ha frenado su persecución ilegal, y la mortalidad ilegal supone al menos el 50% de las muertes de lobos en Asturias. Para colmo, el plan de gestión está pendiente de renovación desde 2007 y, olvidados los objetivos del documento inicial, lo único que se ha venido ejecutando anualmente son… lobos.

Estos datos deben ser útiles para quien quiera valorar en su justa medida las quejas de los supuestos afectados por daños de lobo y la verdadera magnitud del “conflicto”. Es necesario saber que en algunas zonas de Asturias se traen potros de Galicia para soltarlos en el monte hasta que sufran algún ataque –incluso simulado- y cobrar indemnizaciones. Esa picaresca ha aumentado en ciertas zonas, reflejándose en el “espectacular aumento” en el número de ataques en tiempos recientes. Este fraude es conocido por guardas rurales y técnicos de la administración. También es justo decir que ésta ofreció ayudas para la instalación de medidas preventivas de daños, como cercados, que apenas recibieron atención por parte del público que debía estar interesado. No siempre es cierto, por tanto, que quienes tienen daños de lobo no quieran tenerlos. Además, es de sentido común: el manejo adecuado del ganado es clave para evitar ataques. Está demostrado aquí y en muchos otros países.

El lobo no es una “especie conflictiva”. Es una especie clave en muchos ecosistemas, propia de la Cordillera Cantábrica y cuya correcta conservación debería ser objetivo ineludible en un “paraíso natural”. Conflictivas son las opiniones de unos y otros sobre cómo gestionar la especie. Pero si usted tiene un problema de salud, entiendo que irá a un médico o a varios, y en último término decidirá a cuál hacer caso y cómo proceder. Lamentablemente, en términos de conservación de la naturaleza todo el mundo sienta cátedra, a veces con una frivolidad y desparpajo espeluznantes. Pinchan y cortan algunas ONGs con presupuestos de multinacional, mientras el interesado “ideólogo” de turno aviva el circo con carnaza. Algunos profesionales, desde aquí o desde el extranjero (poniendo nombres propios a aquella “leyenda urbana” de la emigración de jóvenes), asistimos al pobre debate sobre la conversión del lobo en especie cinegética, como si esa fuera la manera de conservar grandes carnívoros. Los lobos ya son gestionados como especie cinegética en Galicia o Castilla y León, por ejemplo. ¿Creen que allí no hay problemas?, ¿deben los cazadores pagar por los daños de lobo o acaso deben disfrutar de su caza y eludir el pago de daños? Quizá nos iría mejor si tuviéramos en cuenta el conocimiento que la investigación científica va generando sobre el papel de los carnívoros en los ecosistemas y la conservación de biodiversidad. Curiosamente, esta sugerencia pone los pelos de punta a quienes ven en la ciencia y los datos reales una amenaza, un tabú, a sus planteamientos sensacionalistas, alarmistas, vacíos de razón y ética.

Este escrito no tiene nada de corporativista. No se salva de mi crítica el biólogo del Parque Nacional de Picos de Europa que mató en 2004 una camada de lobos fuera de todo plan de “control” de la especie, ni el director adjunto del mismo espacio (des)protegido, condenado por estafa en el año 2000, junto con un guarda, por la solicitud de daños falsos de lobo. En lugar de servir de modelo, el primer y único parque nacional con lobos en España es fuente continua de aberraciones en la gestión de la especie. Es muy triste, pero ya no puede sorprendernos. Un informe reciente de la Comisión Europea revela que España, Italia, Portugal y Grecia, son –por ese orden- quienes más infracciones ambientales cometen en Europa; por ejemplo, por no paralizar explotaciones mineras a cielo abierto que se saltaron trámites ambientales y que están destrozando la Cordillera Cantábrica. Esa lista de países es conocida, ¿verdad? Todos están en situación económica lamentable. ¿Cuánto tiempo necesitamos para darnos cuenta de que la conservación de la naturaleza tiene implicaciones para toda la sociedad?

Ya está bien de mentiras. No quedan en Asturias rincones de gran valor natural gracias a los “jardineros del paisaje”. Qué bucólico. Tanto como falso. Quedan a pesar de los 2000 incendios que sufre la región anualmente. Quedan a pesar de decisiones políticas que, alejadas de datos, matan por un puñado de votos. Quedan, tal vez, porque cambios económicos despoblaron zonas del medio rural y permitieron la regeneración de vegetación, en contra de lo que algunos llaman “matorralización” desde el desconocimiento y el interés lucrativo de actividades forestales que mueven millones de euros para la “limpieza” del monte y, aún más aberrante, para la supuesta “mejora de hábitat de especies amenazadas”. En materia de conservación en España hubo avances incipientes hace tres o cuatro décadas y ha habido aciertos puntuales, cómo no, pero hoy día la protección de espacios y especies se diluye a marchas forzadas, a ritmo de república bananera. Me temo que otros profesionales comparten esta conclusión en sus campos respectivos. Así nos va, campeones de Europa en las listas más exclusivas.


Publicado originalmente en el diario El Comercio, el 27 de noviembre de 2012,
por Andrés Ordiz Fernández, Doctor en Biología.
 

domingo, 1 de julio de 2012

Sobre el chancro del castaño (Cryphonectria parasitica)

         
          La enfermedad del chancro del castaño está causada por el hongo ascomiceto Cryphonectria parasitica (Murril) Barr, originario del oriente de Asia (China y/o Japón), donde afecta a la corteza del castaño oriental pero está controlado por diversos mecanismos naturales. Fuera de Asia fue descrita por primera vez en el Jardín Botánico de Nueva York en 1904, donde su introducción supuso el comienzo de un desastre ecológico en las masas forestales de castaño americano (Castanea dentata Borkh). En 1938 se citaría en Liguria (Italia), donde arribó accidentalmente en castaños importados del este asiático, y desde donde se extendió a toda Europa afectando al castaño europeo (Castanea sativa Mill). Actualmente C. parasitica ataca seriamente los castañares del norte de la Península Ibérica y la enfermedad del chancro ha ocasionado la disminución de la producción del castaño en calidad y cantidad tanto de madera como de fruto. Su daño es tal que C. parasitica está incluida en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.






En España las primeras afecciones se localizaron en Galicia, en Corgoma de Valdeorras, en 1940, en una plantación de castaños asiáticos (Castanea crenata) procedentes de Francia, y posteriormente en Vizcaya en 1947. La presencia de la enfermedad, tristemente frecuente en los castañares asturianos, es una imagen habitual y fácilmente reconocible a distancia, pues los árboles afectados muestran generalmente ramas secas.  C. parasitica es uno de los patógenos forestales más agresivos ya que una vez infectado el árbol, éste sufrirá un decaimiento progresivo y probablemente morirá. Por ello en la actualidad la población de castaños en España está siendo exterminada por la acción de este hongo.

          C. parasitica penetra en el árbol a través de lesiones en la corteza de ramas y tronco, apareciendo como primer síntoma apreciable de la enfermedad un marchitamiento que se produce en ciertas partes de la copa por la pérdida de agua en las hojas de los ramillos terminales. A medida que el patógeno coloniza nuevos tejidos las hojas comienzan a caer y aparecen los típicos síntomas de puntisecado. En los árboles infectados por C. parasitica aparecen áreas rojo-anaranjadas en ciertas zonas de la corteza de las ramas y tronco, que se originan como consecuencia de la desecación de los tejidos infectados por el hongo. Estas zonas, ligeramente deprimidas, terminarán arrugándose y agrietándose constituyendo el típico síntoma de chancro que da nombre a la enfermedad.

          La transmisión de la enfermedad consiste en la dispersión de los conidios (reproducción asexual) principalmente a través de insectos, aves, lluvia, mamíferos y caracoles, mientras que las ascosporas (reproducción sexual) son diseminadas por el viento. La mano del hombre también es un importante instrumento de propagación, ya que a través de las labores de poda e injerto transmite la infección mediante las herramientas de corte. Además, las heridas sin cicatrizar y la acumulación de restos de madera infectada en los sotos de castaño también suponen una vía de contagio.

          Al aislar el hongo de árboles en los que el chancro parecía estar remitiendo, se encontraron cepas que presentaban una virulencia, conidiación y pigmentación más bajas que las cepas virulentas normales y a éstas se les llamó cepas hipovirulentas (hv). La hipovirulencia es una atenuación de la virulencia del patógeno causada por la infección del hongo por un hipovirus de RNA de doble cadena que se replica en el citoplasma del hongo y es el responsable de la pérdida del poder patógeno. Las cepas hipovirulentas producen chancros no letales, que quedan restringidos a la parte externa de la corteza y no destruyen el cámbium del castaño, que puede seguir creciendo con normalidad.

El control biológico, basado en el fenómeno de la hipovirulencia, se presenta como la mejor herramienta de lucha contra esta enfermedad. Actualmente en Europa se ha detectado la presencia de 5 subtipos del hipovirus CHV1 -uno de ellos, el italiano, con una distribución mucho más amplia que los demás-. Las cepas hv inoculadas en un chancro activo, podrían producir la cicatrización del mismo, ya que el virus puede pasar de una cepa hipovirulenta a otra virulenta con la que sea compatible gracias a la anastomosis hifal, mecanismo por el cual un hongo intercambia información con otro con el que entra en contacto siempre que ambos sean compatibles. Sin embargo, la incompatibilidad vegetativa limita la anastomosis, por lo que restringe la transmisión del hipovirus, de tal modo que la probabilidad de transmisión es función del número de genes de incompatibilidad vegetativa diferentes entre las cepas que se anastomosan y la diseminación del hipovirus estaría directamente relacionada con la composición de grupos de compatibilidad vegetativa (GCV) de la población. Así, una de las causas del éxito de la hipovirulencia en Europa es la baja diversidad de GCV. Cuando dos hongos son compatibles se dice que pertenecen al mismo grupo de compatibilidad vegetativa (GCV).

La hipovirulencia también se transmite mediante la dispersión de conidios pero, como se apuntó anteriormente, una de las características que suele ser frecuente en las cepas hv es la baja conidiación. El hipovirus no está presente en las ascosporas que se diseminan a grandes distancias llevadas por el viento.

        Todo ello otorga gran importancia al estudio de la diversidad del patógeno en nuestra región, puesto que la forma de transmitir la hipovirulencia sería entre cepas compatibles, en consecuencia la lucha biológica será tanto más útil cuanto menor sea la diversidad.






De forma más general, los métodos de control que pueden ser aplicados a la enfermedad se detallan a continuación: 

1.  Medidas culturales y de gestión que ayuden a mantener el buen estado de las masas forestales, tales como podas, aclareos, etc., previa adecuada desinfección de las herramientas de corte.
2.   Tratamientos químicos mediante inyección y riego con fungicidas. El primero se considera que no es económicamente rentable y es de difícil realización, mientras que el segundo requiere disponer de un fungicida sistémico eficaz aún no disponible.
3.   Control biológico utilizando cepas hipovirulentas. Su principal ventaja es que se trata de un método respetuoso con el medio ambiente y autosostenible, por lo que es ideal para especies forestales. Este método de control ha sido utilizado en varios países con mayor o menor fortuna para tratar la enfermedad. Se ha experimentado con la aplicación manual de mezclas de cepas hipovirulentas para asegurar la transmisión del hipovirus por anastomosis, sin embargo, esto puede conllevar un aumento de la diversidad, lo cual es negativo para la eficacia de la lucha biológica. Se han citado resultados  positivos de control biológico en Francia y Eslovaquia, y se han realizado algunos ensayos de control biológico con otros agentes microbianos, sin embargo el tratamiento más extendido es el basado en la hipovirulencia. 
4.  Mejora genética, buscando híbridos resistentes, más desarrollada en Norteamérica, pero hasta el momento sin resultados, a pesar de que en la actualidad se están produciendo retro-híbridos de castaños americanos y asiáticos, para obtener uno resistente.

Actualmente, en España, esta enfermedad afecta casi sin excepción a todos los castaños del norte peninsular. En Asturias, donde la superficie forestal dedicada a castaño ocupa 59.822 Ha, se realizaron dos prospecciones en dos períodos diferentes, encaminados a conocer la situación de la enfermedad, en los años 1989/1990 y en 1999/2000. En esta última prospección se comprobó una importante expansión de la enfermedad desde 1982, de tal modo que en el año 2000 sólo 18 de los 78 concejos del Principado estaban libres del chancro. A pesar de ello, tan sólo se conservaban unos veinte aislamientos del hongo y no se habían estudiado desde el punto de vista epidemiológico.

          Un 6% de la extensión del Parque Natural de Redes está formando por matas de castaño (1727 Ha en Caso y 604 Ha en Sobrescobio) y, como se observa en los mapas mostrados a continuación, el chancro del castaño ya se detectó en los primeros estudios elaborados hace ya casi treinta años, en 1982. Para esa fecha, los concejos afectados en Asturias eran los de Caso, Sobrescobio, Laviana, Aller y Piloña.



Asturias, concejos afectados en 1982


 
Asturias, concejos afectados en 1989-1990
 

Asturias, concejos afectados en 1999-2000



En base a esta situación claramente expansiva, en julio de 2004 el Laboratorio de Fitopatología del SERIDA comenzó a trabajar en este tema apoyado por la Caja Rural de Asturias, realizando muestreos en la región que han permitido reunir una serie de algo más de cuatrocientos cultivos monospóricos del hongo. Esta colección, en crecimiento, constituye la base del estudio epidemiológico que se lleva a cabo con vistas a determinar la diversidad existente en nuestras poblaciones de C. parasitica y la búsqueda de cepas hipovirulentas susceptibles de ser utilizadas en el control biológico de la enfermedad.


domingo, 15 de abril de 2012

Sobre la cuerna del venado (Cervus elaphus): descorreo, escoda y desmogue...

           En estas fechas, primeras semanas de la primavera, ya se empiezan a encontrar cuernas de venado en los montes de Redes. Su búsqueda requiere una acertada combinación de experiencia y fortuna. Quien esto suscribe, aliado con la segunda más que con la primera, ya tuvo hace tres o cuatro años la ocasión de "tropezar" con una muy vistosa pareja de dieciséis puntas, aunque no tan espectacular como la que luce en el hostal El Mirador de Tanes, en Caso. Desde entonces, sólo una pieza de corzo (Capreolus capreolus) subiendo hacia Brañagallones, en La Cardosa.

          Curiosamente, la cuerna, protagonista absoluta en las afrentas entre venados durante la berrea (de la que se habló en una entrada anterior), es una característica propia de los cérvidos actuales, pues sus antepasados más remotos carecían de la misma y no fue hasta el Plioceno cuando aparecieron las cornamentas complejas y ramificadas que conocemos en la actualidad. La consecución de estas astas constituye un extraño caso evolutivo, ya que los ciervos las renuevan anualmente sin que el motivo haya sido resuelto satisfactoriamente hasta la fecha. 



 Cabeza de venado, atribuido a Velázquez, hacia 1634, oleo sobre lienzo, 62 x 52 cm, en el Museo del Prado, Madrid.

Imagen de gran calidad, frescura e inmediatez de la cabeza de un venado que por su naturalismo ha sido calificada
de “retrato” y que pudo haber sido pintada para decorar alguno de los Sitios Reales. Su tema, relacionado con la
caza, ha llevado a pensar que pudiera haber formado parte de la colección de pinturas realizadas para el pabellón
de caza conocido como Torre de la Parada.Esta obra fue adquirida en 1920 por don Fernando de Aragón y
Carrillo de Albornoz, marqués de Casa Torres, quien la donó al Museo del Prado en 1975.




          Las cuernas son, químicamente, protuberancias óseas macizas de origen dermo-epidérmico, con un 30-40% de matriz orgánica (fundamentalmente colágeno y otras proteínas), un 60-70% de fosfato cálcico, y otros minerales por debajo del 1% (Zn, Fe, Si, Mg, K y Na).

          Entre las propiedades mecánicas del hueso podemos diferenciar dos tipos: las que dependen de factores estructurales, y las que dependen de factores intrínsecos, que son los que están relacionados con la calidad mecánica del material. El rendimiento mecánico de la cuerna depende de factores como el grosor cortical, diámetro, y la mencionada calidad del material óseo. Pero factores como el clima, la edad, o la densidad poblacional pueden afectar también el grosor cortical, grado de mineralización del hueso, etc., que al ser modificados tienen un efecto directo con las propiedades mecánicas del hueso en su conjunto.

          Los machos, pero no las hembras, desarrollan a partir del primer año cuernas que renuevan anualmente, formadas por un tronco central que surge desde la roseta y se ramifica en puntas o candiles. En el ciervo adulto, pueden distinguirse de abajo hacia arriba los siguientes tipos de puntas (aunque no todas presentes en todos los ejemplares):
 
  • dos pares de luchaderas o, según algunos autores, un par de luchaderas, las primeras desde la roseta, y un par de contraluchaderas, justo a continuación,
  • un par de puntas centrales, 
  • finalmente, un número muy variable de puntas en la parte superior llamada corona.

          La primera cuerna comienza a crecer entre las primeras 36 y 40 semanas de vida, con un peso del animal próximo a los 70 kg. Se inicia a partir de la proliferación de cé­lulas localizadas en las crestas laterales del hueso frontal. Estas células se diferencian en osteoblastos, que dan lugar a la formación del pedículo. Una vez que éste ha alcanzado una longitud de 2,5 cm, sobre su extremo se produce el desarrollo de la cuerna. En esta transición de pedículo a cuerna se observa un cambio en el patrón de osificación, que pasa de intramembranosa a endocondral, ya que este tipo de osificación permite el rápido crecimiento de la cuerna, en la época en la que los andrógenos se encuentran en niveles basales y que en nuestra latitud es durante la primavera. Este período de crecimiento de la cuerna tiene una duración de entre 12 y 18 semanas.

          El crecimiento de la primera cuerna está influido en gran medida por la alimen­tación que reciben los animales, ya que existen unos pesos umbrales necesarios para cada uno de los principales acontecimientos del desarrollo de las varas. Esto confiere gran importancia a la fase de lactación, de manera que los machos que tienen una lactación más fa­vorable desarrollan varas de forma más precoz y de mayor calidad. Así, los animales con fecha de nacimiento más temprana reciben más can­tidad de leche y de mejor calidad, lo que permite suponer que los animales que nazcan más temprano serán los que desarrollen una cuerna de mayor tamaño.

          Las cuernas de los animales de un año suelen consistir en un par de varas no ramificadas, desde muy cortas hasta los 60 cm de longitud con una media de 40 cm, aunque pueden presentar ya varias puntas en algunos ejemplares. Al segundo año puede tener ya entre 6 y 12  puntas, y tiende a aumentar su tamaño y número de puntas en los años siguientes. En su máximo desarrollo, que sucede en torno a los 7 u 8 años, algunos ejemplares llegan a superar el metro de longitud y pueden tener un número de puntas total cercano a las 20. A partir de los 9 años, aproximadamente, la cuerna se produce cada año de menor tamaño, y especialmente con menor número de puntas.




  Cuerna de venado, atribuido a Velázquez y , hacia 1626, oleo sobre lienzo, 127 x 150 cm,
propiedad del Patrimonio Nacional y actualmente depositada en el Palacio de El Pardo.

Adquirida, sin atribución, al marqués de Salamanca por Isabel II, fue ya descrita en relación con Velázquez por Antonio Ponz,
cuando pertenecía al infante don Luis en el Palacio de Villaviciosa de Odón: «Por de Velázquez se estima un quadro que
hay un búho pintado y varias cabezas de caza muerta». La hipótesis, recogida por A. E. Pérez Sánchez, supone que
sobre la cuerna original de Velázquez se habría procedido a una amplia restauración para recuperar las partes dañadas,
añadiendo el búho real y las cabezas restantes para enriquecer la composición, añadidos que no serían tampoco
desdeñables pues habrían sido realizados quizá por Juan García de Miranda o algún otro pintor conocedor de la
pintura seiscentista, correspondiendo a Velázquez únicamente el papel blanco, la piedra en que se apoya y la propia
cuerna sobre un fondo liso de tonalidad castaño-verdoso sobre el que se proyecta la sombra de las astas.




          Las cuernas crecen recubiertas de una piel vascularizada y sedosa denominada terciopelo o borra que, aproximadamente en julio, cuando la cuerna alcanza su mayor tamaño, queda sin irrigación sanguínea y muere a causa de la concentración creciente de testosterona que induce la mineralización de la cuerna, el cese de su crecimiento y su pérdida, siendo este último proceso conocido como descorreo.

          El animal procede entonces con la escoda, o escodado, que cosiste en el frotamiento impulsivo de la cuerna contra tallos y ramas leñosas de poco grosor con el resultado habitual de una pérdida de corteza y la mayor o menor destrucción de los tejidos conductores en una parte variable del eje vegetal afectado. La razón de esta actividad no es otra que la necesidad de provocar el desprendimiento del epitelio velloso que cubre la cuerna durante su desarrollo una vez que éste se ha completado. Liberada la cuerna de su recubrimiento sedoso, esta presenta un color blanco que con el tiempo se torna en marrón.

          A partir de mediados de marzo se produce el desmogue, o caída de la cuerna, y a partir de ese momento, durante los cuatro meses sucesivos, se desarrolla la nueva cuerna siendo a partir de julio cuando alcanza sus mayores dimensiones, entre 70 y 90 cm de modo común. Recuérdese que en el mundo animal la cuerna es el tejido óseo de más rápido crecimiento, alcanzando un crecimiento diario de entre los 2 y 4 cm, y llegando a constituir del 1 al 5% del peso corporal de un ciervo.

          Desde un punto de vista metabólico, el sucesivo desarrollo, descorreo, escoda y desmogue de las cuernas constituye un claro despilfarro energético y nutricional, situación infrecuente en el reino animal, ya que, tras el desmogue, y durante los cuatro o cinco meses siguientes en los que esta vuelve a desarrollarse, los ciervos no solamente hacen uso de los minerales y proteínas que pueden ser ingeridos por medio de la comida sino que el propio animal debe descalcificar su esqueleto para aportar los minerales que precisa, ya que su dieta cubre sólamente del 25 al 40% (en casos excepcionales) de las necesidades de calcio.

          El crecimiento corporal y desarrollo de las cuernas de los venados está fuertemente relacionado con las condiciones ambientales y con la densidad poblacional, por lo que el tamaño y el peso corporal son caracteres altamente variables entre poblaciones y más en los machos que en las hembras presentando dimorfismo sexual. La dieta condiciona la composición mineral de la cuerna y el estado de hidratación de esta afecta a sus propiedades mecánicas, de modo que la cuerna se reseca durante el periodo de las peleas entre machos, lo que le permite absorber mejor los golpes y dificulta su rotura. Las cuernas de los machos pueden indicar su calidad o el estrés sufrido durante su desarrollo anual, lo que podría reflejarse en la asimetría entre éstas. Aunque con excepciones, los machos más grandes tienen cuernas no sólo más grandes sino también más simétricas.

          Hasta no hace mucho se consideraba la cuerna de los machos únicamente como arma, por la ventaja que pudiera representar a la hora de pelear con un rival de su misma especie por la defensa de un harén de hembras, pero estudios recientes han probado que tiene además función de señalización para las hembras, a las que ofrece importante información sobre la fertilidad del macho. El tamaño relativo de las cuernas y su complejidad se asocia con el tamaño relativo testicular y la velocidad de los espermatozoides. Por tanto, las cuernas de los machos pueden indicar no sólo su capacidad de lucha sino también su fertilidad. La composición genética también afecta a la cuerna. Se ha comprobado que las cuernas más pequeñas se dan en individuos más homocigotos.

        



Sobre la caza, extinción y reintroducción (pinchar aquí).
Sobre la berrea y la reproducción del venado (pinchar aquí).

sábado, 21 de enero de 2012

Bosques y cambio climático: una verdad oportuna...


Hayedo en el Parque Natural de Redes (Fotografía de Manuel Suárez Calvo, fotógrafo casín).



          Esta presentación de video de 17 minutos de duración, producida por la FAO y la Comisión Forestal del Reino Unido, muestra en que medida pueden los bosques contribuir a la mitigación del cambio climático y subraya la necesidad de un cambio en la creciente deforestación mundial.

A continuación el video (vía Youtube) en sus dos partes:









domingo, 4 de diciembre de 2011

Sobre los jabalíes (Sus scrofa) y el VII conde de Güemes, derechos de antigüedad...

Los últimos destrozos causados por los jabalíes (Sus scrofa) en las fincas del doble Palacio de Revillagigedo, parroquia de Deva (Gijón), han hecho que Álvaro María del Milagro Armada y Barcaíztegui, VII conde de Güemes e hijo de Álvaro Armada Ulloa, actual conde de Revillagigedo y marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, sugiera al Ayuntamiento de Gijón que controle las poblaciones de esta especie (se supone que con fondos de las arcas municipales).

Ante esta sugerencia, los jabalíes, comuneros que vienen siendo del Monte Deva y sus inmediaciones desde el Cenozoico (o sea, unos 65 millones de años atrás), instan al consistorio gijonés a que controle la población de poseedores de títulos nobiliarios (otorgados por potestad regia desde la "reciente" Edad Media), en su opinión demasiado abundantes e igualmente destrozones. Los artiodáctilos sostienen que, aceptando convencionalmente el inicio de la Edad Media con la caída del Imperio Romano en Occidente, en 476, ellos llevan campeando a sus anchas casi cincuentamil veces en tiempo lo que pueda llevar el primer noble que haya puesto su también noble borceguí sobre las tierras de Deva... lapso despreciable este último.


Sus scrofa hace valer sus derechos de antigüedad en el Monte Deva y los valles colindantes.


jueves, 1 de diciembre de 2011

2011 Año Internacional de los Bosques (II)

Si en una entrada anterior, allá por el mes de agosto, se ofrecían algunos detalles sobre la celebración como tal del Año Internacional de los Bosques 2011, sus motivos y objetivos, vamos ahora con el logotipo que, en palabras de la FAO, tiene por objeto transmitir el lema “los bosques para las personas” a fin de celebrar el papel fundamental que desempeñan estas en la ordenación y conservación sostenible de los bosques del mundo. En cada parte y en su conjunto, el logotipo representa en que modo las múltiples funciones de los bosques tienen importancia en todos los ámbitos de nuestra vida.




        En el logotipo, el árbol, como forma central, representa los bosques de esta Tierra en todas sus variedades y diversidad: de los bosques boreales de coníferas hasta los bosques caducifolios de las zonas templadas y de los bosques xerofíticos de la sabana de las zonas subtropicales a la selva impenetrable de los bosques pluviales tropicales. Los bosques boreales de coníferas del Hemisferio Norte y de las zonas de montañas altas, con alrededor de 14.000 millones de hectáreas, son el complejo forestal que cubre la superficie más grande. A menudo, estos bosques constan de muy pocas especies arbóreas (por ejemplo abetos, pinos o cipreses) pero son habitados por una gran cantidad de especies animales y vegetales. El bosque amazónico, la extensión más grande y más abundante de especies de los bosques pluviales tropicales del mundo, representa más de la mitad de los bosques pluviales que quedan en el planeta. La segunda superficie más grande de bosque pluvial se halla en la Cuenca del Congo.

          El tronco del árbol sostiene el resto del logotipo, destacando que los árboles son el rasgo distintivo del ecosistema forestal y que constituyen la base de varias de las funciones fundamentales que desempeñan los bosques. De hecho, los bosques y sus servicios representan una base esencial para los medios de subsistencia de más de mil quinientos millones de personas en todo el mundo. En muchas regiones, los bosques son una base fundamental para el desarrollo sostenible. El tronco también representa la madera, la materia prima más favorable para el medio ambiente, tan importante para una economía más verde y más sostenible. La madera es igualmente importante como fuente de energía: En muchos países en desarrollo, la madera es la fuente principal de combustible para la cocción de alimentos y la calefacción de los hogares y, en los países industrializados, se está utilizando cada vez más como fuente de energía limpia y renovable. Aproximadamente el 60% de la madera extraída de los bosques y de los árboles fuera de los bosques es utilizada para generar energía.

La copa es la fuente de oxígeno, protagonista de la fotosíntesis necesaria para la vida. En el logotipo, las diferentes partes de la copa representan los múltiples valores de los bosques, como biodiversidad, hábitat, fauna silvestre, seguridad alimentaria, regulación del clima, abastecimiento de agua o fuente de salud para las personas.

En cuanto a la biodiversidad, los bosques son los ecosistemas terrestres más ricos, que contienen más del 90% de las especies terrestres del mundo. Los bosques tropicales albergan un 50% de todos los vertebrados conocidos, el 60% de especies vegetales y la mayor parte de las especies de insectos. La inmensa biodiversidad de los bosques es un tesoro para la humanidad y para todo lo que es vida; es la base para muchos productos y servicios ambientales suministrados por los bosques y es por ello que también posee una gran importancia económica. Si bien los ecosistemas diferentes tienen diferentes niveles de diversidad, las diferencias a menudo tienen causas naturales; se producen cambios en la biodiversidad a través del tiempo en todas las comunidades y ecosistemas. Una adecuada planificación puede garantizar que los usos de la biodiversidad forestal sean compatibles con la conservación.

La gran biodiversidad de los bosques es un hábitat natural que debe ser salvaguardado. Hasta hace unas décadas, la principal estrategia para la conservación de la biodiversidad forestal consistía en una protección estricta: mantener a la gente fuera del bosque. Siempre habrá casos en que la protección estricta sea necesaria, sin embargo, permitir que la población local utilice los bosques también puede contribuir a fomentar la conservación de los recursos.

Los bosques son los principales hábitats para la vida silvestre. La fauna silvestre de los bosques proporciona tanto productos (miel, carne de caza, insectos comestibles o medicamentos tradicionales) como servicios ambientales (polinización y diseminación). Todos los tipos de especies, grandes y pequeñas, terrestres, acuáticas y aves se aprovechan como carne de caza. Asimismo, la vida silvestre forestal proporciona una base para las actividades comerciales y/o de esparcimiento como la caza regulada, la fotografía y la observación de aves. La mayor amenaza para la fauna silvestre de los bosques, especialmente en los países en desarrollo, es la caza y la instalación de trampas insostenibles, no reglamentadas y a menudo ilegales con fines comerciales. El conflicto entre los seres humanos y la fauna silvestre también es una esfera de creciente preocupación y atención, en particular, en África, donde tiene graves consecuencias para la seguridad alimentaria.

Los bosques brindan apoyo a la seguridad alimentaria de muchas maneras. Millones de personas dependen de los alimentos que proporcionan los bosques –frutos, semillas, hojas, raíces y tubérculos, setas, miel, animales de caza silvestre, insectos y peces– para la consecución de los medios de subsistencia y para la generación de ingresos. Además, los bosques proporcionan forraje para el ganado y combustible para la cocción y elaboración de los alimentos. Los recursos forestales proporcionan los medios de subsistencia y contribuyen a reducir la vulnerabilidad de los hogares pobres; los bosques actúan como una red de seguridad en períodos de escasez cuando el suministro alimentario es más vulnerable. Los árboles de las explotaciones y los paisajes agrícolas contribuyen a estabilizar, sostener y restaurar la producción agrícola; asimismo, promueven indirectamente la seguridad alimentaria regulando el suministro de agua y el clima y protegiendo los cultivos contra el viento y las tormentas.

Los bosques son de fundamental importancia para el clima, tanto a nivel local como mundial. Proporcionan sombra y un efecto de frescor en las regiones cálidas y mitigan los fenómenos climáticos extremos. Asimismo, limpian el aire de impurezas y polvo y desempeñan una importante función en el ciclo del agua. Por último, los bosques contribuyen a la mitigación del cambio climático mundial actuando como un importante sumidero de carbono. Los ecosistemas forestales (incluso la biomasa, las maderas muertas y el suelo) contienen al menos tanto carbono como la atmósfera terrestre. Nosotros podemos contribuir a mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones provenientes de la deforestación y la degradación forestal y también conservando y mejorando las existencias forestales de carbono por medio de la ordenación forestal sostenible de los bosques existentes y mediante la forestación y la restauración forestal. El cambio climático también influirá sobre los bosques y la variación de temperaturas y precipitaciones, por ejemplo, pueden repercutir en la resiliencia de los bosques, la productividad y las variedades de especies. Además, los árboles sometidos a estrés son más susceptibles a las enfermedades y a las plagas de insectos perjudiciales. Es importante ordenar los bosques y los terrenos boscosos para afrontar y ayudar a las poblaciones a afrontar las repercusiones del cambio climático. Cuando se plantan árboles, las especies se deberán escoger cuidadosamente, en particular, en los lugares en los que la producción maderera es importante. La ordenación adecuada de los bosques y los árboles también puede ayudar a las poblaciones vulnerables a adaptarse a las consecuencias del cambio climático.

Las cuencas hidrográficas boscosas son los depósitos del mundo. Los bosques cumplen un papel esencial en la estabilización del abastecimiento de agua y la garantía de su pureza. Los bosques protegen los suelos de la erosión y estabilizan el drenaje. Además, filtran los sedimentos y los agentes contaminantes, influenciando la calidad y los flujos de agua. Los bosques desempeñan una función fundamental en los ciclos de agua locales, absorbiendo el agua, almacenándola y regulando su evaporación. Asimismo, en muchas regiones boscosas los ríos son vitales y son un medio (a veces el único) de transporte y ruta de acceso para los productos y la población local.

Los bosques contribuyen a la salud de las personas de muchas maneras. Muchas plantas forestales (hojas, corteza, semillas y raíces) tienen propiedades medicinales. Los ingredientes activos extraídos de los bosques no sólo son importantes para la salud de las personas que habitan en los bosques sino que los conocimientos tradicionales acerca de su utilización a menudo son la base de los productos farmacéuticos utilizados en todo el mundo. Los bosques también son una fuente de alimentos naturales y nutritivos. Caminar y hacer ejercicio físico en los bosques proporciona beneficios a la salud mental y física, especialmente a las personas que viven en las ciudades y tienen muy poco contacto diario con la naturaleza. Los estudios han indicado que las actividades desarrolladas en los entornos forestales pueden mejorar el estado de ánimo.

Los seres humanos nos podemos llegar a considerar en el centro de la naturaleza, pero nosotros somos también una parte intrínseca e indisoluble de esta. Los diferentes elementos iconográficos que circundan el símbolo del hombre reflejan el estrecho vínculo entre los seres humanos y los bosques y las diversas maneras en que las personas utilizan y se benefician de los bosques. Puesto que nosotros utilizamos los bosques, tenemos también el deber de conservarlos. Y para muchas sociedades, los árboles y los bosques son fundamentales para la vida cultural y espiritual, que es lo que nos hace exclusivamente humanos.