martes, 29 de octubre de 2013

Sobre Darío de Regoyos, en el centenario de su muerte...


Darío de Regoyos playin the guitar (1882), por Theo van Rysselberghe. Óleo sobre tabla, 30x42,5 cm.
En el Musée Royaux des Beaux-Arts de Bruselas, Bélgica.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sobre Sharaya, Alvaro Mutis y Cristobal Rojas...

Sharaya, el Santón de Jandripur, permanecía desde tiempos muy lejanos sentado a la orilla de la carretera, a la salida de la aldea. Allí recibía las escasas limosnas y las cada vez más raras oraciones de los aldeanos. Su cuerpo se había cubierto de una costra gris y su pelo colgaba en grasientas greñas por las que caminaban los insectos. Sus huesos, forrados por la piel, formaban ángulos oscuros e imposibles que daban a la inmóvil figura un aire pétreo y estatuario que en mucho contribuyera al olvido en que lo tenían las gentes del lugar. Sólo los viejos recordaban aún, entre la niebla de sus mocedades, la llegada del esbelto Santón, entonces con cierto aire mundano y dueño de una locuacidad en materias religiosas que fue perdiendo a medida que ganaba mayores y más vastos dominios en su tarea de meditación al pie del camino.

A pesar del poco o ningún caso que le hacían ahora los habitantes de la aldea, y tal vez gracias a ello, Sharaya era un atento observador de la vida circundante y conocía como pocos las intrincadas y mezquinas historias que se tejían y borraban en el pueblo al paso de los años.

Sus ojos adquirieron una dulce fijeza de bestia doméstica que las gentes confundían con la mansedumbre de la imbecilidad y que los prudentes reconocían como reveladora de la luminosa y total percepción de los más hondos secretos del ser.

Tal era Sharaya, el Santón de Jandripur en el Distrito de Lahore.


Sharaya, El último rostro, Alvaro Mutis, 1990.



Mimosa o Silla con flores (1890), por Cristobal Rojas. Óleo sobre tela, 33,7x24,6 cm.
Galería de Arte Nacional en Caracas, Venezuela.

viernes, 18 de octubre de 2013

Sobre Manuel Alcorlo, Juan de Mairena y Antonio Machado...

La política, señores ─sigue hablando Mairena─, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Sólo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos.

Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino”.

Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Antonio Machado, 1936.



Machado (2013), por Manuel Alcorlo. Óleo sobre tabla, 81x100 cm. Galería Van Dyck (Gijón).

jueves, 10 de octubre de 2013

Sobre la vida de las mujeres, Alice Munro, Oriente y Justo San Felices...

            Cuando vivíamos en aquella casa del final de Flats Road, y antes de que mi madre aprendiera a conducir, solíamos ir juntas a la ciudad andando; la ciudad era Jubilee, a un kilómetro y medio de distancia. Mientras ella cerraba la puerta con llave, yo tenía que correr hacia la verja y mirar a ambos lados de la carretera, parar asegurarme de que no venía nadie. ¿Quién podía estar en esa carretera, aparte del lechero y de tío Benny? En cuanto hacía un gesto de negación, ella escondía la llave debajo del segundo poste del porche, donde se había podrido la madera dejando un pequeño hueco. Creía en los robos.

            Dando la espalda al pantano de Grenoch, al río Wawanash y a unas colinas lejanas, peladas y boscosas a la vez, que, a pesar de haber estudiado los accidentes geográficos, cría que eran el fin del fundo, enfilábamos Flats Road, que por ese extremo era poco más de dos surcos separados por una vigorosa franja de llantén y pamplina.

(“La vida de las mujeres”, Alice Munro, 1971)



Oriente, por Justo San Felices. 50x55 cm, acuarela sobre papel. En Galería Van Dyck (Gijón).

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sobre Evaristo Valle, republicanos, fartones y el péritu...

            Acababa de celebrarse en Gijón, con éxito rotundo, una exposición de varios cuadritos serios, y, como el eco de mi triunfo había llegado hasta el mencionado pueblo, su intelectuales ─porque en todas partes hay personas que creen serlo e incluso que algunas veces lo son─, tan pronto pisé tan amable y bello lugar, me saludaron con loa y me obsequiaron con una espléndida fabada. Ya en los postres de la misma, y después de los inevitables y poéticos brindis, hablaron unos y otros, y discutieron acaloradamente sobre pintura, y yo escuché con muchísima atención sus contradictorios juicios, porque siempre me ha parecido que de cualquiera se puede aprender.

            Asistieron el alcalde y el secretario, el párroco, el boticario, el médico y el jefe del partido político contrario al alcalde. Este último, en un aparte, me comentó: “Aquí me tiene usted entre estos fartones, porque la república también sabe cerrar sus ojos para reverenciar el arte”; afirmación que me dejó pasmado.

("Recuerdos de la vida del pintor", Evaristo Valle, 2000)



El péritu (h. 1945), por Evaristo Valle. Óleo sobre lienzo, 99x90 cm.
Colección Pedro Masaveu, en el Museo de Bellas Artes de Asturias.