Extraño es el mes, o incluso la semana, en los que no se publique en prensa generalista alguna reseña sobre la ya sobrescrita extinción de los dinosaurios, no sin olvidarnos de los diferentes reportajes y dossieres publicados en revistas especializadas (léase National Geographic, Quo, Muy Interesante...). De otro lado, los más importantes repositorios científicos engrosan sus archivos con nuevos artículos, algunos de los cuales son merecedores de relevantes factores de impacto en Nature o Scientific American, por citar sólo un par de ellas y quizá las más conocidas.
El pasado agosto, el mes que equivocadamente se cree que más gente lee, me encontré con dos artículos en relación al asunto de esta entrada. El primero de ellos aparece en el diario Público firmado Jorge Morales, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en el que se pregunta, y responde adecuadamente, el porqué de si un gran meteorito provocó la extinción de los dinosaurios otras especies consiguieron sobrevivir. El segundo artículo, en la publicación Investigación y Ciencia, versión española de la americana Scientific American, anota que Tyler Lyson, de la Universidad de Yale, y su equipo de paleontólogos han descubierto en las formaciones de Hell Creek, Montana, el fósil de dinosaurio más reciente registrado hasta ahora.
Reconstrucción digital de la cabeza de Triceratops, creado en Dotnamestudios para la aplicación de iPad Dinosaur Zoo.
Independientemente de lo
que puedan aportar las investigaciones recientes, la paleontología del
siglo XX permitió confirmar que uno de los acontecimientos más
notables al final del periodo Cretácico, hace unos 65 millones de años,
fue la extinción de un gran número de organismos entre los cuales se
encontraban los dinosaurios. Esta misteriosa extinción ha despertado la
imaginación de científicos, escritores y advenedizos, quienes a lo
largo del tiempo han propuesto diversas teorías, algunas serias y
juiciosas, otras del todo disparatadas, y algunas más que no pasan de
ser chistosas. A modo de curiosidad, en 1963 el profesor norteamericano
Glenn Lowell Jepsen,
de la Universidad de Princeton, recopiló cuarenta y seis teorías, y se
han publicado muchas más desde entonces. Entre las que han despertado
mayor interés se pueden citar, por ejemplo, las siguientes:
- Cambios climáticos globales, calentamientos o enfriamientos tan severos que los dinosaurios no fueron capaces de soportar.
- Cambios significativos en la vegetación del planeta, alterando las cadenas alimenticias establecidas por millones de años.
- Enfermedades causadas por parásitos que atacaron a los dinosaurios.
- Acción de los mamíferos primitivos, que al comerse los huevos de los dinosaurios impidieron su nacimiento.
Triceratops, que literalmente significa "cara con tres cuernos", deriva del griego antiguo
tri/τρι- qie significa "tres", ceras/κέρας por "cuerno", y -ops/ωψ por "cara".
tri/τρι- qie significa "tres", ceras/κέρας por "cuerno", y -ops/ωψ por "cara".
Desde el último tercio del siglo pasado dos teorías han recibido mucha atención por parte de los científicos y el público en general: una establece que un meteorito de enorme tamaño, o varios de considerables dimensiones, cayeron sobre la Tierra y su efecto fue tal que provocó la extinción de los dinosaurios. La otra propone que la cantidad de dinosaurios existentes se habría reducido por causas naturales estrictamente terrestres, por lo que estos se encontraron en proceso de extinción.
Esta última, la teoría gradualista, se apoya en el hecho de que a finales del Cretácico sólo existían doce especies de dinosaurios, y puede decirse que estos animales ya se encontraban en franca decadencia. Su extinción fue gradual y se habría iniciado millones de años antes de la colisión del meteorito. A pesar de que existe innegable evidencia del impacto meteorítico, se debe contar con un modelo razonable que explique porqué muchos grupos de plantas y animales no fueron exterminados por él. Dentro de estos grupos de organismos se encuentran tortugas, cocodrilos, lagartijas, aves, mamíferos placentados, algunos mamíferos marsupiales, insectos y numerosos animales marinos, entre ellos ostiones, almejas, caracoles, estrellas de mar y erizos.
Por su parte, la teoría catastrofista establece que un meteorito de, por lo menos, 10 km de diámetro impactó sobre la Tierra a una velocidad aproximada de 30 km/s (según Walter Álvarez en Tyrannosaurus Rex y el cráter de la muerte, y como me reiteró vía correo electrónico el profesor de la Universidad de Oviedo Dr. José Carlos García-Ramos, director del Museo del Jurásico de Asturias, MUJA). El impacto provocó tormentas de fuego, lluvia ácida y una gigantesca nube de polvo que, en su incorporación a la circulación atmosférica, cubrió el planeta en pocos días, impidiendo el paso de la luz solar. Este efecto, similar a lo que se conoce como invierno nuclear, generó una drástica disminución de la temperatura del planeta y bloqueó la función fotosintética de las plantas. El resultado del impacto fue una reacción en cadena, en la que murieron plantas, vegetarianos y carnívoros, incluyendo los dinosaurios. Los Institutos de Geología, Astronomía y Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, continúan realizando investigaciones en el estado de Yucatán, donde se localiza el cráter de más de 180 km de diámetro, causado por la caída del meteorito, que se conoce como el Cráter Chicxulub.
Cráter Chicxulub, al noroeste de la península de Yucatán, en México.
El fósil hallado por Lyson y colaboradores en Hell Creek, un cuerno de 45 cm perteneciente a un Triceratops u otra especie similar, se encontraba 13 cm por debajo del límite K/T, la capa de sedimentos que marca el momento geológico en que se produjo el impacto del asteroide. Hasta la fecha, no se habían encontrado restos de dinosaurios asociados a esta violenta explosión producida en la Península de Yucatán, en México y sólo se habían hallado fósiles de estos animales a 3 m por debajo del límite K/T. Para algunos, la escasez de restos de muestras en esta brecha muestra que los dinosaurios se habrían extinguido de forma gradual mucho antes del impacto del asteroide, pero el descubrimiento de Lyson sugiere que la brecha de los 3 m no existe y el hecho de que el ejemplar se sitúe tan cerca del límite indica que, al menos, algunos dinosaurios sobrevivieron hasta poco antes del momento del impacto. Aunque la edad exacta del fósil descubierto está por determinar, Lyson sostiene que probablemente vivió de decenas de miles a unos poco miles de años antes del evento y que el impacto del meteorito fue la causa probable de la extinción de los dinosaurios, no siendo esta gradual.
Una más reciente propuesta teórica, basada en descubrimientos de dinosaurios con evidencias de plumas como Caudipteryx, realizados principalmente en China, y de pequeñas aves que aún conservaban los dientes, como Iberomesornis en España, sugiere que no se extinguieron en el llamado límite Cretácico-Terciario sino que una rama de la Familia de los Compsognátidos evolucionó y dio origen a las aves. Esta idea se refuerza más estudiando y comparando los esqueletos de los reptiles, los dinosaurios y las aves, concluyendo que dinosaurios y aves comparten alrededor del 75 % de semejanza, en cambio dinosaurios y reptiles sólo son parecidos en un 15%.
Caudipteryz, del griego "cola emplumada", cuyos primeros fósiles fueron hallados en
la Formación Yixián, provincia de Liaoning, al noreste de China, en 1997.Los fósiles de Iberomesornis, del griego "ave media ibérica", fueron encontrados en el yacimiento de Las Hoyas,
Cuenca (España), donde compartía nicho ecológico con cocodrilos, tortugas, Iguanodones y Pelecanimimus.
En lo límitado del espacio dispuesto, el artículo de Jorge Morales, en Público, hace un repaso general a las extinciones masivas ocurridas a lo largo de la historia de la Tierra y las atribuye a cambios ambientales a muy gran escala, provocados fundamentalmente por dos tipos de causas: cambios orbitales y de la radiación en el Sistema Solar e impacto de meteoritos o de cometas, y cambios terrestres (principalmente vulcanismo y tectónica de placas), o incluso por la asociación de fenómenos de ambos tipos.
Algunas de estas grandes extinciones son procesos largos, que pueden durar varios millones de años, pero sus resultados pueden ser tan catastróficos como los que se producen por impactos de cometas o meteoritos. En ningún caso los organismos reaccionan de la misma manera ante una crisis ambiental; así, junto a los organismos que se extinguen, siempre hay grupos que no están afectados y otros que aparentemente salen beneficiados, posiblemente porque acaban ocupando ese espacio vacío dejado por los organismos extintos, por tener menos competidores e incluso porque desaparecen sus depredadores.
En referencia a la extinción de los dinosaurios, según Jorge Morales, no todo el mundo piensa que fuese un gran meteorito (o cometa) el causante. Hay alternativas que ven en la dinámica terrestre el origen de esta gran crisis, ya que a finales del Cretácico se detecta una importante bajada del nivel del mar y un aumento de las emisiones volcánicas, acontecimientos que podrían también explicar los cambios ambientales que llevaron a la extinción a muchos organismos.
Fuese cual fuese la causa de la gran extinción del final del Cretácico (la famosa extinción K/T), los comentarios anteriores sirven para explicar por qué se extinguieron los dinosaurios y no otros grupos de organismos. La crisis ambiental producida fue muy importante y se comprueba porque se produjeron numerosas extinciones de organismos marinos, desaparecieron ammonites y belemnites (cefalópodos), rudistas (bivalvos coloniales), mientras que otros grupos hasta entonces muy exitosos, como los corales y los braquiópodos, vieron disminuir sus efectivos drásticamente.
En los ecosistemas terrestres, los dinosaurios se extinguieron, pero sobrevivieron otros vertebrados de menor talla como las aves, cuyos ancestros se encontraban entre ellos y, por supuesto, los mamíferos beneficiados porque habían desaparecido los grandes depredadores de la época, lo que rápidamente dio lugar a un vertiginoso aumento de formas y tipos de todos los tamaños. También lo hicieron aquellos vertebrados, anfibios y cocodrilos, que habitaban los ríos, lagos y zonas pantanosas, donde encontraron refugio. Tampoco las plantas terrestres con flores sufrieron durante esta crisis.
En los mares del final del Cretácico, los peces óseos y los tiburones debieron encontrar áreas favorables para sobrevivir, y lo mismo les sucedió a las tortugas marinas. Otros grupos de organismos marinos, por ejemplo, los bivalvos, encontraron menos competidores.
En la actualidad, casi cada día, estamos viendo cómo declina la vida salvaje por todo el planeta y cómo aumenta la Lista Roja de especies amenazadas. Además, ya sabemos que muchas especies que viven en la actualidad no llegaremos a conocerlas hasta que descubramos sus fósiles en el futuro. Las causas, como en el pasado, podrían ser diversas, pero sin duda la más importante es el enorme impacto de la actividad humana en el medio natural. Con sólo un vistazo rápido podemos ver cómo los organismos de mayor talla como las ballenas, los grandes tiburones, los elefantes o aquellos más vulnerables por la reducción de sus hábitats serán los primeros en extinguirse.
Algunos libros a modo de introducción sobre el asunto son:
- Wildford, El enigma de los dinosaurios, RBA, 1993.
- Desmond, Los dinosaurios de sangre caliente, RBA, 1993.
- Charig, La verdadera historia de los dinosaurios, Salvat, 1993.
- Hsü, La gran extinción, Antoni Bosch editor, 1989.
Y otros que profundizan en el tema son:
- Weishampel y Fastovsky, The evolution and extinction of the dinosaurs, Cambridge University Press, 2004.
- Weishampel, Dodson y Osmolska, The dinosauria, University of Carlifornia Press, 2005.
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