sábado, 10 de marzo de 2012

Sobre abejas exploradoras, abejas conquistadoras y la genética de Apis mellifera...

En la última edición de Science se publican los resultados de un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores sugiriendo que las emociones no se limitan únicamente a los seres humanos y a otros vertebrados. Algunas abejas son, también, más propensas que otras a buscar aventuras. Los cerebros de estas abejas, que se sienten atraídas por la novedad, presentan distintos patrones de actividad genética en las vías moleculares asociadas con la búsqueda de emociones. Los resultados ofrecen una nueva visión de la vida interior de las colmenas, que tradicionalmente venía siendo descrita como una colonia de trabajadoras, altamente jerarquizada, en el que cada abeja tiene un papel específico (nodriza, limpiadora, pecoreadora, por ejemplo) para servir a su reina.



Agrupando abejas mediante ruidos de metal, por Wenceslaus Hollar (Praga, 1607-Londres, 1677).
 


Según Gene Robinson, profesor de Entomología y director del Instituto de Biología Genómica y director del estudio, parece que las abejas como individuo, en realidad, difieren en su deseo o voluntad de realizar determinadas tareas, Según el experto, estas diferencias pueden deberse, en parte, a la variabilidad en las personalidades de las abejas. 

Robinson y sus colaboradores estudiaron dos comportamientos de búsqueda de novedad en las abejas melíferas: la exploración en la búsqueda de una nueva colmena y la recolección de néctar. Cuando una colonia de abejas deja atrás su antigua colmena, es debido a que la colonia se divide y el enjambre saliente debe encontrar un nuevo hogar. En este momento de crisis, algunas abejas intrépidas -menos del 5% del enjambre- se dedican a la exploración de una nueva ubicación para la colonia. Estas abejas, llamadas exploradoras de nidos, son, en promedio, 3.4 veces más propensas a convertirse, también, en exploradoras de comida. 

Los investigadores querían determinar la base molecular de estas diferencias en el comportamiento de las abejas melíferas, y para ello utilizaron análisis de microarrays para buscar diferencias en la actividad de miles de genes en los cerebros de las abejas exploradoras. Según Robinson, "esperábamos encontrar algunas, pero la magnitud de las diferencias fue sorprendente, teniendo en cuenta que tanto las exploradoras, como las no exploradoras, son también recolectoras". Entre los muchos genes expresados diferencialmente se encontraron las catecolaminas, el glutamato, y la señalización del ácido gamma-aminobutírico (GABA). Los investigadores se centraron en ellos porque en los vertebrados están involucrados en la regulación de búsqueda de la novedad y la respuesta a la recompensa. 

Para determinar si los cambios de señalización en el cerebro causan la búsqueda de novedad, los investigadores sometieron a los grupos de abejas a tratamientos para aumentar o inhibir estas sustancias químicas en el cerebro. Dos tratamientos, con glutamato y octopamina, aumentaron el deseo de exploración en abejas que no habían explorado antes. Por otro lado, el bloqueo de la señalización de la dopamina disminuyó el comportamiento de exploración.

Los resultados, finalmente, también sugieren que insectos, seres humanos y otros animales hacen uso del mismo sistema genético en la evolución del comportamiento. Los genes que codifican ciertas vías moleculares pueden desempeñar un papel en los mismos tipos de comportamientos, pero cada especie se adapta, posteriormente, de una manera distintiva.


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