Como de costumbre cada vez que vuelo, esta mañana me aprovisioné de periódicos en la portezuela de acceso al avión. Allí, esperando incautos, habituales unos pero ocasionales la mayor parte, la prensa diaria se bate el cobre por encontrar noticias que permitan a sus lectores abandonar, aunque sólo sea por unos instantes, el hartazgo estival y lo anodino de la información que se pueda generar durante estos meses.
Rinoceronte negro (Diceros bicornis), muerto tras la retirada furtiva de ambos cuernos.
En uno esos periódicos leo estupefacto que el gobierno sudafricano contempla la posibilidad de desposeer de sus cuernos a los rinocerontes que pueblan sus tierras, como medida de combate contra la caza furtiva, que en lo que va de año ya exterminó 279 ejemplares. Esto, a modo de titular, más bien parece propio del día de los inocentes o, más probable, algún desaguisado de becario veraniego.
Pero he ahí que no le podemos echar la culpa al becario, la inverosímil realidad, nunca tan próxima a la ficción, es que la noticia original la recoge el diario sudafricano Times Live en palabras de la ministra de Medio Ambiente del país, Edna Molewa, que aclara, en su propia confusión, que antes de tomar cualquier decisión consultarán a veterinarios y expertos “por si esa medida puede suponer una alteración en la conducta de los animales” –alabado sea Dios-, y que, en principio, “creemos que el cuerno existe en el rinoceronte por alguna razón, así que si se lo quitamos se podrían provocar algunos cambios”. Como exabrupto no tiene parangón y la ministra parece desconocer por un lado que el cuerno es la más conspicua defensa de los rinocerontes blancos y negros, es decir, los "suyos", y por el otro los fracasos de experiencias recientes en reservas privadas en las que la retirada del cuerno mediante sierras mecánicas no detuvo a los furtivos.
Lo cierto es que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha calificado estos últimos años de furtivismo como la peor crisis en décadas, y las razones se encuentran mirando hacia Oriente, donde mafias chinas y vietnamitas trafican con el cuerno de rinoceronte en los mercados asiáticos, en los se ha corrido el bulo de que puede curar la impotencia sexual e incluso el cáncer, todo ello sin duda favorecido por el crecimiento económico de la clase media en el sudeste asiático. El cuerno del rinoceronte, formado de queratina al igual que el pelo o las uñas, ha sido analizado en diversos estudios científicos para comprobar sus propiedades curativas, ofreciendo en todos los casos resultados negativos.
Rinoceronte blanco (Ceratotherium simum), desposeido brutalmente de sus cuernos.
La mafia vietnamita, dominadora del mercado, utiliza helicópteros y alta tecnología  como lentes de visión nocturna o armas pesadas, mientras que el trabajo  sucio lo hace la gente pobre de Sudáfrica, Zimbabwe o Mozambique. La  corruptela entre las autoridades competentes, que antes luchaba por su  conservación, da fe de que las cantidades de dinero que se mueven son  astronómicas. Aunque por tratarse de un mercado negro las cifras no  pueden ser oficiales, un cuerno de 8 kg se paga en torno a los 4.000  euros en la primera transacción, pero si el cazador lo entrega en  Mozambique o Zimbabwe, donde las aduanas hacia Asia son más laxas, puede  embolsarse hasta los 10000 euros. En el mercado chino, su principal  destino, donde se vende el hueso en polvo, el precio supera ya al del  oro o los diamantes: unos 57.000 euros por cada kilogramo, y según datos  de Interpol, el precio en el mercado clandestino de un cuerno, según la especie, puede llegar a alcanzar los 230.000 euros.
Otro problema añadido es la estrategia de mercado de estas mafias, que almacenan ingentes stocks de cuernos  para reducir la oferta y, consecuentemente alzar la demanda, lo que les  otorga pingues beneficios, hasta tal punto que recientemente se está  corriendo otra falsa voz de que la base del cuerno es más efectiva en la  lucha contra el cáncer, lo que prácticamente mata al animal. Por ello, a  menos rinocerontes mayor precio del polvo de cuerno.
En la reserva Rhino&Lion utilizan un método que se cree que podría ser la solución: inyectan un producto químico en los cuernos de  los rinocerontes, que además de darles un color rojizo los hace no  aptos para el consumo humano. La inyección no provoca daños al animal ni  es letal para los posibles consumidores, provocando únicamente fuertes  dolores de estómago.
          Por  todos estos motivos, y a propuesta de Reino Unido, el rinoceronte ocupó  un papel central durante el 61º Encuentro de la Convención sobre el  Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES, por sus siglas en  inglés), celebrado recientemente en Ginebra. El evento también sirvió  hacer un llamamiento a países como China, Tailandia o Vietnam para  desterrar estas creencias terapéuticas. Organizaciones ecologistas de  todo el mundo se han sumado a la iniciativa, encabezadas por WWF o Save the Rhino. No es para menos a la luz de los últimos datos facilitados por WWF, que advierten que en 2011 la caza ilegal del rinoceronte en Sudáfrica superará con creces las 333 muertes de 2010.
ganas d llorar
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