Nuevamente la morfología produce debates que se antojan irresolubles desde
incluso la propia morfología y que parecen enquistarse en posicionamientos
personales. Algunos investigadores defendieron a ultranza, hasta 2010, que
neandertales y cromañones tuvieron que cruzarse, basándose en el convencimiento
de que nuestra especie es altamente sexual y que no es razonable pensar lo
contrario. Incluso algunos de ellos sostienen que se trata de la misma especie
(tomando la definición de especie según el criterio biológico de reproducción
con descendencia fértil, imposible de aplicar en restos fósiles), pero
tal vez las diferencias morfológicas existentes (por ejemplo, en la forma de la
pelvis) hacían inviables que hubiera descendientes de cruzamientos mixtos.
También según Lalueza Fox, "lo que es evidente es que las diferencias
culturales entre neandertales y cromañones debían de ser abismales,
incomprensibles para unos y otros, y lógicamente debieron de contribuir a
dificultar todavía más el proceso de hibridación".
Neandertal segun el artista plástico belga Dirk Claesen, autor de la exposición "El hombre de neandertal y los mamuts".
Pero, para Svante Pääbo, esta
forma de enfocar el debate es errónea: "no estoy interesado en si hubo
sexo entre neandertales y humanos modernos, sino en si los neandertales
contribuyeron a los genes de los humanos modernos". Una polvareda de largo
alcance fue la que se levantó en 2010 con la publicación del borrador
del genoma completo de los neandertales realizada por Richard E. Green, del
departamento de Evolutionary Genetics del Max Planck de Leipzig (Alemania), y
su tropa de colaboradores (entre ellos el propio Svante Pääbo y los españoles
Carles Lalueza-Fox, Marco de la Rasilla, Javier Fortea y Antonio Rosas). Por
más que algunos de los comentaristas, que abundaron, no parecieran haber
entendido gran cosa de lo que Green et al sostenían, su artículo dejaba
claros dos aspectos de la evolución humana. El primero, que el cruce entre
neandertales y humanos modernos no sólo era posible sino que se había producido
de hecho. El segundo, que el intercambio genético había sido muy pequeño,
entre el 2 y el 4%, manteniendo separadas las dos especies de Homo neanderthalensis y Homo sapiens. Una y otra afirmación
parecen contradictorias entre sí. Los partidarios de la separación al nivel de
especie entre los neandertales y nosotros habían sostenido siempre que una
hibridación era imposible. Pero si se produjo, ¿por qué quedó limitada a un
aporte genético mínimo y esporádico?
En El sueño del neandertal (2010), Clive Finlayson considera inaceptable, refiriendose al esqueleto infantil hallado en el abrigo portugués de Lagar Velho, la afirmación de que la apariencia de los fósiles sea una indicación de que neandertales y cromañones se apareasen regularmente y en muchos lugares. Finlayson, investigador especializado en los últimos neandertales arrinconados en el peñón de Gibraltar, no da validez a los resultados publicados sobre el posible híbrido de Lagar Velho, puesto que presuponen el aspecto que se espera de un cruzamiento entre ambas subespecies, con un cierto grado de anatomía intermedia entre uno y otro. Pero no cabe esperar necesariamente que los híbridos sean así. Entre los papiones, los híbridos entre papiones perruno u oliváceo y común o amarillo no son intermedios entre los progenitores. En cambio, la población híbrida es mucho más variable que ninguna de las poblaciones progenitoras, y a menudo muestran nuevos rasgos que no se encuentran en estas últimas.
En El sueño del neandertal (2010), Clive Finlayson considera inaceptable, refiriendose al esqueleto infantil hallado en el abrigo portugués de Lagar Velho, la afirmación de que la apariencia de los fósiles sea una indicación de que neandertales y cromañones se apareasen regularmente y en muchos lugares. Finlayson, investigador especializado en los últimos neandertales arrinconados en el peñón de Gibraltar, no da validez a los resultados publicados sobre el posible híbrido de Lagar Velho, puesto que presuponen el aspecto que se espera de un cruzamiento entre ambas subespecies, con un cierto grado de anatomía intermedia entre uno y otro. Pero no cabe esperar necesariamente que los híbridos sean así. Entre los papiones, los híbridos entre papiones perruno u oliváceo y común o amarillo no son intermedios entre los progenitores. En cambio, la población híbrida es mucho más variable que ninguna de las poblaciones progenitoras, y a menudo muestran nuevos rasgos que no se encuentran en estas últimas.
José María
Bermúdez de Castro apunta en su última obra, Exploradores (2012), la existencia de mestizaje,
pero no de una manera masiva, porque, de haber ocurrido así, hubiese sido
advertido tiempo ha por los genetistas. Los recientes descubrimientos revelan
que las poblaciones africanas no tienen nada de neandertales, mientras que los
que tenemos los ancestros en Eurasia llevamos entre el 2 y el 4 por ciento de
sus genes. No está nada mal, más si tenemos en cuenta que nos quedamos con su
sistema inmunitario, lo que nos permitió seguir hacia el Norte. Esto supone que
tomamos de los neandertales herramientas biológicas que nos permitieron
colonizar el territorio en el que vivían ellos. Se puede decir, según
Bermúdez de Castro, que les robamos la cartera.
El mismo autor reconoce que,
puesto que probablemente compartamos el 99,99 por ciento de nuestro genoma, el
cruce fue factible y, además, con descendencia fértil. Desde el punto de
vista biológico podemos decir que somos la misma especie. En la actualidad,
la mayor parte de los paleoantropólogos y de los arqueólogos han preferido
dejar los nombres (Homo neanderthalensis,
Homo sapiens) para facilitar el
entendimiento. Desde el punto de vista de los fósiles, la diferencia entre unos
y otros es muy grande, por lo que desde la perspectiva paleontológica no parece
adecuado renunciar a las dos especies
En "Strong
reproductive isolation between humans and Neandethals inferred from observed
patterns of introgression", un trabajo publicado en los Proceedings of the National Academy of
Sciences, Mathias Currat, del departamento de Genetics and Evolution de la
universidad de Ginebra (Suiza) y Laurent Excoffier, del Institute of Ecology
and Evolution de la universidad de Berna, en el mismo país, han proporcionado
un modelo matemático de lo que pudo ser el contacto entre ambos grupos, cuyo
rango temporal y espacial corresponde un intercambio genético llevado a cabo
entre 50.000 y 60.000 años atrás en Oriente Próximo. El modelo de Currat y
Excoffier pone de manifiesto que, para mantener un nivel tan pequeño de
aportación genética (desde machos de neandertales hacia hembras de humanos modernos,
por cierto), tuvieron que haberse dado episodios muy limitados de mestizaje,
inferiores al 2%. Si tenemos en cuenta la tendencia a la promiscuidad presente
en la práctica totalidad de los primates, el hecho de que se produjesen tan
pocos mestizajes, y en una única zona geográfica, quiere decir o bien que
existieron mecanismos muy fuertes destinados a impedir el cruce entre las
poblaciones, o que los híbridos no eran viables más que en ocasiones
excepcionales, sin descartar que ambas hipótesis pudiesen darse al mismo
tiempo.
En la actualidad, como acierta
Camilo José Cela Conde, existen mecanismos culturales que mantienen una casi
absoluta separación entre poblaciones de distinto credo religioso en el Oriente
Próximo, siendo así que ninguna razón biológica convertiría en inviables los
cruces entre judíos y palestinos. Es del todo especulativa cualquier reflexión
que pueda darse respecto de la eventual existencia de algo parecido en el corredor
levantino de hace medio centenar de miles de años. El modelo de Currat y
Excoffier tan solo obliga a tener en cuenta que las posibilidades a las que
llevaría la condición genética de los neandertales indicada por Green y
colaboradores son muchísimo más grandes que las que llegaron a aprovecharse.
¿Habremos de volver a nomenclar como Homo sapiens neanderthalensis y Homo
sapiens sapiens?
La
primera parte de esta entrada se puede encontrar pinchando aquí.
Se me ha hecho corto ^^
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