lunes, 16 de diciembre de 2013

De cien años de soledad, García Márquez y Balo Pulido...

            Al principio, José Arcadio Buendía era una especie de patriarca juvenil, que daba instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de niños y animales, y colaboraba con todos, aun en el trabajo físico, para la buena marcha de la comunidad. Puesto que su casa fue desde el primer momento la mejor de la aldea, las otras fueron arregladas a su imagen y semejanza. Tenía una salita amplia y bien iluminada, un comedor en forma de terraza con flores de colores alegres, dos dormitorios, un patio con un castaño gigantesco, un huerto bien plantado y un corral donde vivían en comunidad pacífica los chivos, los cerdos y las gallinas. Los únicos animales prohibidos no sólo en la casa, sino en todo el poblado, eran los gallos de pelea.

            La laboriosidad de Úrsula andaba a la par con la de su marido. Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán. Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca.

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, 1967.



Cien años de soledad (2012), por Balo Pulido. Óleo sobre tela, 160x160 cm. Colección del autor.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Sobre los fugitivos, Alejo Carpentier, Perro y Cimarrón...

Vivían en una caverna, bien oculta por una cortina de helechos arborescentes. Las estalactitas lloraban isócronamente, llenando las sombras frías de un ruido de relojes. Un día Perro comenzó a escarbar al pie de una de las paredes. Pronto sus dientes sacaron un fémur y unas costillas tan antiguas que ya no tenían sabor, rompiéndose sobre la lengua con desabrimiento de polvo amasado. Luego llevó a Cimarrón, que se tallaba un cinto de piel de majá, un cráneo humano. A pesar de que quedasen en el hoyo restos de alfarería y unos rascadores de piedra que hubieran podido aprovecharse, Cimarrón, aterrorizado por la presencia de muertos en su casa, abandonó la caverna esa misma tarde, mascullando oraciones sin pensar en la lluvia. Ambos durmieron entre raíces y semillas envueltos en un mismo olor a perro mojado. Al amanecer buscaron una cueva de techo más bajo, donde el hombre tuvo que entrar a cuatro patas. Allí, al menos, no había huesos de aquellos que para nada servían, y sólo podían traer ñeques y apariciones de cosas malas...

Los fugitivos, Alejo Capentier, 1970.



A dog swap (1881), por Richard Norris. Óleo sobre lienzo, 120x167 cm.
En el Smithsonian American Art Museum, Washington D.C., Estados Unidos.

lunes, 2 de diciembre de 2013

De amor portátil, Kalman Barsy y el Malecón habanero de Arocha Hunjan...

            Un sol desfalleciente caía sobre las soledades infinitas de la pampa de altura. Allí a lo lejos se veía el camino recorrido, serpenteando hasta perderse enlo profundo de un valle de casitas minúsculas, cortado en dos a esa hora del atardecer por la sombra colosal de las montañas. En el camión, que parecía un barco navegando en aquella inmensidad, reinaba un ambiente de fiesta. Una botella de pisco circulaba de mano en mano y Tulio estaba repartiendo los volantes de promoción impresos den Pixotejoana. El texto no tenía importancia porque de todos modos los cholos no sabían leer, pero contaban con la desvaíada foto de la Marylin ─sobreinflada y con el mohín de los labios convertido en borrón de imprenta─ para inflamar el deseo de los pasajeros. Las mujeres, con sus guaguas a la espalda y sus críos mocurrientos agarrados de sus polleras, se habían replegado hacia una esquina de la caja del camión y desde allí lanzaban ladinas miradas contra los dos extranjeros.

Amor portátil, Kalman Barsy, 1989.



Malecón habanero, por Alain Arocha Hunjan. 76x61 cm. Colección particular.

martes, 26 de noviembre de 2013

Sobre Jorge Luis Borges y el inmortal en El Aleph...

Los hechos ulteriores han deformado hasta lo inextricable el recuerdo de nuestras primeras jornadas. Partimos de Arsinoe y entramos en el abrasado desierto. Atravesamos el país de los trogloditas, que devoran serpientes y carecen del comercio de la palabra; el de los garamantas, que tienen las mujeres en común y se nutren de leones; el de los augilas, que sólo veneran el Tártaro. Fatigamos otros desiertos, donde es negra la arena, donde el viajero debe usurpar las horas de la noche, pues el fervor del día es intolerable. De lejos divisé la montaña que dio nombre al Océano; en sus laderas crece el euforbio, que anula los venenos; en la cumbre habitan los sátiros, nación de hombres ferales y rústicos, inclinados a la lujuria. Que esas regiones barbaras, donde la tierra es madre de monstruos, pudieran albergar en su seno una ciudad famosa, a todos nos pareció inconcebible. Proseguimos la marcha, pues hubiera sido una afrenta retroceder. Algunos temerarios durmieron con la cara expuesta a la luna; la fiebre los ardió; en el agua depravada de las cisternas otros bebieron la locura y la muerte. Entonces comenzaron las deserciones; muy poco después, los motines. Para reprimirlos, no vacilé ante el ejercicio de la severidad. Procedí rectamente, pero un centurión me advirtió que los sediciosos (ávidos de vengar la crucifixión de uno de ellos) maquinaban mi muerte. Huí del campamento con los pocos soldados que me eran fieles. En el desierto los perdí, entre los remolinos de arena y la vasta noche. Una flecha cretense me laceró. Varios días erré sin encontrar agua, o un solo enorme día multiplicado por el sol, por la sed y por el temor de la sed. Deje el camino al arbitrio de mi caballo. En el alba, la lejanía se erizó de pirámides y de torres. Insoportablemente soñé con un exiguo y nítido laberinto: en el centro había un cántaro; mis manos casi lo tocaban, mis ojos lo veían, pero tan intrincadas y perplejas eran las curvas que yo sabía que iba a morir antes de alcanzarlo.

El inmortal, Jorge Luis Borges, 1947.



Retrato de Jorge Luis Borges, por Beti Alonso.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Sobre un campeón desparejo, David Burliuk y Adolfo Bioy Casares...


            Frente a la casa de Ercilia no había lugar, de modo que debió dejar el coche en la otra cuadra. Un grupo de chiquilines jugaba al fútbol en medio de la calle. Desde Racing llegaba el clamor de los espectadores del partido contra Huracán. Antes de alejarse, miró a su Rambler y mentalmente le dijo: "Cuídate". No sólo peligraba por los pelotazos del fútbol callejero; en aquella época no era raro que a la salida de un partido los aficionados destrozaran lo que encontraban a su paso. Como tantas veces antes de empezar una visita, se dijo: "Va a ser corta". En Racing ya debían de estar jugando el segundo tiempo.
          ... ...
          Apurado, saludó y se fue.
        "Se diría que todo sigue igual", pensó. "En la otra cuadra todavía los chicos juegan al fútbol. Qué raro, de lejos parecen más grandes." No bien formuló la observación, comprendió: los que jugaban, o corrían, allá adelante, no eran chicos. Eran hombres, cuatro o cinco hombres y un chico. No jugaban al fútbol. Ahora zamarreaban al Rambler, como si quisieran volcarlo. Mientras corría se dijo: "Calma. Nada de peleas", y también: "El que me pareció un chico es un enano. Un enano y cuatro muchachones".

Un campeón desparejo, Adolfo Bioy Casares, 1993.



Don Quixote y Sancho Panza (1947), por David Burliuk. Oóleo sobre lienzo, 9x9 in. Colección particular.

martes, 12 de noviembre de 2013

De habilidades, triunfadores, Julia y Ramón Casas...

«Últimamente estás cambiando mucho», me dice una amiga. «¿Para mejor o para peor?», le pregunto. «Yo creo que para mejor», responde. Y yo sonrío. Parece que mi plan comienza a funcionar. He tardado un poco, pero ya estoy aprendiendo a dominar el funcionamiento de las redes sociales virtuales y no virtuales.

Para triunfar en esta vida, en palabras de García Martín, además de suerte y algún talento, hacen falta tres virtudes de las que yo siempre he andado escaso. La primera, la hipocresía. Yo siempre he sido un maleducado. O decía lo que pensaba, por desagradable que fuera, o lo callaba por timidez, pero lo daba claramente a entender. Ahora le he cogido el gusto a ser hipócrita. Es hasta divertido. Como representar una obra de teatro. La segunda, la falsa modestia. Sólo los que carecen por completo de ambición pueden permitirse el lujo de no ser modestos. Sin modestia no se consigue nada. Sin modestia fingida, por supuesto. La verdadera le vuelve a uno invisible. La tercera virtud, la más eficaz, es la adulación. Con la adulación se llega a todas partes, la adulación abre todas las puertas. Elogia, elogia sin tasa ─me digo─, que no hay elogio tan hiperbólico que no parezca verosímil para el adulado.

Si hubiera sabido esto a los veinte años, ahora sería un triunfador. Bueno, lo que habitualmente se entiende por ser un triunfador. Porque serlo, serlo, de alguna manera lo soy. ¿Qué mayor triunfo que haber hecho siempre lo que a uno le ha dado la gana?


Julia (h. 1909), por Ramón Casas. Óleo sobre lienzo. Colección privada.

martes, 29 de octubre de 2013

Sobre Darío de Regoyos, en el centenario de su muerte...


Darío de Regoyos playin the guitar (1882), por Theo van Rysselberghe. Óleo sobre tabla, 30x42,5 cm.
En el Musée Royaux des Beaux-Arts de Bruselas, Bélgica.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sobre Sharaya, Alvaro Mutis y Cristobal Rojas...

Sharaya, el Santón de Jandripur, permanecía desde tiempos muy lejanos sentado a la orilla de la carretera, a la salida de la aldea. Allí recibía las escasas limosnas y las cada vez más raras oraciones de los aldeanos. Su cuerpo se había cubierto de una costra gris y su pelo colgaba en grasientas greñas por las que caminaban los insectos. Sus huesos, forrados por la piel, formaban ángulos oscuros e imposibles que daban a la inmóvil figura un aire pétreo y estatuario que en mucho contribuyera al olvido en que lo tenían las gentes del lugar. Sólo los viejos recordaban aún, entre la niebla de sus mocedades, la llegada del esbelto Santón, entonces con cierto aire mundano y dueño de una locuacidad en materias religiosas que fue perdiendo a medida que ganaba mayores y más vastos dominios en su tarea de meditación al pie del camino.

A pesar del poco o ningún caso que le hacían ahora los habitantes de la aldea, y tal vez gracias a ello, Sharaya era un atento observador de la vida circundante y conocía como pocos las intrincadas y mezquinas historias que se tejían y borraban en el pueblo al paso de los años.

Sus ojos adquirieron una dulce fijeza de bestia doméstica que las gentes confundían con la mansedumbre de la imbecilidad y que los prudentes reconocían como reveladora de la luminosa y total percepción de los más hondos secretos del ser.

Tal era Sharaya, el Santón de Jandripur en el Distrito de Lahore.


Sharaya, El último rostro, Alvaro Mutis, 1990.



Mimosa o Silla con flores (1890), por Cristobal Rojas. Óleo sobre tela, 33,7x24,6 cm.
Galería de Arte Nacional en Caracas, Venezuela.

viernes, 18 de octubre de 2013

Sobre Manuel Alcorlo, Juan de Mairena y Antonio Machado...

La política, señores ─sigue hablando Mairena─, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.

Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino”.

Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Antonio Machado, 1936.



Machado (2013), por Manuel Alcorlo. Óleo sobre tabla, 81x100 cm. Galería Van Dyck (Gijón).

jueves, 10 de octubre de 2013

Sobre la vida de las mujeres, Alice Munro, Oriente y Justo San Felices...

            Cuando vivíamos en aquella casa del final de Flats Road, y antes de que mi madre aprendiera a conducir, solíamos ir juntas a la ciudad andando; la ciudad era Jubilee, a un kilómetro y medio de distancia. Mientras ella cerraba la puerta con llave, yo tenía que correr hacia la verja y mirar a ambos lados de la carretera, parar asegurarme de que no venía nadie. ¿Quién podía estar en esa carretera, aparte del lechero y de tío Benny? En cuanto hacía un gesto de negación, ella escondía la llave debajo del segundo poste del porche, donde se había podrido la madera dejando un pequeño hueco. Creía en los robos.

            Dando la espalda al pantano de Grenoch, al río Wawanash y a unas colinas lejanas, peladas y boscosas a la vez, que, a pesar de haber estudiado los accidentes geográficos, cría que eran el fin del fundo, enfilábamos Flats Road, que por ese extremo era poco más de dos surcos separados por una vigorosa franja de llantén y pamplina.

(“La vida de las mujeres”, Alice Munro, 1971)



Oriente, por Justo San Felices. 50x55 cm, acuarela sobre papel. En Galería Van Dyck (Gijón).

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sobre Evaristo Valle, republicanos, fartones y el péritu...

            Acababa de celebrarse en Gijón, con éxito rotundo, una exposición de varios cuadritos serios, y, como el eco de mi triunfo había llegado hasta el mencionado pueblo, su intelectuales ─porque en todas partes hay personas que creen serlo e incluso que algunas veces lo son─, tan pronto pisé tan amable y bello lugar, me saludaron con loa y me obsequiaron con una espléndida fabada. Ya en los postres de la misma, y después de los inevitables y poéticos brindis, hablaron unos y otros, y discutieron acaloradamente sobre pintura, y yo escuché con muchísima atención sus contradictorios juicios, porque siempre me ha parecido que de cualquiera se puede aprender.

            Asistieron el alcalde y el secretario, el párroco, el boticario, el médico y el jefe del partido político contrario al alcalde. Este último, en un aparte, me comentó: “Aquí me tiene usted entre estos fartones, porque la república también sabe cerrar sus ojos para reverenciar el arte”; afirmación que me dejó pasmado.

("Recuerdos de la vida del pintor", Evaristo Valle, 2000)



El péritu (h. 1945), por Evaristo Valle. Óleo sobre lienzo, 99x90 cm.
Colección Pedro Masaveu, en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Sobre guerras, territorio y evolución de las antiguas sociedades complejas...


            En una entrada anterior comenté un artículo que señalaba a la propiedad privada, un estadio posterior al de los cazadores-recolectores, como embrión de la guerra en nuestra evolución social y cultural. Otro trabajo recientemente publicado (Peter Turchin, Thomas E. Currie, Edward A. L. Turner, and Sergey Gavrilets. “War, space, and the evolution of Old World complex societies”Proceedings of the National Academy of Science, 23 de septiembre de 2013), en el que se simula sobre mapas geográficos la evolución de los conflictos entre sociedades, la difusión de la tecnología militar y la evolución sociocultural por cada siglo de historia, apunta a que los conflictos bélicos y la innovación tecnológica asociada a ellos son impulsores del desarrollo de las sociedades. El modelo predictivo se fundamenta en el análisis de las interacciones entre la ecología de las poblaciones, la geografía de sus entornos y el estudio de los acontecimientos históricos.

Las conclusiones indican que la creación de instituciones complejas de cohesión social está relacionada con la belicosidad de una comunidad. En el modelo, las sociedades que perdían las guerras eran absorbidas por las ganadoras. Este diseño refleja lo que ocurre en el mundo real cuando los imperios se expanden conquistando otras comunidades.

El equipo de investigadores utilizó como patrón las características de los territorios de las comunidades africanas y eurasiáticas y los eventos ocurridos entre ellas desde el año 1500 a. C. hasta el 1500 d. C. (y no después puesto que la aparición de las armas de fuego marcó una nueva evolución de los conflictos entre comunidades). Así, las innovaciones militares, como el uso de carros y caballerías, y los accidentes geográficos, fueron dos de los factores clave en la evolución de los habitantes del continente eurasiático.


The moment of kamikaze and mongol strike to japanese isle (2011), por Happy Morning Star (Deviant Art).


martes, 24 de septiembre de 2013

Sobre la la caza, la extinción y la reintroducción del venado (Cervus elaphus) en Redes...


Por antonomasia, los principales mamíferos cinegéticos son los artiodáctilos, tanto por su aprovechamiento ancestral como fuente de carne para los pueblos primitivos de cazadores, como por su papel posterior de complemento nutricional para las sociedades agrícolas. Miles de años después, al final de la dominación romana, el derecho germánico introducido en la Península por los pueblos nórdicos ocupantes consideraba la caza como potestad del rey, privilegio que se perdió en el tiempo diluido en concesiones a los nobles o a las órdenes religiosas. La pretendida restricción se prolongó hasta 1837, aunque su reforma definitiva devino en la Ley de Caza de 10 de enero de 1897, fundamentándose el derecho de caza en atributo de la propiedad.

            Aun a pesar de las leyes destinadas a la protección de la caza desde los fueros y pragmáticas medievales, en los que se establecen zonas restringidas a la práctica cinegética, periodos de veda, días de fortuna y prohibición de determinadas técnicas venatorias, el detrimento de éstas en la Cordillera Cantábrica debió ser moneda común, ya que en la Junta General del Principado de 3 de septiembre de 1623 se señala que “hay muchas personas que caçan y pescan libremente y en esto a habido y ay mucha desorden, a cuya causa se halla muy poco caza y pesca y se espera abra menos”. Esa situación desembocó en la desaparición en el área cantábrica de dos especies de gran interés cinegético: el venado y la cabra montés.

            El venado fue muy perseguido en Asturias en los últimos siglos, como importante fuente de carne en tiempos de agricultura de subsistencia y por la utilidad de sus cuernas en la manufactura de utensilios de uso diario, como mangos de herramientas, piezas para los carros, etc. Tal fue así que acabó por desaparecer en las montañas al del Norte peninsular en la transición del siglo XIX al XX. En Asturias, donde ya era escaso a lo largo del XIX, su menguada población se escindió en dos grupos, uno en la zona oriental (Cabrales y Peñamellera), que posiblemente desapareció el primero al quedar completamente aislado al Norte de los Picos de Europa, y otro al sudoeste (Cangas del Narcea, Somiedo y Degaña), el más importante por su continuidad con los montes del Bierzo y adentrándose en las provincias de Lugo, Orense, León y Zamora. A este núcleo pertenecían los últimos “venados caballares”, mayores que los actuales según el recuerdo de la tradición. Los últimos ejemplares aborígenes fueron cazados en Degaña en la primera década del siglo XX.

            Si bien la reintroducción, a mediados del pasado siglo, de la cabra montés resultó un rotundo fracaso y la del gamo sólo prosperó en la Sierra del Sueve,  la suelta de venados en distintos puntos de la geografía asturiana obtuvo mejores resultados de los esperados, ya que de un centenar escaso de ejemplares liberados se ha llegado a la población actual. Según los datos de la Sociedad Astur de Caza y de la Consejería, en su momento, de Agricultura y Pesca, el primer enclave de suelta en nuestra región fueron los montes de Caleao (Caso), donde en 1952 se liberaron 17 ejemplares traídos Quintos de Mora (Toledo). Ese mismo año se hizo lo propio con idéntico número de animales en el bosque de Peloño (Ponga). Ocho años después, en 1960, se produjo una nueva suelta de 3 ejemplares en los montes de Redes. Se pudo constatar que los individuos reintroducidos en Ponga se expandieron hacia los montes de Caso, así como los liberados en Caleao colonizaron los montes del vecino concejo de Aller. En años posteriores, hasta comienzos de los setenta, otra docena de reintroducciones se llevaron a cabo en distintos puntos de la geografía asturiana (Nava, Piloña, Proaza, Somiedo, Parque Nacional de Covadonga, Colunga, Ibias) con mayor o menor éxito.

            Hoy, desde la administración autonómica, se propone una densidad umbral óptima de ciervos de 5-6 individuos por cada 100 Ha. Apunto también el dato de que a la fecha, en el Parque Natural de Redes, formado por los concejos de Caso y Sobrescobio, se estiman densidades de entre 3,1 y 4,1 individuos por cada 100 Ha, pero esas cifras se elevan hasta los 27 en el Parque Nacional de Picos de Europa.


Sobre la berrea y la reproducción del venado (pinchar aquí).
Sobre la cuerna del venado: descorreo, escoda y desmogue (pinchar aquí).


Deer and Deer Hounds in a Mountain Torrent (1832), por Sir Edwin Henry Landseer. Óleo sobre lienzo, 40.5x90.8 cm, en la Tate Gallery de Londres.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Sobre El Llano en llamas, diles que no me maten...

            Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba: Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.

(Diles que no me maten, “El Llano en llamas”, Juan Rulfo, 1953)



El Llano en llamas (Juan Rulfo), por Balo Pulido, 80x120 cm, acrílico sobre MDF.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Sobre el héroe discreto, Vargas Llosa, Pelayo Ortega y el sembrador...

            Mientras Adelaida iba al interior de la tienda y volvía, Felícito examinó en la penumbra del local las plateadas telarañas que caían del techo, las añosas estanterías con bolsitas de perejil, romero, culantro, menta, y las cajas con clavos, tornillos, granos, ojales, botones, entre estampas e imágenes de vírgenes, cristos, santos y santas, beatos y beatas, recortados de revistas y periódicos, algunas con velitas prendidas y otras con adornos que incluían rosarios, detentes y flores de cera y de papel. Era por esas imágenes que en Piura la llamaban santera, pero, en el cuarto de siglo que la conocía, a Felícito Adelaida nunca le pareció muy religiosa. No la había visto jamás en misa, por ejemplo. Además, se decía que los párrocos de los barrios la consideraban una bruja. Eso le gritaban a veces los churres en la calle: «¡Bruja! ¡Bruja!». No era cierto, no hacía brujerías, como tantas cholas vivazas de Catacaos y de La Legua que vendían bebedizos para enamorarse, desenamorarse o provocar la mala suerte, o esos chamanes de Huancabamba que pasaban el cuy por el cuerpo o zambullían en Las Huaringas a los enfermos que les pagaban para que los libraran de sus males. Adelaida ni siquiera era una adivinadora profesional. Ejercía ese oficio muy de vez en cuando, sólo con los amigos y conocidos, sin cobrarles un centavo. Aunque, si éstos insistían, acabara por guardarse el regalito que se les antojaba darle. La mujer y los hijos de Felícito (y también Mabel) se burlaban de él por la fe ciega que tenía en las inspiraciones y consejos de Adelaida. No sólo le creía; le había tomado cariño. Le daban pena su soledad y su pobreza. No se le conocía marido ni parientes; siempre andaba sola, pero ella.


(“El héroe discreto”, Mario Vargas Llosa, 2013)



El sembrador (2012-2013), por Pelayo Ortega. Óleo sobre lienzo. Galería Marlborough, Madrid.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Sobre sociedades sin estado, guerra y propiedad privada...

            Science publicó recientemente un artículo (D. Fry and P. Söderberg. Lethal aggression in mobile forager bands and implications for the origins of war. Science. Vol. 341, July 19, 2013, p. 270.) que aporta más combustible a la extensa polémica cultural sobre la presencia de la guerra en la evolución humana. Para los autores, los antropólogos finlandeses Douglas Fry y Patrick Söderberg, que trabajaron sobre datos procedentes de una sólida base de datos etnográfica compuesta por una muestra de hasta 186 culturas tradicionales, la guerra es una forma poco usual de violencia entre cazadores y recolectores. Según su análisis “más de la mitad de los casos de agresión letal fueron perpetrados por individuos solitarios, y casi dos tercios resultaron de accidentes, disputas interfamiliares, ejecuciones dentro del grupo o motivos interpersonales tales como la competición sobre alguna mujer en particular”. Este planteamiento apunta a que la guerra sería más bien una característica de las culturas propietarias de tierra que ya habían desarrollado la agricultura, no un rasgo de nuestro ambiente adaptativo ancestral.


Cazadores neolíticos (5000 BC), ocre rojo sobre piedra, en Sefar, Tassili-n'Ajjer, Argelia.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sobre Onetti y la isla de Latorre, cuando ya no importe...

            Yo pude y una tarde falté a la cita no pactada y estuve ayudando a que el sol enrojecido buscara escondite detrás de la isla de Latorre. Dicen que era o fue refugio o cuartel general de contrabandistas tal vez fantasmas o simplemente fantasmas. Dicen que los que se acercaron a su luz engañosa no volvieron.

          La isla de Latorre siempre conservó su misterio y no seré yo quien lo estropee. Si alguna vez existió un fundador y propietario, los mismos viejos que dicen haber vivido aquella gran inundación que bajó desde Brasil coinciden en sus visiones. Latorre era o había sido obeso, blancuzco, amadamado, tímido y bondadoso.

          Pero no, esto no vale. La verdad es que sigo apartado de Díaz Grey y su entorno. Que me alimento con comidas enlatadas que pocas veces pongo a calentar, que algunos dolores soportables relampaguean de vez en cuando por mi vientre, que bebo un vino muy fuerte y casi negro. Y que sigo escribiendo.

(“Cuando ya no importe”, Juan Carlos Onetti, 1993)



Oak Island wildlife area, por Bill Sharp, tinta y acuarela sobre Moleskine.

miércoles, 28 de agosto de 2013

De genes marxistas, raza española y manipulación...


      La manipulación psiquiátrica, en impostada comunión con la genética, no es nueva ni exclusiva de los lobbies conservadores y neoliberales como ya se apuntó en una entrada anterior. Setenta y cinco años hace ya que Franco quiso responder a los interrogantes de si el rojo nace o se hace, al objeto de determinar qué clase de mutación conduce a la adhesión de un individuo al marxismo. Durante la Guerra Civil y los primeros años de posguerra, Antonio Vallejo Nágera, jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de Franco, fue quien investigó con presos de guerra, fundamentalmente brigadistas internacionales, para determinar "las relaciones que puedan existir entre las cualidades biopsíquicas del sujeto y el fanatismo político-democrático-comunista". La conclusión más relevante del informe "Biopsiquismo del Fanatismo Marxista" fue que "el marxismo se nutre de las personas menos inteligentes de la sociedad" y que "la perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores".

        Desde su posición de privilegio, el psiquiatra también se atrevió a concluir que "la raza (sic) o espíritu español se forja por medio del militarismo social, que quiere decir orden, disciplina, sacrificio personal, puntualidad en el servicio, porque la redoma militar encierra esencias puras de virtudes sociales, fortaleza corporal y espiritual" y en la mejora de esta raza el aparato franquista debía promover "la militarización de la escuela, de la Universidad, del taller, del café, del teatro, de todos los ámbitos sociales".

   

Manifestación (1934), por Antonio Berni (1905–1981). Museo de Arte de Buenos Aires.

sábado, 17 de agosto de 2013

Sobre parte de una historia, o Aldecoa en La Graciosa...

            Ayer, a la caída de la tarde, cuando el gran acantilado es de cinabrio, he vuelto a la isla. Las cabezas de los cazones y sus entrañas yacían en las rocas cercanas al muelle, arrojadas al creciente de la marea. Las gaviotas abatían sobre los despojos. Los hijos de Roque y otros muchachos pulpeaban con máscaras de buceo, y en el grao de La Caleta se confundían, por las sucias haldas del agua, gallinas y pájaros de la mar en sociedad apacible. Una mujer en cuclillas extendía un estático cardumen de pejeverdes en el picón del secadero, y el ala baja y ancha de su sombrerillo de pleita me impidió verle el rostro. El molino de gofio, sin velas, como un gigantesco esqueleto de reloj, alzaba sus engranajes y estructura hexagonal por cima del caserío. El rebaño de camellos se perfilaba en las dunas volviendo de los matos pastizos de la llanía.

(“Parte de una historia”, Ignacio Aldecoa, 1967)



El pescador griego, por Nelson Sandgren, óleo sobre tabla. Colección particular.

miércoles, 31 de julio de 2013

Sobre el Aventurero Vivar y la oreja de Jenkins...

            ─Decidme, señor Vivar… ¿creéis que tenemos alguna posibilidad? A tenor de las noticias que me llegan de La Habana, el inglés Vernon se dirige hacia esta ciudad con un número de tropas tal que resulta difícil concebirlas. Más de cien navíos. Más de veinte millares de hombres armados. Y para oponer a tal fuerza solo cuento con seis bajeles menguados de almas, unos pocos castillos ruinosos y un virrey que no confía en mí. ¿Qué opináis?

            ─Mi señor general… poco o nada entiendo yo de estrategias, de batallas, de tropas y de números. Sin embargo, lo que creo es que el inglés no tomará esta plaza mientras queden en ella hombres resueltos que la defiendan como es debido. Aunque, en estos tiempos de duda y calamidad, encontrar hombres de tal carácter es buscar pan de trastrigo.

("El Aventurero Vivar", David López, 2013)



Ataque británico en Cartagena de Indias en 1741.
Óleo sobre lienzo, 50x70 cm, por Luis Fernández Gordillo en 1937.
Copia de una litografía de los Episodios marítimos, publicada en Madrid en 1849.
Museo Naval de Madrid.  Núm. de catálogo: 4144.


El 15 de marzo de 1741 se presentó ante Cartagena de Indias una flota británica de 36 navíos y 100 mercaderes, al mando del almirante Edward Vernon, que transportaba el ejército del general Wentworth, con intención de apoderarse de la plaza. La defensa estaba a cargo de Sebastián de Eslava y en la bahía se encontraba una escuadra de navíos al mando de Blas de Lezo, comandante general del apostadero de Marina. Habiendo forzado el paso de Boca Chica defendido por los navíos de Lezo —hecho que reproduce el óleo—, los ingleses atacaron la ciudad por tierra y mar, siendo rechazados con pérdida considerable. Las mismas fuerzas británicas tuvieron idéntico resultado en su intento de apoderarse de Santiago de Cuba (20 de noviembre de 1741).

martes, 16 de julio de 2013

Sobre putas tristes, carnaza, aculturación y contracultura…

Recién termino de leer Memoria de mis putas tristes (Mondadori, 2004), la última pero no precisamente nueva novela de Gabriel García Márquez, pienso en escribir una humilde reseña cuando un buen amigo, también aprendiz de escribano, me recomienda que meta más carnaza en el blog. Entiendo el contenido de su sincera recomendación como un giro claramente metafórico de la acepción más coloquial que apunta la Real Academia Española: en una persona, abundancia de carnes. O sea, que las carnes vienen a ser las que dan juego en la red, el leitmotiv de la globalización, el súmmum de la era digital. Aviados estamos, que digo yo sin temor a descubrir mi genealogía.

Ya otro amigo mexicano, Don Palafox, comprobó las excelencias de las imágenes carnosas cuando en su comprometida bitácora ─de tamaño compromiso que los tenaces que le seguimos nos vamos quedando en el camino─ decidió insertar una insinuante imagen de una actriz de la industria pornográfica en condición de posado pretendidamente inocente. Tal fue así que el texto de la entrada, destinado ineludiblemente a su no lectura, apenas tenía que ver con el motivo de la fotografía. Y también tal fue así que la entrada fue la más vista de la historia del blog, disparando las visitas hasta sonrojar al contador. Otro afecto de derrotas inesperadas me hizo partícipe de un dato publicado por el imperio Google: las palabras más buscadas en su meta-híper-ultra-buscador a lo largo del último año. Sí, como era fácil suponer, en el primer lugar de 2012 figura “porno” y en el segundo “prono”, lo cual viene a decir que la mitad del país somos pajilleros y la otra mitad disléxicos, o mejor, disgrafos.

En fin, que no me voy a detener en la breve historia que narra el fallido amor en Barranquilla entre un periodista nonagenario y anacrónico y una lolita virgen de catorce años, si acaso también en el elenco una madame venida a menos y una sirvienta que entrega sumisa su puerta de atrás. Prefiero ir a la investigación social, al trabajo antropológico de campo, al empirismo como tal, que diría Malinowski. Comprobemos a donde llega este texto inconexo ad hoc, ilustrémoslo con carnaza fresca, la más inmediata lolita que nos ofrece el imperio. Pongamos el contador a cero y vayamos a dormir. Mañana habrá vencido la aculturación, mimetizada en moderna contracultura con disfraz del todo a cien.



Lupe Fuentes, aka Zuleidy, aka Little Lupe, lolita pornstar.

domingo, 30 de junio de 2013

De genética, desigualdad, neoliberalismo y Diego Rivera…


      Nada nuevo que los círculos conservadores y neoliberales justifiquen el enorme crecimiento de las desigualdades que caracterizan los tiempos corrientes fruto irrefutable de políticas conservadoras y neoliberales como la consecuencia de la diversidad genética dentro de las poblaciones que padecen estas desigualdades. Correlacionan, sin complejos de clase, desigualdades de renta versus diversidad en la composición genética poblacional.

     Rietveld et al. publican en Science (“GWAS of 126,559 individuals identifies geneticvariants associated with educational attainment”. Science, 21. Junio de 2013) que la estructura genética de una persona y/o grupo étnico conduce a su tipo de educación y, a través de ello, al nivel de renta que adquiere. Cuando menos discutible. No menos hilarante es una tesis doctoral presentada en la Universidad de Harvard en la que se sostiene que los hispanos de los Estados Unidos, procedentes de países de habla hispana, se aglutinan en las clases menos adineradas y con menos recursos debido a su supuesta, que no demostrada, inferioridad genética, de estructura menos desarrollada e inferior calidad que la existente entre la población blanca. Además, en dicha tesis se infiere, en razón a que el cociente intelectual de los blancos es superior a los de los hispanos, que la supuesta inferioridad de los hispanos es debida a su inferior estructura genética.

      Parecen múltiples las falacias que se incluyen en este estudio, y la primera y más flagrante es la asunción de una estructura genética propia de los hispanos, un grupo que, más que étnico, es cultural y se caracteriza por su enorme diversidad genética. El supuesto de uniformidad genética no deja de ser una valoración extremadamente subjetiva, de claros tintes racistas, aunque no menos grave es la asunción de que la calidad y el desarrollo intelectual de una persona se cuantifican objetivamente a través del cociente intelectual, prueba sobradamente conocida por su sesgo clasista, pues mide más la habilidad de respuesta al test que el nivel intelectual.

      Ambos documentos dicen mucho del panorama ideológico alcanzado en círculos del establishment estadounidense, en momentos de un dominio neoliberal que requiere una teoría hegemónica, legitimadora y que justifique el enorme crecimiento de las desigualdades.



Liberación del peón (1931), por Diego Rivera.
Fresco sobre cemento reforzado en estructura de acero galvanizado, 185 x 239 cm. En el Philadelphia Museum of Art.


          En Liberación del peón, Rivera desarrolló una narrativa aterradora sobre el castigo corporal. Un labriego, golpeado y abandonado a su muerte, es descendido de un poste por soldados revolucionarios comprensivos, que atienden este cuerpo quebrado. El peonaje —sistema de servidumbre a sueldo establecido por los colonizadores españoles para forzar a los indios a trabajar la tierra— persistió en México aún en el siglo XX. El mural presenta la injusticia de las condiciones sociales y económicas que prevalecieron como justificación de la Revolución mexicana.

viernes, 14 de junio de 2013

Sobre consiliencia, Edward O. Wilson y la unidad del conocimiento...


          "Sin los instrumentos y el saber acumulado de las ciencias naturales, los seres humanos están atrapados en una prisión cognitiva. Son como peces inteligentes que nacen en un estanque profundo y oscuro. Curiosos e inquietos, deseando salir, piensan en el mundo exterior. Inventan ingeniosas especulaciones y mitos sobre el origen de las aguas que los confinan, del sol y las estrellas que hay arriba, y del significado de su propia existencia. Pero se equivocan, siempre se equivocan, porque el mundo es demasiado ajeno a la experiencia ordinaria para ser siquiera imaginado."

("Consiliencia", Edward O. Wilson, 1998)


 Fish painting, por Nancy Easun, óleo sobre lienzo, 122 x 137 cm. Colección particular.


martes, 14 de mayo de 2013

Sobre cazadores, Ortega y Gasset y Zdenek Burian...

            Decía José Ortega y Gasset, en su prólogo a la obra del Conde de Yebes “Veinte años de caza mayor” (Espasa Calpe, Madrid, 1943), que la Prehistoria, ciencia siempre en gestación, se atiene a los escasísimos datos que se poseen sobre los orígenes de la humanidad. De aquellas existencias primarias, casi no tiene más que cosas y se ve forzada a clasificar las formas de vida por las formas de objetos que manipularon o, lo que es aún más absurdo, por su diferente material: piedra, cobre, bronce, hierro. Pero claro está, que una forma de humanidad solo se puede congruentemente denominar por sus ocupaciones y, ante todo, por la ocupación central que organiza y regula las demás. Así, la verdadera significación del término “ser paleolítico” es “ser cazador”. Esto era lo esencial de su condición y no que cazase con piedras más o menos pulimentadas. Entonces, y solo entonces, vivir fue cazar. Después innumerables hombres han cazado, pero ninguno ha vuelto a ser radical, esto es, exclusivamente cazador…



Cazando al oso de las cavernas, ilustración de Zdenek Burian, 1952.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Sobre el 1 de mayo, Honoré Daumier y el levantamiento...

          "No era necesario que los trabajadores tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más pequeñas. E incluso cuando cundía entre ellos el descontento, como ocurría a veces, era un descontento que no servía para nada porque, por carecer de ideas generales, concentraban su instinto de rebeldía en quejas sobre minucias de la vida corriente" 

("1984", George Orwell, 1947)


 The Uprising (1848 o posterior), por Honoré Daumier, óleo sobre lienzo, 87,5 x 113 cm, en la Phillips Collection, Washington, D.C.

lunes, 22 de abril de 2013

Sobre el origen de las especies según Darwin (03)...

De la rápida progresión en que tienden a aumentar todos los seres orgánicos resulta inevitablemente una lucha por la existencia. Todo ser que durante el curso natural de su vida produce varios huevos o semillas tiene que sufrir destrucción durante algún período de su vida, o durante alguna estación, o de vez en cuando en algún año, pues, de otro modo, según el principio de la progresión geométrica, su número sería pronto tan extraordinariamente grande, que ningún país podría mantener el producto. De aquí que, como se producen más individuos que los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya de un individuo con otro de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya con las condiciones físicas de vida. Esta es la doctrina de Malthus, aplicada con doble motivo, al conjunto de los reinos animal y vegetal, pues en este caso no puede haber ningún aumento artificial de alimentos, ni ninguna limitación prudente por el matrimonio. Aunque algunas especies puedan estar aumentando numéricamente en la actualidad con más o menos rapidez, no pueden hacerlo todas, pues no cabrían en el mundo.



Toros en la dehesa, pintado con la boca por Cristóbal Moreno.

martes, 2 de abril de 2013

Sobre el asesino Charles Darwin y el confesor Joseph Dalton Hooker...


            Mientras camino por los Royal Botanic Gardens de Kew, en la capital inglesa, me viene a la memoria una carta que Charles Darwin dirigió a su gran amigo el botánico Joseph Dalton Hooker, en la que el padre de la teoría de la evolución, base de la biología como ciencia, decía sentir que transcribir esta al papel era “como confesar un asesinato”. Ambos mantuvieron una prolongada correspondencia en la que Darwin mostraba su preocupación por la confrontación que su entonces irreverente teoría presentaba con el dogma religioso. No tardó demasiado en comprobar que no sólo fue rechazada por la Iglesia, sino también por la clase política e incluso la propia ciencia decimonónica.



Sir Josehp Dalton Hooker (1909), por George Eastman Cook, óleo sobre lienzo,
39,5x33 cm, en los Royal Botanic Gardens, Kew (Inglaterra).

jueves, 7 de marzo de 2013

Sobre el origen de las especies según Darwin... (02)

Las afinidades de todos los seres de la misma clase se han representado algunas veces por un gran árbol. Creo que este ejemplo expresa mucho la verdad; las ramitas verdes y que dan brotes pueden representar especies vivientes, y las producidas durante años anteriores pueden representar la larga sucesión de especies extinguidas. En cada período de crecimiento, todas las ramitas que crecen han procurado ramificarse por todos lados y sobrepujar y matar a los brotes y ramas de alrededor, del mismo modo que las especies y grupos de especies, en todo tiempo han dominado a otras especies en la gran batalla por la vida. Las ramas mayores, que arrancan del tronco y se dividen en ramas grandes, las cuales se subdividen en ramas cada vez menores, fueron en un tiempo, cuando el árbol era joven, ramitas que brotaban, y esta relación entre los brotes pasados y los presentes, mediante la ramificación, puede representar bien la clasificación de todas las especies vivientes y extinguidas en grupos subordinados unos a otros.

De las muchas ramitas que florecieron cuando el árbol era un simple arbolillo, sólo dos o tres, convertidas ahora en ramas grandes, sobreviven todavía y llevan las otras ramas; de igual modo, de las especies que vivieron durante períodos geológicos muy antiguos, poquísimas han dejado descendientes vivos modificados. Desde el primer crecimiento del árbol, muchas ramas de todos tamaños se han secado y caído, y estas ramas caídas, de varios tamaños, pueden representar todos aquellos órdenes, familias y géneros enteros que no tienen actualmente representantes vivientes y que nos son conocidos tan sólo en estado fósil.



Feria de caballos en Caleao (a comienzos de los 70), por Roberto Díaz de Orosía.

domingo, 3 de marzo de 2013

Sobre "En el baile", o la reaparición de una obra perdida de Evaristo Valle...

            Según Carantoña, veintiún obras de Evaristo Valle fueron las mostradas en una exposición inaugurada el lunes 9 de diciembre de 1918 en el salón del Bazar Piquero de Gijón, algunas de ellas vendidas con notable aceptación del público. Una de las no vendidas, referida como “En el baile”, fue expuesta un mes después en el Nuevo Bazar Masaveu de Oviedo, en otra exposición individual con notable éxito de la crítica, donde fue adquirida por un comprador anónimo elogiado por las crónicas de entonces por su gusto, ya que el cuadro, de exquisita factura y en el que el cronista "percibía como un recuerdo de Degas",  constituía "una perfecta síntesis del carnaval, con todo su revoltijo de candor, payasería y tragedia" reflejando la cara aristócrata y burguesa del carnaval. Lafuente Ferrari, casi cincuenta años después, deseaba saber "dónde para aquel lienzo" en el que, como señalaba Torner, paisaje y figura no llevaban en la pintura de Valle vida independiente, sino que se fundían en una unidad íntima.

            La obra, únicamente conocida por las descripciones de la época y cuyo rastro se había perdido desde entonces, fue presentada esta mañana en el palacete decimonónico de la Fundación Museo Evaristo Valle con los acertados comentarios de Gretel Piquer, estudiosa de Valle en profundidad. Hace ya casi un siglo, y con motivo de la exposición navideña en el Bazar Piquero, la pintura fue también comentada por Fernando Vela el 12 de diciembre de 1918 en el periódico “El Noroeste”:

En otro cuadro, el fatuo, vestido de rojo. En este último es de notar la figura áurea vuelta de espaldas, que parece hecha de pluma. Otra mascarada es solemnemente decorativa: un pierrot que llena de confeti a dos muchachas que se esquivan. Es una “sinfonía en blanco mayor”.


En el baile (1917), óleo sobre lienzo, 50x64 cm, Fundación Museo Evaristo Valle (Gijón).

martes, 19 de febrero de 2013

Sobre Simón Bolívar, García Márquez y Charles Michel...

 
En la ciudad de México lo sorprendió la pureza del aire y lo deslumbraron los mercados públicos, su profusión y su limpieza, en los cuales vendían para comer gusanos colorados de maguey, armadillos, lombrices de río, huevos de mosca, saltamontes, larvas de hormigas negras, gatos de monte, cucarachas de agua con miel, avispas de maíz, iguanas cultivadas, víboras de cascabel, pájaros de toda clase, perros enanos y una especie de frijoles que saltaban sin cesa con propia vida. [...] Lo sorprendieron las aguas diáfanas de los numerosos canales que atravesaban la ciudad, las barcas pintadas de colores dominicales, el esplendor y la abundancia de las flores.

Gabriel García Márquez, El general en su laberinto, 1989.


Mexican market, por el pintor belga Charles Michel, óleo sobre lienzo. (Colección particular).


miércoles, 6 de febrero de 2013

Sobre el origen de las especies según Darwin... (01)

 
Cuando comparamos los individuos de la misma variedad o subvariedad de nuestras plantas y animales cultivados más antiguos, una de las primeras cosas que nos impresionan es que generalmente difieren más entre sí que los individuos de cualquier especie en estado natural; y si reflexionamos en la gran diversidad de plantas y animales que han sido cultivados y que han variado durante todas las edades bajo los más diferentes climas y tratos, nos vemos llevados a la conclusión de que esta gran variabilidad se debe a que nuestras producciones domésticas se han criado en condiciones de vida menos uniformes y algo diferentes de aquellas a que ha estado sometida en la naturaleza la especie madre.



 Cows (after Jordaens), por Vincent Van Gogh, óleo sobre lienzo, en el Palais des beaux-arts de Lille (France).

martes, 29 de enero de 2013

Sobre nobles salvajes, Napoleon Chagnon y yanomamös...

Casi todas las culturas distinguen claramente entre naturaleza y cultura, un tema elaborado de muchos modos en las obra del famoso antropólogo francés Claude Lévi-Strauss. Los Yanomamö, por ejemplo, se fijan en esta distinción en su concepción de sus poblados y la misma naturaleza del hombre como distinto de los animales. Su palabra para casa es yahi, un lugar donde habitan humanos. Su palabra para jungla es urihi, un lugar habitado por cosas (cosas que no son humanos). Sus viviendas comunales, shabonos, son una colectividad de yahis individuales. Un shabono representa la cultura y cosas culturales, cosas que llaman yahi tä rimö. En claro contraste, las cosas salvajes, cosas no humanas, son naturales, componentes de la naturaleza: urihi tä rimö. Para ellos, la cultura termina en las superficies exteriores del suelo y las paredes del shabono. Se suponía que mi casa encarnaba este inflexible principio Yanomamö y mantenía a la jungla fuera de mi área personal y cultural.

Noble savages, Napoleon Chagnon, 2013.




martes, 15 de enero de 2013

De lo políticamente correcto, un paisaje con casa y Nicanor Piñole...

A quien estas líneas suscribe, ya curtido apóstata de lo políticamente correcto, le indigna enormemente la confusión reinante en un terreno en el que se entremezclan a partes iguales hipocresía y vasallaje. El lenguaje políticamente correcto viene convirtiéndose en una forma de prescripción lingüística contrario al uso espontáneo de la lengua y que impone modos de expresión casi siempre forzados en aras de un pretendido respeto y de una actitud tolerante. La imposición artificial del uso de sintagmas como las niñas y los niños o el uso de la arroba, como en niñ@s, para incluir a niñas y niños es totalmente innecesario y refleje un profundo desconocimiento del idioma, ya que el español siempre ha utilizado la forma correspondiente al masculino como género no marcado, es decir, como una categoría neutra en relación al sexo y, por ello, capaz de aglutinar lingüísticamente a hombres y mujeres. El uso del léxico también está sometido a la vigilancia de los defensores de la corrección política y la sanción por no adecuarse a las pautas marcadas no es de tipo lingüístico sino de tipo social, traduciéndose en ser tachado de intolerante, sexista o discriminatorio.

          Aunque el lenguaje políticamente correcto suele considerarse como fenómeno reciente, fruto del relativismo propio de la posmodernidad, en realidad no es nada nuevo. Ya en el Siglo de Oro, el espadachín y literato Francisco de Quevedo decía que "por hipocresía llaman al negro, moreno; trato, a la usura; a la putería, casa; al barbero, sastre de barbas; y al mozo de mulas, gentilhombre del camino".



Paisaje con casa, atribuido a Nicanor Piñole aunque probablemente falso, óleo sobre cartón, 22x32 cm.