lunes, 26 de septiembre de 2011

Sobre Lady Agnew of Lochnaw, según John Singer Sargent...

En mi segunda estancia en Edimburgo, por algunos días y sin las urgencias de la primera visita, la ciudad se me mostró con un encanto especialmente cautivador. Caminar plácidamente por la empinada High Street, en el Old Town, inundado de librerías de viejo y callejones centenarios, convierte a la ciudad en un mecanismo de inexorable retroceso en el tiempo. Ya en Castle Hill, en el castillo erigido sobre roca volcánica, Edimburgo se descubre majestuosa y serena, ajena a cualquier signo de aceleración.


 
Lady Agnew of Lochnaw, 1892-1893, oleo sobre lienzo,
por John Singer Sargent, en la National Gallery of Scotland.


Desde tan magnífico mirador donde cada día, excepto los domingos, el General de Artillería dispara un cañón que antaño indicaba la hora a marineros y lugareños, se divisa a lo lejos el fiordo del río Forth y mucho más cercana la National Gallery of Scotland, de corte neoclásico y en el mismo centro de la ciudad.

La Galería dispone de una colección pequeña, que no le permite figurar entre los grandes museos del mundo a pesar de que, aún en lo limitado de su catálogo, alberga obras que van desde el Renacimiento hasta el post-impresionismo, desde Botticelli, Zurbarán, Velázquez, El Greco, Goya o Rembrandt,  hasta Gauguin, Cézanne, Monet, o Van Gogh. Sus pequeñas salas son cálidas, confortables, y los vigilantes, vestidos a la guisa escocesa, ejercen como inmejorables guías. El recorrido completo, por reducido, se hace obligatorio.

En una de esas mínimas salas su anfitriona te observa desde una butaca marfil tapizada en flores. El pelo negro recogido con esmero y luciendo unos tejidos vaporosos, casi transparentes. La cintura ceñida con una tela lila y un camafeo pende de su cuello desnudo. En su regazo descansa su mano derecha, prendiendo una flor entre los dedos, mientras la izquierda, portando una pulsera dorada, abraza delicadamente la butaca.

La mirada directa, pero informal, de Lady Agnew, que así se llama la joven, se dirige al espectador, estableciendo cierta complicidad con quien observa el retrato. Las tonalidades empleadas -rosas, turquesas, blancas- se armonizan de manera inteligente, creando un atractivo juego de luces y sombras en tonos malvas al igual que hacían Monet y Renoir. La pincelada, rápida y ligeramente empastada, recuerda el estilo de los impresionistas y también de Velázquez.

Su autor, John Singer Sargent (Florencia, 1856 - Londres, 1925), fue descrito por Rodin como “el Van Dyck de nuestros tiempos”. Miembro de una acomodada familia americana, aunque nacido circunstancialmente en Florencia, realizó su formación en la Academia de esa ciudad, acudiendo posteriormente a París para completar su aprendizaje. En la capital francesa frecuentó el taller de Carolus Durán y contactó con los impresionistas, interesándose especialmente por Manet. En 1884 se estableció en Londres donde se especializa en el retrato y toma a Velázquez como principal referente. Sus obras gozaban de gran prestigio entre la aristocracia y la alta burguesía, tanto europea como norteamericana y su fama le llevó a realizar importantes murales para edificios públicos en Estados Unidos.


John Singer Sargent en su estudio londinense, circa 1885.


De Lady Agnew sabemos que su verdadero nombre era Gertrude Vernon (1865-1932)  y que se casó en 1889 con el abogado Lord Andrew Noel Agnew (1850-1928). Dos años después del matrimonio, su marido se convirtió en el noveno barón de Lochnaw y probablemente este nombramiento pudo ser el motivo del encargo de este retrato que descubrió a Lady Agnew como una belleza de la sociedad eduardiana y que situó a Sargent como cotizado retratista en Londres, llegando a hablarse de Sargentolatry, según el también pintor Sickert.

En la primavera de 1898 la pintura se exponía en la Royal Academy de Londres y posterior e irónicamente, en 1925, la obra fue adquirida por la Nacional Gallery of Scotland con la ayuda de la Fundación Cowan Smith Bequest, acuciada Lady Agnew por los gastos propios de su estilo de vida.

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