“Desde aquella altura se descubría gran parte del valle que baña el Nalón con sus ondas cristalinas. Por todas partes lo circundaban cerros de mediana altura como aquel en que se hallaban, vestidos de castañares y bosques de robles, tupidos unos, otros dejando ver entre sus frondas la mancha verde, como una esmeralda, de algún prado… El Nalón se desliza sereno unas veces, otras precipitado, formando espumosa cascada; pero en todas partes tan puro y cristalino que se cuentan las guijas de su fondo”.
(Armando Palacio Valdés, La Aldea Perdida, 1903).
Bezanes en invierno, fotografía de Belén y Che.
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