viernes, 11 de mayo de 2012

Sobre cazadores-recolectores, Thomas Hobbes y la antropología decimonónica...

            Un enorme error de la antropología del siglo XIX fue considerar a los cazadores-recolectores (hunter-gatherers) como sociedades fósiles, primitivos salvajes que habían pasado inadvertidos y sin conciencia del mundo moderno. En términos biológicos, los cazadores-recolectores eran (son) tan modernos como los exploradores que los “descubrieron”, con la única diferencia de su auto subsistencia según un método arcaico. Abundaban por entonces las concepciones erróneas sobre la gente no agrícola, frecuentemente inspiradas en la noción sostenida durante el siglo XVII por Thomas Hobbes, de la vida en estado natural: “Sin artes, sin letras, sin vida en sociedad y, lo peor de todo, con miedo y peligro constantes de muerte violenta; y la vida del hombre, solitaria, pobre, ruda, embrutecida y breve.”



Jóvenes cazadores-recolectores !kung, reducidos a zonas aisladas del Kalahari,
entre Botsuana, Angola, Namibia, República Sudafricana, Zambia y Zimbabue.


            El concepto hobbiano sobre la gente no agrícola no puede ser más equivocado. Ser cazador-recolector es vivir una vida intensamente social y, en lo que respecta a las artes y las letras, cierto es que la gente cazadora-recolectora apenas posee formas materiales de cultura, pero ello es a causa de sus necesidades de movilidad. Los ¡kung, como otros cazadores-recolectores, se trasladan de un campamento a otro portando consigo todos sus bienes, nunca más de diez o doce kilogramos, más o menos lo que una compañía aérea permite llevar como equipaje de cabina.

            Existe un conflicto ineludible entra la movilidad y la cultura material, y por eso los ¡kung llevan su cultura en la cabeza, no a sus espaldas. Sus cantos, danzas y relatos conforman una cultura tan rica como la de cualquier pueblo.


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