Según Carantoña, veintiún obras de Evaristo Valle fueron las mostradas en una exposición inaugurada el lunes
9 de diciembre de 1918 en el salón del Bazar Piquero de Gijón, algunas de ellas vendidas
con notable aceptación del público. Una de las no vendidas, referida como “En el
baile”, fue expuesta un mes después en el Nuevo Bazar Masaveu de Oviedo, en otra exposición individual con notable éxito de la crítica, donde fue adquirida por un comprador anónimo elogiado por las crónicas de entonces por su gusto, ya que el cuadro, de exquisita factura y en el que el cronista "percibía como un recuerdo de Degas", constituía "una perfecta síntesis del carnaval, con todo su revoltijo de candor, payasería y tragedia" reflejando la cara aristócrata y burguesa del carnaval. Lafuente Ferrari, casi cincuenta años después, deseaba saber "dónde para aquel lienzo" en el que, como señalaba Torner, paisaje y figura no llevaban en la pintura de Valle vida independiente, sino que se fundían en una unidad íntima.
La obra, únicamente conocida por las descripciones de la época y cuyo rastro se había perdido desde entonces, fue presentada esta mañana en el palacete decimonónico de la Fundación Museo Evaristo Valle con los acertados comentarios de Gretel Piquer, estudiosa de Valle en profundidad. Hace ya casi un siglo, y con motivo de la exposición navideña en el Bazar Piquero, la pintura fue también comentada por Fernando Vela el 12 de diciembre de 1918 en el periódico “El Noroeste”:
La obra, únicamente conocida por las descripciones de la época y cuyo rastro se había perdido desde entonces, fue presentada esta mañana en el palacete decimonónico de la Fundación Museo Evaristo Valle con los acertados comentarios de Gretel Piquer, estudiosa de Valle en profundidad. Hace ya casi un siglo, y con motivo de la exposición navideña en el Bazar Piquero, la pintura fue también comentada por Fernando Vela el 12 de diciembre de 1918 en el periódico “El Noroeste”:
En otro cuadro, el fatuo, vestido de rojo. En este último es de notar
la figura áurea vuelta de espaldas, que parece hecha de pluma. Otra mascarada
es solemnemente decorativa: un pierrot que llena de confeti a dos muchachas que
se esquivan. Es una “sinfonía en blanco mayor”.
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