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sábado, 25 de agosto de 2012

Sobre abubillas en Redes y el desplazamiento de las especies…

Cada vez son más frecuentes las observaciones de abubilla (Upupa epops, Linnaeus, 1758) en el Parque Natural de Redes. Especie propia del sur peninsular y del norte de África, además del cinturón ecuatorial africano y del sureste asiático, es habitual de zonas semidesérticas, grandes praderas y cultivos de secano. Se trata de un ave inconfundible por su penacho de plumas eréctiles, por el contraste de sus colores canela, blanco y negro, así como por el pico curvado con el que escarba en la tierra o en los excrementos animales en busca de grillos, escarabajos y larvas. También se suele reconocer en la distancia por su vuelo ondulante al estilo mariposa, con frecuentes y bruscos cambios de dirección. Incluso sin observación directa, su canto (escuchar aquí), monótono pero inconfundible, permite detectar su presencia. En septiembre, las abubillas, en solitario o en pequeños grupos, emprenden viaje con dirección al este de África, donde se encuentran con las aves de su mismo orden afincadas en aquella zona. Sin embargo, esta migración anual empieza a no ser obligada, convirtiéndose en ave sedentaria, una anomalía conductual que, añadida a sus frecuentes incursiones en la Cordillera Cantábrica, es prueba más que evidente de los efectos del cambio climático.



Upupa epops (Linnaeus, 1758)



Los seres vivos de la Tierra casi al unísono, han comenzado un gigantesco éxodo. Se mueven hacia los polos, escapando del aumento de la temperatura en su territorio. Así, en el artículo Rapid Range Shifts of Species Associated with High Levels of Climate Warming, publicado en Science el agosto pasado, un grupo de científicos cuantifica esta desbandada general: las especies trepan por las montañas a un ritmo de 11 metros por década y se desplazan hacia los polos 16,9 kilómetros de media cada diez años. Más o menos como si los animales y las plantas se movieran desde el Ecuador a unos 20 centímetros por hora, cada hora del día, todos los días del año y así en los últimos 40 años. El equipo investigador autor del estudio ha necesitado cinco años para hacer un metaanálisis de todos los estudios publicados sobre la materia. Con datos de unas 2.000 especies terrestres (aves, mamíferos, reptiles, insectos, plantas…) constatan que casi todos han emprendido la gran marcha.

A causa de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta aumentó 0,74 ºC entre 1906 y 2005, según el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Particularmente, en España el aumento de temperatura entre 1864 y 1999 fue de 1,5 ºC según lo publicado en el Estudio de los Efectos del Cambio Climático en España. Y la situación con certeza que empeorará. En nuestro país, la temperatura puede llegar a subir hasta 6 ºC en los veranos de final de siglo XXI, y por su cada vez más frecuentes sequías, será probablemente una de las regiones más gravemente afectadas en Europa. Por ejemplo, las mariposas en la Sierra de Guadarrama se han retirado a mayores alturas, moviéndose cuesta arriba unos 109 metros en 34 años, en reacción a un calentamiento de, más o menos, 1,5 ºC, y si una mariposa se desplaza en altura o hacia el norte, puede dejar atrás a una flor a la que antes polinizaba, lo que implica que desaparezca el andamio gigantesco que sostiene la vida en la Tierra.

De forma más general, las especies se han desplazado hacia los polos a una velocidad tres veces superior a la que se pensaba. Y han trepado por las montañas en busca de temperaturas inferiores a un ritmo que duplica el previsto. La huida a 20 centímetros por hora que cita el estudio publicado en Science es, por supuesto, una media. Los autores precisan que algunas especies se han desplazado mucho más despacio de lo que se esperaba, otras no se han movido y algunas incluso se han replegado hacia el Ecuador en lugar de avanzar hacia los polos. Pero la tendencia es clara, una huida hacia temperaturas más bajas.

Las implicaciones de este gran éxodo planetario son extremadamente pesimistas. Otros estudios calculan que el cambio climático representa un serio riesgo de extinción para al menos el 10% de las alrededor de diez millones de especies que existen en el planeta. Habrá algunos ganadores y muchos perdedores. Los que logren escapar hacia regiones con un clima más aceptable sobrevivirán e incluso prosperarán. Pero la mayoría no conseguirá escapar de la jaula del clima.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Sobre Thomas Jefferson y Noah Webster, un precursor y un escéptico en el siglo XVIII...

El cambio climático antropogénico, o sea, producido por la actividad humana, es un problema del que se viene tomando conciencia desde la segunda mitad del siglo pasado, pero ya en 1799 se produjo el primer gran debate y, paradójicamente, fue en EEUU, país que ahora mismo no cuenta con ley contra el cambio climático por el desacuerdo entre demócratas y republicanos, acentuado por la modificación de las prioridades de la población a causa de la crisis económica, muy a pesar del oscarizado documental de Al Gore.



La declaración de la independencia, 1786-1797, por John Trumbull, 54x79 cm, óleo sobre lienzo,
en la Yale University Art Gallery, en New Haven (Connecticut).
El propio Trumbull pintó una réplica de mayores dimensiones (366x549 cm), que se encuentra en 
el Capitolio de los Estados Unidos, en Washingtong D.F. 

Thomas Jefferson es el personaje de más estatura entre los cinco del centro que se encuentran erguidos.



El que fue tercer presidente de los Estados Unidos de América, entre 1801 y 1809, Thomas Jefferson, considerado uno de los Padres Fundadores de la Nación, participó en la redacción de Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776), formando parte de la representación de Virginia, e intentó plasmar sus ideales republicanos y, entre otros asuntos, su preocupación por el cambio climático. Jefferson llevaba mucho tiempo preocupado por el aumento de las temperaturas y sus posibles consecuencias. Por ello, el 1 de julio de 1776 comenzó a registrar en su diario personal la temperatura diaria, temperaturas promedio de meses y años, fenómenos y anomalías meteorológicos. Todos estos datos los apoyó en conversaciones con los ancianos del lugar y la tradición oral.

En su libro Notes on the State of Virginia, dejaba clara su preocupación por el aumento de las temperaturas en su estado natal y, por extensión, en EEUU. Jefferson anotó que “se está produciendo un cambio en el clima de forma notoria. Los inviernos son mucho más moderados. Las nieves son menos frecuentes y menos copiosas. A menudo, no se encuentran por debajo de la montañas, más de uno o dos días, y muy rara vez una semana.  Los ancianos me cuentan que la tierra solía estar cubierta de nieve unos tres meses al año y los ríos, que rara vez no se congelan durante el invierno, ahora casi nunca lo hacen. Este cambio ha producido una fluctuación entre el calor y el frío, en la primavera de este año, lo cual es fatal para las frutas.”

Pero a Jefferson le surgió, ya entonces, un escéptico tremendamente populista. Noah Webster, editor, periodista, escritor político y de libros de texto estadounidense, fue reconocido como el padre de la escolaridad y educación norteamericana y en 1799, ante la recién creada Academia de Connecticut de Artes y Ciencias, se postuló contrario a la teoría sobre el cambio climático propuesta por Jefferson, en aquel momento vicepresidente de EEUU. Webster cuestionó los datos aportados por la dudosa precisión de los instrumentos de medición, por ser datos tomados en lugares puntuales y sólo por una persona (recuérdese que Jefferson los anotaba en un diario personal) y, además, por apoyarse, sin base científica, en las creencias populares.

Webster apuntó que “la tala de bosques para su conversión en campos de cultivo ha dado lugar a algunos cambios microclimáticos, un tiempo más ventoso y alguna variación en las condiciones climatológicas en el invierno. Pero aunque la nieve no permanezca en el suelo, no significa necesariamente que el país en su conjunto reciba menos nieve cada invierno. Tenemos, en los campos de cultivo, hoy en día la nieve profunda, y mañana no, pero la misma cantidad de nieve que cae en el bosque, se encuentra allí hasta la primavera.”

Han pasado más de dos siglos desde entonces y el escepticismo, aunque en clara regresión, sigue ocupando atriles, artículos y debates.


sábado, 21 de enero de 2012

Bosques y cambio climático: una verdad oportuna...


Hayedo en el Parque Natural de Redes (Fotografía de Manuel Suárez Calvo, fotógrafo casín).



          Esta presentación de video de 17 minutos de duración, producida por la FAO y la Comisión Forestal del Reino Unido, muestra en que medida pueden los bosques contribuir a la mitigación del cambio climático y subraya la necesidad de un cambio en la creciente deforestación mundial.

A continuación el video (vía Youtube) en sus dos partes:









domingo, 11 de diciembre de 2011

Sobre la Cumbre del Clima en Durban: fiasco, más capitalismo y apartheid climático...

Ya en tiempo de descuento y cuando parecía irremediable el fracaso de la cumbre del clima celebrada en Durban, Sudáfrica, los representantes de los 192 países que han asistido a la conferencia auspiciada por la ONU aprobaron hoy prorrogar los compromisos establecidos en el Protocolo de Kioto, después de dos semanas de negociaciones arduas y en la sesión plenaria del segundo día adicional de conversaciones para tratar de salvar la conferencia.


Holding a Bowl of Dust, obra de Ashley Cecil, encargo de Oxfam América en el marco
de un proyecto global de arte que relaciona la pobreza con el cambio climático.


El acuerdo alcanzado es oscuro. En síntesis, además de mantener los límites actuales vinculantes a las emisiones, se ha conseguido aprobar una vaporosa e inconcreta hoja de ruta hacia “un futuro protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal” en el que se debería concretar las medidas contra las emisiones mundiales de CO2. En este designio están todos los países, incluidos China y EEUU, que son en conjunto responsables de la mitad de CO2 antropogénico. Ese acuerdo, todavía abstracto y carente de precisiones, se empezaría a negociar el año próximo y se firmaría en 2015, para entrar en vigor a partir de 2020.

Como en cumbres anteriores, el problema que frena los logros, y que sigue sin resolverse, es el de la relación de poder entre los países desarrollados y los que están en vías de serlo. Como parece lógico, un freno indiscriminado a la contaminación limitaría el crecimiento de los pobres, sin tener en cuenta que la mayor parte de la contaminación acumulada –de la concentración de gases invernadero- ha sido emitida por los ricos, cuyas tecnologías les permiten reducir sus emisiones sin renunciar al crecimiento.

La prórroga del Protocolo de Kioto, que expira en 2012 y que hoy por hoy es el único vinculante para frenar las emisiones de dióxido de carbono, estará en vigor entre 2013 y 2017 ó 2020, aunque la fecha final definitiva se decidirá también el año próximo en otra cumbre, en Qatar. Pero Kioto, en la actualidad, sólo afecta a la Unión Europea, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia, un conjunto de países que apenas representa el 15% de las emisiones mundiales. Esta paupérrima realidad pone de manifiesto lo lejos que se está todavía en la sociedad globalizada de alcanzar un consenso útil y necesario para frenar significativamente la destrucción del planeta.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Sobre Manuel Toharia: cambio climático, escepticismo y show business...

Sin duda que la conferencia ofrecida esta mañana por Manuel Toharia en Gijón no fue una de las que se puedan guardar para el recuerdo. Como inauguración de la II Jornada sobre Medio Ambiente y Cambio Climático, organizada y patrocinada por la Cátedra Telefónica en la Universidad de Oviedo con la colaboración de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, el popular divulgador científico, amén de otros cargos sobradamente conocidos, disertó por espacio de una hora alrededor de los mitos y realidades del cambio climático e, inherentemente, de su carácter global.



 Summer evening wheatfield with setting sun (1888), de Vincent Van Gogh, en Kuntsmuseum Winterthur, Suiza.



En un ejercicio intelectualmente acomodado, Toharia apoyó en exceso su discurso en la introducción (¿Mito o realidad?) de su conocida obra El Clima: El calentamiento global y el futuro del planeta. Si bien este último es un trabajo objetivo, riguroso e incluso aleccionador en algunos de los aspectos analizados, no es serio que a estas alturas del debate se reiteren una vez más los principios elementales del cambio climático, y menos aún enfrentándose a una audiencia poseedora, en su gran mayoría, de un bagaje científico-técnico a tomar en consideración.

Así las cosas, y alertando que en una hora habría de salir hacia el aeropuerto, Toharia introdujo sobre los conceptos de meteorología, tiempo o, como él prefiere, temperie, para, como no podría ser de otro modo, advertir de la inexistencia del clima como tal. Al entrar en materia apuntaló su locución en cuatro líneas argumentales que, de por sí, merecerían su propio tratamiento de forma independiente, a saber: la comunicación de las causas y los efectos del cambio climático, no siempre correcta y vinculada, quiérase o no, a determinados intereses político-económicos; el desequilibrio de riqueza existente entre Norte y Sur, entre occidentalizados y no occidentalizados, que vía cambio climático conduce a ricos más ricos y a pobres más pobres, si cabe; la matemáticas caóticas que rigen los sistemas dinámicos, como la meteorología, y en las que una variación mínima en alguna de las condiciones iniciales puede, o no, producir un cambio en las condiciones finales superior en varios órdenes de magnitud; la revolución industrial, James Watt y la máquina de vapor, antesala, 277 años después de la primera patente de esta, de la actual  e inexplicable ineficiencia energética en la industria y en el transporte, lease, por ejemplo, grandes centrales de combustión, y, por supuesto, los motores de ciclo Otto (inferior al 30%) o Diesel (inferior al 40%), así como de los niveles de contaminación existentes en los países industrializados.

Nada nuevo en el balance final, lo que invita a una reflexión: si Manuel Toharia fue un reconocido científico y meteorologo, a la altura de su valía actual como divulgador, y mientras que el discurso se mantiene las audiencias, por su parte, crecen en conocimiento sobre cambio climático… ¿no se trata entonces de que se le siguen dando las mismas vueltas al exprimidor?, ¿será que el escepticismo, como corriente de opinión, se sube ahora al vagón comercial de negacionistas y exageracionistas?.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Sobre el deshielo ártico y las nuevas rutas marítimas...

La temprana fusión de los hielos del Ártico en 2011, con un mínimo alcanzado el pasado mes de agosto, ha permitido la reapertura del Paso del Noroeste y, dicen los de la Agencia Espacial Europea (ESA), que los satélites espaciales que monitorean el Polo Norte durante los últimos 30 años indican que este mínimo puede superar el alcanzado en 2007 cuando el paso fue abierto por primera vez. Si a principios de los ochenta el hielo ártico se cuantificaba en 8 millones de kilómetros cuadrados (unas 16 veces España), el mínimo de 2007 redujo a casi la mitad, 4,24 millones, la superficie helada, de tal modo que los científicos prevén para mediados de siglo veranos en los que el Ártico sea completamente navegable.



Que nadie se alarme, Ursus maritimus también sabe nadar. El problema es que el hielo de las zonas habitadas por estos animales
se está derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de los setenta, lo que obliga al oso polar a retirarse a tierra
firme sin haber acumulado sus necesarias reservas de grasa, que pierden durante el verano y el otoño en forma tan crítica
que afecta la capacidad de las hembras para quedar preñadas y reducen su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías.



El Paso del Noroeste se encuentra ahora abierto al mismo tiempo que la Ruta del Mar del Norte, que une el Atlántico con el Pacífico bordeando la costa norte de Rusia. La primera vez que ambas fueron navegables simultáneamente se fechó en 2008. Tanto la Ruta del Mar del Norte como el Paso del Noroeste son dos rutas marítimas de gran importancia comercial, ya que unen los océanos Pacífico y Atlántico de una manera más rápida y, por tanto, más económica para los cargueros comerciales. La alternativa a estas rutas marítimas es a través del Canal de Suez, en Egipto, o por el canal de Panamá, unas travesías más largas y costosas. En palabras de Mead Treadwell, el presidente de la Comisión de Investigación del Ártico de EEUU, el coste estimado de transportar un contenedor en un barco entre Europa y las islas Aleutianas en Alaska sería de unos 500 dólares, y llevar el mismo contenedor entre Europa y el puerto de Yokohama, a través del canal de Suez, cuesta actualmente unos 1500 dólares.

Ya a comienzos de mes de agosto, antes de alcanzar este mínimo histórico publicado por la ESA, desde Rusia se informó del progresivo decremento glacial, convirtiendo a lo que va de 2011 en el tercer año más cálido en el Ártico desde 1936 y haciendo que todos los mares árticos rusos se encuentren por debajo de la media en lo que se refiere a su superficie helada, desde la parte europea de Rusia hasta el mar de Chukotka, frente a la península de Alaska. En concreto, la superficie de hielo en la zona suroccidental del mar de Kara está un 56% por debajo de la media, mientras en el caso del mar de Chukotka alcanza el 35%.




El deshielo estival facilita inmejorables condiciones para la navegación por las rutas árticas incluso para buques que no sean rompehielos. El resto del año los barcos pueden viajar entre Murmansk y la isla de Nueva Zembla, pero cuando se acaba el mar de Bárents y comienza el de Kara, los hielos eternos dificultan enormemente la navegación. Tras superar el mar de Kara, los barcos aún deben surcar las aguas heladas de los mares de Laptev, Siberia Oriental y, por último, el de Chukotka.

Sin deshielo, Rusia mantiene una privilegiada posición estratégica puesto que es el único país del mundo que cuenta con una flota de rompehielos atómicos, lo que le otorga el monopolio de la ruta. Un barco mercante procedente de Europa Occidental necesita casi la mitad de tiempo para llegar a Asia a través de la ruta ártica que por el canal de Suez, con el consiguiente ahorro de combustible.

La apertura del Paso del Noroeste en 2007 provocó tensiones diplomáticas entre los países implicados, principalmente Canadá, que considera que la ruta atraviesa sus aguas territoriales y por tanto tiene derecho a pedir peaje por cada barco que pase por esa zona. Sin embargo, otras potencias marítimas, como Estados Unidos o los países de la Unión Europea, consideran que el Paso del Noroeste debe ser considerado un estrecho internacional, y por tanto no se puede reclamar peaje por su utilización. Lo que parece inevitable es que la industria del crudo o el transporte marítimo están a las puertas de una revolución.




Estratégica y políticamente, las consecuencias del deshielo del Ártico podrían beneficiar a la emergente economía china al facilitarle una ruta de navegación más rápida a Europa y América, por lo que Pekín se empieza a posicionar ante esta posibilidad. El Polar Research Institute de China (PRIC) confirma que el deshielo ártico podría reducir, por ejemplo, la ruta Shangai-Hamburgo (un trayecto habitual de transporte marítimo para los cargueros chinos) en 6000 km frente a las vías actuales, que además implican el paso por aguas, ahora peligrosas, en la zona del Golfo de Adén.

El gobierno chino, en todas sus declaraciones oficiales sobre el futuro desarrollo del Ártico como ruta de transporte o fuente de recursos, ha defendido que se tenga en cuenta el interés de todos los países, no sólo aquellos que tienen costas árticas (Canadá, EEUU, Rusia, Noruega, y Dinamarca en su isla de Groenlandia), pero al mismo tiempo prevé para 2013 la botadura de un segundo buque rompehielos atómico de expedición científica que acompañe al Xuelong (Dragón de Nieve), y dirige sus expediciones científicas hacia el Polo Norte, cuando hasta ahora había centrado sus investigaciones en la Antártida.



 El rompehielos atómico Xue Long, buque chino de expedición científica.



Arctic Express,portacontenedores rompehielos ruso, 169 m de eslora, de la compañía Norilskiy Nickel.



Otra muestra del interés chino es el hecho de que, al igual que Corea del Sur, Japón o la Unión Europea, China ha solicitado el estatus de país observador en el Consejo Ártico, organización intergubernamental de la que forman parte como Estados Miembros  los cinco países con costa en la región polar además de Finlandia, Suecia y Noruega. Otros países del noreste asiático, Japón y Corea del Sur, también con interés en acortar su ruta marítima con Occidente, se alinean junto a China en la posición de que no sólo los países con costas árticas accedan a los recursos de su subsuelo.

Más allá de la evolución del transporte marítimo, la reducida capa de hielo facilita la exploración y la extracción de petróleo en el Ártico, que se cree que contiene aproximadamente el 25% de las reservas de petróleo y gas restantes en el mundo, también según la Comisión de Investigación del Ártico de EEUU, además de minerales de níquel, plomo, manganeso, estaño, oro y platino, que actualmente yacen inexplotables en el fondo marino bajo la capa de hielo. Por el momento, las relaciones diplomáticas por el dominio de las vías de transporte y recursos en torno al Polo Norte se muestran moderadas, aunque a medida que se desarrollen las investigaciones, los recursos de gas y petróleo estén mejor cuantificados y las rutas marítimas sean más transitadas, el equilibrio internacional puede sufrir tensiones futuras.

Si en estas líneas se apuntan, de forma muy somera, posibles consecuencias estratégicas y políticas del deshielo ártico, será en entradas posteriores donde se anotarán los efectos sobre clima, biodiversidad o población, entre otros. Además, una lectura muy recomendable es la obra de Javier Reverte, publicada este mismo año, En mares salvajes: un viaje al Ártico (Plaza & Janes, 2011).