Desde el pasado viernes 20 de enero hasta el domingo 8 de abril de 2012, el Centro Cultural Cajastur Palacio Revillagigedo, en Gijón, presenta la exposición "Senderos a la modernidad: Pintura española de los siglos XIX y XX", comisariada por la madrileña Marisa Oropesa Levy. En esta entrada y otras dos posteriores trataré de publicar lo más representativo de las 59 obras colgadas y de los 29 artistas reunidos.
Aún siendo uno de los siglos más convulsos tanto social como políticamente en la historia de nuestro país, el siglo XIX fue una de las épocas más fecundas de nuestro legado artístico. Durante sus productivas décadas, diferentes generaciones de artistas orientaron su obra hacia los diversos movimientos artísticos que se producían en los países vecinos, los cuales participaban en rítmos más dinámicos como consecuencia del desarrollo industrial. Así, el siglo XIX fue una época próspera en la que los artistas consiguieron derribar los muros que se erigiían en su camino hacia la pintura moderna.
Sin embargo, los primeros años del siglo XX desarrollaron un cambio más abrupto, acogiendo movimientos artísticos novedosos y transgresores, capaces de romper con los cánones académicos establecidos con anterioridad.
Bayaderas indias, de Eduardo Chicharro Agüera (Madrid, 1873-1949), óleo sobre lienzo, 140x149 cm.
Las bayaderas eran bailarina del Indostán, también llamadas nautchis y devadasi. Recorrían el país en grupos
para divertir a la gente según precio convenido. Pertenecían a las clases inferiores y solían ser de costumbres licenciosas. Los navegantes portugueses de los siglos XV y XVI las llamaban "bailaderas", derivando a "bayaderas".
Chicharro cultivó el paisaje, el retrato y los temas de género. Su obra se
caracteriza por un gran sentido
decorativo, un suntuoso colorido, un minucioso dibujo y una evolución desde un costumbrismo
casi escenográfico hasta un espléndido simbolismo.
decorativo, un suntuoso colorido, un minucioso dibujo y una evolución desde un costumbrismo
casi escenográfico hasta un espléndido simbolismo.
Orillas del Avia (Ribadavia), de Aureliano de Beruete y Moret (Madrid, 1845-1912), óleo sobre lienzo, 178x100 cm.
Beruete, extraordinario paisajista formado con Carlos de Haes, fue un artista cercano a la estética impresionista.
Viajó a París para estudiar las novedades que se estaban trabajando en la capital francesa,
Viajó a París para estudiar las novedades que se estaban trabajando en la capital francesa,
en plena ebullición, aunque no aplicó por completo la base científica de sus colegas franceses.
La merienda, de Ricardo Canals i Llambí (Barcelona, 1876-1931), acuarela sobre papel montado en tela, 96x122 cm.
Canals i Llambí formó parte junto con Nonell, Mir, Pichot y Vallmitjana de la Colla del Safrà (Grupo del Azafrán),
así denominado por el colorido empleado en sus obras. Su pintura se encuentra influenciada por los
impresionistas franceses, principalmente por Renoir, y sus gamas de colores se caracterizan
con los tonos suaves que recuerdan la técnica al pastel
impresionistas franceses, principalmente por Renoir, y sus gamas de colores se caracterizan
con los tonos suaves que recuerdan la técnica al pastel
Carlos de Haes, siguiendo el ideal académico, consideraba que "el
fin del arte es la verdad que se encuentra
en la imitación de la naturaleza, fuente de toda belleza, por lo que el pintor debe imitar lo más fielmente
posible la naturaleza, debe conocer la naturaleza y no dejarse llevar por la imaginación".
Aunque se le suele incluir entre los plenairistas, de Haes sólo preparaba en campo los bocetos
preparatorios, reservando el resto de la obra para el trabajo clásico de taller.
en la imitación de la naturaleza, fuente de toda belleza, por lo que el pintor debe imitar lo más fielmente
posible la naturaleza, debe conocer la naturaleza y no dejarse llevar por la imaginación".
Aunque se le suele incluir entre los plenairistas, de Haes sólo preparaba en campo los bocetos
preparatorios, reservando el resto de la obra para el trabajo clásico de taller.
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