lunes, 16 de julio de 2012

Sobre la hibridación entre neandertales (Homo neanderthalensis) y humanos modernos (Homo sapiens)… ¿anécdota o romanticismo? (2 de 3)


Nuevamente la morfología produce debates que se antojan irresolubles desde incluso la propia morfología y que parecen enquistarse en posicionamientos personales. Algunos investigadores defendieron a ultranza, hasta 2010, que neandertales y cromañones tuvieron que cruzarse, basándose en el convencimiento de que nuestra especie es altamente sexual y que no es razonable pensar lo contrario. Incluso algunos de ellos sostienen que se trata de la misma especie (tomando la definición de especie según el criterio biológico de reproducción con descendencia fértil, imposible de aplicar en restos fósiles),  pero tal vez las diferencias morfológicas existentes (por ejemplo, en la forma de la pelvis) hacían inviables que hubiera descendientes de cruzamientos mixtos. También según Lalueza Fox, "lo que es evidente es que las diferencias culturales entre neandertales y cromañones debían de ser abismales, incomprensibles para unos y otros, y lógicamente debieron de contribuir a dificultar todavía más el proceso de hibridación".



Neandertal segun el artista plástico belga Dirk Claesen, autor de la exposición "El hombre de neandertal y los mamuts".



Pero, para Svante Pääbo, esta forma de enfocar el debate es errónea: "no estoy interesado en si hubo sexo entre neandertales y humanos modernos, sino en si los neandertales contribuyeron a los genes de los humanos modernos". Una polvareda de largo alcance fue la que se levantó en 2010 con la publicación del borrador del genoma completo de los neandertales realizada por Richard E. Green, del departamento de Evolutionary Genetics del Max Planck de Leipzig (Alemania), y su tropa de colaboradores (entre ellos el propio Svante Pääbo y los españoles Carles Lalueza-Fox, Marco de la Rasilla, Javier Fortea y Antonio Rosas). Por más que algunos de los comentaristas, que abundaron, no parecieran haber entendido gran cosa de lo que Green et al sostenían, su artículo dejaba claros dos aspectos de la evolución humana. El primero, que el cruce entre neandertales y humanos modernos no sólo era posible sino que se había producido de hecho. El segundo, que el intercambio genético había sido muy pequeño, entre el 2 y el 4%, manteniendo separadas las dos especies de Homo neanderthalensis y Homo sapiens. Una y otra afirmación parecen contradictorias entre sí. Los partidarios de la separación al nivel de especie entre los neandertales y nosotros habían sostenido siempre que una hibridación era imposible. Pero si se produjo, ¿por qué quedó limitada a un aporte genético mínimo y esporádico?

          En El sueño del neandertal (2010), Clive Finlayson considera inaceptable, refiriendose al esqueleto infantil hallado en el abrigo portugués de Lagar Velho, la afirmación de que la apariencia de los fósiles sea una indicación de que neandertales y cromañones se apareasen regularmente y en muchos lugares. Finlayson, investigador especializado en los últimos neandertales arrinconados en el peñón de Gibraltar,  no da validez a los resultados publicados sobre el posible híbrido de Lagar Velho, puesto que presuponen el aspecto que se espera de un cruzamiento entre ambas subespecies, con un cierto grado de anatomía intermedia entre uno y otro. Pero no cabe esperar necesariamente que los híbridos sean así. Entre los papiones, los híbridos entre papiones perruno u oliváceo y común o amarillo no son intermedios entre los progenitores. En cambio, la población híbrida es mucho más variable que ninguna de las poblaciones progenitoras, y a menudo muestran nuevos rasgos que no se encuentran en estas últimas.

José María Bermúdez de Castro apunta en su última obra, Exploradores (2012), la existencia de mestizaje, pero no de una manera masiva, porque, de haber ocurrido así, hubiese sido advertido tiempo ha por los genetistas. Los recientes descubrimientos revelan que las poblaciones africanas no tienen nada de neandertales, mientras que los que tenemos los ancestros en Eurasia llevamos entre el 2 y el 4 por ciento de sus genes. No está nada mal, más si tenemos en cuenta que nos quedamos con su sistema inmunitario, lo que nos permitió seguir hacia el Norte. Esto supone que tomamos de los neandertales herramientas biológicas que nos permitieron colonizar el territorio en el que vivían ellos. Se puede decir, según Bermúdez de Castro, que les robamos la cartera.

El mismo autor reconoce que, puesto que probablemente compartamos el 99,99 por ciento de nuestro genoma, el cruce fue factible y, además, con descendencia fértil. Desde el punto de vista biológico podemos decir que somos la misma especie. En la actualidad, la mayor parte de los paleoantropólogos y de los arqueólogos han preferido dejar los nombres (Homo neanderthalensis, Homo sapiens) para facilitar el entendimiento. Desde el punto de vista de los fósiles, la diferencia entre unos y otros es muy grande, por lo que desde la perspectiva paleontológica no parece adecuado renunciar a las dos especies

En "Strong reproductive isolation between humans and Neandethals inferred from observed patterns of introgression", un trabajo publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences, Mathias Currat, del departamento de Genetics and Evolution de la universidad de Ginebra (Suiza) y Laurent Excoffier, del Institute of Ecology and Evolution de la universidad de Berna, en el mismo país, han proporcionado un modelo matemático de lo que pudo ser el contacto entre ambos grupos, cuyo rango temporal y espacial corresponde un intercambio genético llevado a cabo entre 50.000 y 60.000 años atrás en Oriente Próximo. El modelo de Currat y Excoffier pone de manifiesto que, para mantener un nivel tan pequeño de aportación genética (desde machos de neandertales hacia hembras de humanos modernos, por cierto), tuvieron que haberse dado episodios muy limitados de mestizaje, inferiores al 2%. Si tenemos en cuenta la tendencia a la promiscuidad presente en la práctica totalidad de los primates, el hecho de que se produjesen tan pocos mestizajes, y en una única zona geográfica, quiere decir o bien que existieron mecanismos muy fuertes destinados a impedir el cruce entre las poblaciones, o que los híbridos no eran viables más que en ocasiones excepcionales, sin descartar que ambas hipótesis pudiesen darse al mismo tiempo.

En la actualidad, como acierta Camilo José Cela Conde, existen mecanismos culturales que mantienen una casi absoluta separación entre poblaciones de distinto credo religioso en el Oriente Próximo, siendo así que ninguna razón biológica convertiría en inviables los cruces entre judíos y palestinos. Es del todo especulativa cualquier reflexión que pueda darse respecto de la eventual existencia de algo parecido en el corredor levantino de hace medio centenar de miles de años. El modelo de Currat y Excoffier tan solo obliga a tener en cuenta que las posibilidades a las que llevaría la condición genética de los neandertales indicada por Green y colaboradores son muchísimo más grandes que las que llegaron a aprovecharse. ¿Habremos de volver a nomenclar como Homo sapiens neanderthalensis y Homo sapiens sapiens?


La primera parte de esta entrada se puede encontrar pinchando aquí.


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