Tal día como hoy de hace un siglo, 6 de enero de 1912, Alfred Wegener presentó sus ideas al público por primera vez en una conferencia ante la Geologische Vereinigung en Frankfurt-am-Main. La teoría de la deriva continental propuesta por Wegener representó un muy importante episodio en la historia de la ciencia ya que revolucionó el concepto de la dinámica terrestre. Desde su surgimiento, la idea de que los continentes podían desplazarse cambiando completamente la configuración de tierras y mares fue, además de impactante, polémica.
Wegener, soldado del ejército alemán, profesor de meteorología y viajero incansable, fue el primero en elaborar una explicación coherente sobre el desplazamiento de los continentes apoyada en una teoría geológica completamente audaz y novedosa a partir de evidencias paleontológicas, geológicas y geofísicas, lo que inicialmente suscitó una fuerte polémica en la comunidad científica. El desarrollo posterior de los estudios paleomagnéticos condujo a la moderna teoría de la tectónica de placas y, si bien la teoría de Wegener fue incapaz de desarrollar una explicación convincente sobre el mecanismo de los movimientos horizontales de la superficie terrestre, la teoría propuesta surgió, por el contrario, como resultado de estudios del fondo oceánico y paleomagnéticos que se convirtieron en la evidencia empírica que da sustento al movimiento de las placas tectónicas.
Wegener durante la expedición de 1930 a Groenlandia (Fuente: Alfred Wegener Institute).
Alfred Wegener, a diferencia de lo que se conoce actualmente, pensaba en términos de movimientos continentales
y no de placas tectónicas, pero su gran idea sobre el desplazamiento
fue y sigue siendo impactante, no solo por los resultados catastróficos
que produce para la especie humana, sino porque implicó la audacia de
imaginar una fuerza colosal capaz de mover continentes enteros hasta el
punto de recomponer completamente la disposición de tierras y mares en
el curso de las eras geológicas. Si bien Wegener no pudo encontrar un
mecanismo para explicar la deriva de los continentes, tuvo el mérito de
reunir toda la evidencia posible en su época para establecer de forma
sólida el movimiento horizontal de los continentes.
Desde sus inicios como estudiante, Wegener había tenido la ilusión de explorar Groenlandia
y también se había sentido enormemente atraído por una ciencia
relativamente moderna: la Meteorología. Como preparación para sus
expediciones a la Antártida, Wegener se introdujo en programas de largas
caminatas y llegó a dominar el uso de cometas y globos para
observaciones climatológicas. Incursionó en la aeronáutica con tal
éxito, que en 1906, junto con su hermano Kurt (1878-1964), estableció un
récord mundial de 52 horas de vuelo ininterrumpido.
La
preparación de Wegener tuvo su recompensa cuando fue elegido como
meteorólogo de una expedición danesa que partió hacia el noreste de
Groenlandia. La expedición, que llevaba como líder a Mylius-Erichsen,
duró de 1906 a 1908. Durante los dos primeros años que pasó en
Groenlandia, Wegener emprendió una variedad de trabajos científicos
sobre Meteorología, Geología y Glaciología. Fue una expedición salpicada
de fatalidades, que sin embargo no le impidieron adquirir reputación
como miembro expedicionario competente y destacado viajero polar.
Regresó a Alemania con volúmenes de observaciones climatológicas.
Wegener y el esquimal Rasmus Villumsen en una de sus últimas fotografías (Fuente: Alfred Wegener Institute).
En 1912 Wegener realizó una nueva expedición a Groenlandia con el explorador danés J.P. Koch, notoria por ser la travesía más larga hecha a pie sobre el casquete glaciar. En esta expedición el propósito fue realizar estudios en glaciología y climatología.
En 1927 Wegener decide hacer una nueva expedición a Groenlandia con un fuerte apoyo de la Asociación Alemana de Investigación. Su experiencia y reputación lo convertían en la persona idónea para dirigirla. El objetivo principal era construir una estación climática para obtener mediciones climatológicas sistemáticas de las tormentas y sus efectos sobre los vuelos trasatlánticos. Se bosquejaron además otros objetivos dentro de un amplio programa de meteorología y glaciología, con la intención de obtener pruebas geofísicas del desplazamiento continental. La expedición, una de las más importantes hasta entonces, se inició en 1929. De esa expedición se obtendría finalmente un dato relevante para su tiempo: el espesor del hielo interior sobrepasaba los 1800 m.
Las placas continentales, por orden, durante el Triásico Superior, durante el Cretácico
Inferior, durante transición Mesozoico-Cenozoico, y en la actualidad.
En 1930 llevó a cabo la que sería su cuarta y última expedición. Hubo grandes dificultades desde el comienzo. Los abastecimientos de las instalaciones tierra adentro no llegaron a tiempo y la inminencia del invierno motivó a que Wegener se esforzara por prever una base en la que pudieran albergarse. Partió desde la costa oriental de Groenlandia con una numerosa caravana y acompañado de nevadas y fuertes vientos, lo que provocó la casi inmediata deserción de los groenlandeses que había contratado. Los que quedaron, incluido Wegener, sufrieron durante todo septiembre. En octubre llegaron sin provisiones a la estación y con uno de los miembros del grupo casi congelado, quien ya no pudo continuar el viaje. La situación era extremadamente desesperada. Apenas había suficiente comida y combustible para dos personas, de las cinco que habían arribado. Era necesario que algunos regresaran a por provisiones. Se decidió que Wegener y su compañero esquimal Rasmus Villumsen volvieran a la costa. Wegener celebró su cincuenta aniversario el 1 de noviembre de 1930 y salió a la siguiente mañana. La última fotografía muestra a un Wegener determinado, con su bigote empastelado con escarcha de hielo y con un Villumsen de gesto no muy complacido a su lado. Se sabe que el viento era fortísimo y había una temperatura de -50º C. Nunca más se les volvió a ver vivos. El cuerpo de Wegener fue encontrado bajo la nieve el 8 de mayo del siguiente año envuelto en su bolsa de dormir y con una piel de reno. Sus manos no mostraban congelamiento, lo que indica que no murió durante el camino a causa del frío, sino probablemente dentro de su tienda de campaña a causa de un paro cardiaco producido por un esfuerzo físico extremo. El cuerpo de Villumsen nunca se recuperó, como tampoco el diario de Wegener que posiblemente contenía sus últimos pensamientos. La esposa de Wegener, Else, recibió el ofrecimiento del gobierno alemán para enviar un acorazado por el cuerpo y honrarlo con un funeral público, sin embargo, ella declinó insistiendo en que su cuerpo se dejara intacto dentro de la capa de hielo. Allí continúa todavía, descendiendo lentamente dentro de un enorme glaciar, que algún día se desprenderá y quedará flotando como iceberg.
La teoría de la deriva continental de Alfred Wegener representa una de las teorías más importantes del siglo XX. La importancia actual de la tectónica de placas es indiscutible y ha sido pieza fundamental para poder explicar la formación de las grandes cordilleras y la actividad sísmica, y ha provisto una herramienta central a la biogeografía histórica para reconstruir la distribución pasada y entender la distribución actual de los organismos.
La fama de Wegener descansa hoy tanto en su intenso trabajo como explorador y meteorólogo así como por haber desarrollado una teoría coherente sobre la deriva continental. De hecho, la estatura de Wegener como científico continúa creciendo y es mucho más conocido hoy que en ningún momento de su vida. Es posible decir que, a diferencia de muchos de sus contemporáneos para quienes la audaz idea del movimiento de los continentes les resultaba simplemente inimaginable, a Wegener, el caminante incansable, no le produjo el menor vértigo.
me has dejado con el corazón en un puño.
ResponderEliminarHasta ahora pensé que mi héroe era Shackleton, pero pienso que Wegener añade a toda la grandeza del esfuerzo, la del fracaso.
...precioso, patético, trágico.
precioso, de verdad.
Que el hielo acoja "calidamente" en su seno a los dos héroes.
La revista Enseñanza de las Ciencias de la Tierra publicó un número monográfico (vol. 20, nº 1, 2012) para conmemorar este centenario, e incluye la traducción española directamente del alemán por C.M. García Cruz de los primeros trabajos que publicó Wegener sobre el movilismo continental (pp. 27-63):
ResponderEliminarhttp://www.raco.cat/index.php/ECT/article/view/257521/346114