Cada vez son más frecuentes
las observaciones de abubilla (Upupa
epops, Linnaeus, 1758) en el Parque Natural de Redes. Especie propia del
sur peninsular y del norte de África, además del cinturón ecuatorial
africano y del sureste asiático, es habitual de zonas semidesérticas, grandes praderas y
cultivos de secano. Se trata de un ave inconfundible por su penacho de plumas
eréctiles, por el contraste de sus colores canela, blanco y negro, así como por el pico curvado con el que escarba en la tierra o en los excrementos animales en busca de grillos, escarabajos y larvas. También se suele reconocer en la distancia por su vuelo ondulante al estilo mariposa, con frecuentes y bruscos cambios de dirección. Incluso sin observación directa, su canto (escuchar aquí), monótono pero inconfundible, permite detectar su presencia. En
septiembre, las abubillas, en solitario o en pequeños grupos, emprenden viaje
con dirección al este de África, donde se encuentran con las aves de su mismo
orden afincadas en aquella zona. Sin embargo, esta migración anual empieza a no
ser obligada, convirtiéndose en ave sedentaria, una anomalía conductual que, añadida a sus frecuentes incursiones en la
Cordillera Cantábrica, es prueba más que evidente de los efectos del cambio
climático.
Upupa epops (Linnaeus, 1758)
Los seres vivos de la Tierra casi al unísono,
han comenzado un gigantesco éxodo. Se mueven hacia los polos, escapando del aumento de la temperatura en su territorio. Así, en el
artículo Rapid Range
Shifts of Species Associated with High Levels of Climate Warming,
publicado en Science el agosto
pasado, un grupo de científicos cuantifica esta desbandada general: las especies trepan por
las montañas a un ritmo de 11 metros por década y se desplazan hacia los polos
16,9 kilómetros de media cada diez años. Más o menos como si los animales y las
plantas se movieran desde el Ecuador a unos 20 centímetros por hora, cada hora
del día, todos los días del año y así en los últimos 40 años. El equipo
investigador autor del estudio ha necesitado cinco años para hacer un
metaanálisis de todos los estudios publicados sobre la materia. Con datos de
unas 2.000 especies terrestres (aves, mamíferos, reptiles, insectos, plantas…)
constatan que casi todos han emprendido la gran marcha.
A causa de las emisiones
antropogénicas de gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta
aumentó 0,74 ºC entre 1906 y 2005, según el último informe del Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Particularmente, en España el aumento de temperatura entre 1864 y 1999 fue de 1,5 ºC según lo publicado en el Estudio de los Efectos del Cambio Climático en España. Y la situación
con certeza que empeorará. En nuestro país, la temperatura puede llegar a subir hasta 6 ºC en los
veranos de final de siglo XXI, y por su cada vez más frecuentes sequías, será
probablemente una de las regiones más gravemente afectadas en Europa. Por
ejemplo, las mariposas en la Sierra de Guadarrama se han retirado a mayores
alturas, moviéndose cuesta arriba unos 109 metros en 34 años, en reacción a un
calentamiento de, más o menos, 1,5 ºC, y si una mariposa se desplaza en altura
o hacia el norte, puede dejar atrás a una flor a la que antes polinizaba, lo
que implica que desaparezca el andamio gigantesco que sostiene la vida en la
Tierra.
De forma más general, las
especies se han desplazado hacia los polos a una velocidad tres veces superior
a la que se pensaba. Y han trepado por las montañas en busca de temperaturas
inferiores a un ritmo que duplica el previsto. La huida a 20 centímetros por
hora que cita el estudio publicado en Science
es, por supuesto, una media. Los autores precisan que algunas especies se han
desplazado mucho más despacio de lo que se esperaba, otras no se han movido y
algunas incluso se han replegado hacia el Ecuador en lugar de avanzar hacia los
polos. Pero la tendencia es clara, una huida hacia temperaturas más bajas.
Las implicaciones de este gran
éxodo planetario son extremadamente pesimistas. Otros estudios calculan que el
cambio climático representa un serio riesgo de extinción para al menos el 10%
de las alrededor de diez millones de especies que existen en el planeta. Habrá
algunos ganadores y muchos perdedores. Los que logren escapar hacia regiones
con un clima más aceptable sobrevivirán e incluso prosperarán. Pero la mayoría
no conseguirá escapar de la jaula del clima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario